Ana Prada, sin querer queriendo
He probado escribir y cantar mis propias canciones. Y me gustó. Y parece que a algunas personas también, así se describe en redes la cantautora uruguaya Ana Prada. La entrevistamos para adentrarnos un poco más en su pensamiento y sus emociones, y la artista se prestó generosamente al diálogo.
¿Cómo ha sido tu trayecto a la profesionalización?
Es difícil tener una autopercepción clara de mi carrera o de mi trabajo, de cómo me fui acercando a lo profesional. En mi caso en particular fue bastante, ¿cómo decirlo?, casi sin querer queriendo. Yo vengo de una familia donde el mandato era estudiar una profesión, una carrera universitaria, que obviamente no era la música. Cumplí con ese mandato, me recibí de psicóloga y en paralelo siempre estudié guitarra, algún instrumento, armonía y esas cosas. Pero siempre como un hobby en un principio o una forma de canalizar la inquietud artística que podría haber en mí desde chica quizá. Eso de ser un poco de niña el payaso de la fiesta y tener el auditorio pendiente de los adultos mientras cenaban, o algo. Y bueno, en paralelo se fueron desarrollando como las dos carreras. Cuando me recibí de psicóloga fue un momento de inflexión en mi vida, donde yo ya estaba cantando con Rubén Rada en los coros de Rada para niños, Cuarteto Vocal La Otra. Ya había cantado con Daniel Drexler que es mi primo hermano y teníamos un grupo que se llamaba La Caldera. Siempre, como en paralelo, él estudiando medicina, todos estudiando. Cuando podíamos en las vacaciones o los fines de semana o cuando no teníamos exámenes, tocábamos por ahí en los boliches. Esa fue mi primera incursión profesional, porque ahí ya algunos pesitos cobrábamos. Y bueno, después como que ahí fue una opción, seguir estudiando psicología, digamos, haciendo posgrados y perfeccionándome en eso, o dedicarme a la música. Y tomé el camino de la música. No necesariamente viviendo de mi trabajo exclusivamente, digamos de mi nombre arriba de un escenario, sino de dar clases de canto, hacer talleres de canto colectivo. Hice muchas cosas vinculadas a la música, y actuando. Ahí ya en ese momento, estoy hablando del año 2000, por ahí, con el Cuarteto Vocal La Otra que era un grupo ya bastante más profesional, con una productora grande detrás, la misma productora de Rada, y con muchos artistas de la escena uruguaya colaborando en esos arreglos vocales que versionaban canciones de la música nuestra, de la música uruguaya. Ahí conocí a muchos como Cabrera, como Fattoruso, todos los popes, los grandes del país se acercaron a este proyecto vocal. Y bueno, sin querer queriendo me vi en una escena profesional trabajando mucho y después, más grande, cuando empecé a componer, fue otro momento de inflexión en mi decisión. Ahí fue dejar todo el resto de las cosas y dedicarme a lo mío, dejar de trabajar, digamos dando clases, etc. Y jugármela con salir con mi disquito bajo el brazo que fue Soy Sola, que se editó en España, que se editó en Argentina, se editó en Uruguay. Empecé a trabajar mucho, por suerte, me fue bien. Y empecé a moverme más que nada con mi propuesta solista, desde la composición y desde mis propios shows con mi banda, moviéndome más que nada en Argentina y Uruguay. Y bueno, también tuve la suerte de tocar en otros países, en muchos países de Latinoamérica y en Europa.
¿Cuáles son tus vivencias respecto a ser una mujer música?
Desde el punto de vista de ser una mujer que se abre camino en la música, al principio de todo era mucho más difícil, quizá, que ahora, que no sólo en la música, sino en otras profesiones y en otros ámbitos de poder -de "poder", entre comillas, ¿no?- las mujeres se ven más. Hay mujeres ahora siendo gerentas de empresas o políticas, ocupando cargos de relevancia y de cargos ejecutivos, de decisión. Y en la música también, de a poco, las mujeres fuimos imponiendo nuestra manera de decir, nuestra manera de ver el arte y la música. Y si bien sigue siendo complejo y difícil, o un poco más difícil que para los varones, lo ves claramente, por ejemplo, en la cantidad de música de grupos o de solistas masculinos que pasan en las radios, o en los medios de comunicación, o en los festivales, etc. De alguna manera vamos peleando, así como en otros ámbitos también, por nuestros derechos, también en la música eso se empieza a reflejar. Y eso también hace que se retroalimente, que surjan más mujeres haciendo canciones, más mujeres haciendo música en grupo de diversos estilos y de una manera muchísimo más profesional que antes. Cada vez más nos profesionalizamos y estamos a nivel y a la altura de ser programadas en cualquier festival del mundo, así como antes había quizá más cantidad de varones. O sea, una cosa trajo la otra. Ahora hay más posibilidades de mostrar tu trabajo por las propias luchas que hemos dado en otros ámbitos también, insisto, porque está todo junto, ¿no? Vamos conquistando derechos, es muy ancho esto, es como que se contagia hacia los costados, en las diversas disciplinas donde las mujeres participamos de manera cada vez más profesional y en mayor número. Al principio no fue fácil, pero bueno, también justamente el ámbito de la música y el ámbito de las artes puede ser que sea un poco más benévolo que abrirse camino en una oficina, por ejemplo, o en una carrera jerárquica donde siempre ha sido más, no sé, más consensuado o más común que los cargos de relevancia sean ocupados por varones. Entonces, bueno, creo que ahora la cosa cambió un poco y tenemos que seguir en esta lucha por generar presencia, presencia más igualitaria en los lugares de visibilidad, en los medios, en las radios, en los festivales, para poder visibilizar nuestro trabajo que cada vez es más profesional y mejor.
¿De qué manera preparas tus discos y seleccionas los temas que incluirán?
El hecho de armar un disco y de componer un disco siempre tiene que ver, para mi, como un ciclo de vida, de cosas que te van pasando, que tienen que ver muchas veces con el amor, con el desamor, con lo que vas viviendo. Yo creo que después llega un momento que necesitas dejar eso en canciones y cada disco, para mi, es un ciclo de vida. A eso voy. Es como que es un momento en tu existencia que queda ahí plasmado en esos años que a veces te lleva a componer un disco. Y a las jóvenes compositoras y músicas les diría que hay que animarse, que hay que escribir, que hay que tomarse el tiempo, que hay que tenerse confianza, que hay que tenerse fe para eso. Y que es re importante poder contar lo que te pasa, lo que nos pasa a cada una de nosotras y nosotros. Porque si bien, por ejemplo, yo pienso ¿a quién le importará esto que yo estoy escribiendo acá, si me pasó a mí? Pero en realidad los seres humanos somos todos muy parecidos en algún punto. Y quieras o no, las canciones, la poesía, las obras de arte, por lo general, son cosas que les pasan a los demás también. La canción tiene eso de que en el mejor de los casos logra que otras personas se identifiquen con eso que vos contás ahí en formato musical. Y bueno, eso es lo interesante del arte, poder lograr cierta universalidad. Esa palabra es enorme, universalidad, suena como muy rimbombante. Pero, por lo menos, que a alguien le diga me identifico con esto, siento así, me emociona porque en algún punto me toca, porque esta parte que dice esto a mí también me pasó. Entonces creo que eso es muy importante, que a veces, sin proponérselo, una pueda oficiar como de puente o de canal entre una emoción que empieza siendo individual, propia y quizás doméstica, algo chiquito que te sucedió en tu vida, pero que eso después se amplifica y se agranda en las vidas de quienes escuchan y que le ponen también, a su vez. Cada persona que escucha una canción, lo digo también como escuchadora de canciones, vos le ponés a una canción que escuchás lo que a vos te referencia. ¿Se entiende? Es como que te identificás con eso y proyectás ahí en eso que está diciendo esa otra persona que está cantando, cosas que a vos te suceden. Entonces, si se puede lograr eso con una canción, yo creo que es muchísimo, y creo que todas y todos podemos hacerlo. Y hay que animarse, hay que agarrar la guitarra, hay que escribir, y no hay que tener miedo también de sacar estrofas que te parecen que sobran, que ya dijiste lo que querías decir, volver a esa canción, trabajarla. Y hay algunas otras canciones que también te la hacen así, enteritas, redonditas, y punto, y no hay que darle más vuelta. Pero es un lindo ejercicio catártico, y hace muy bien al alma, y con suerte le hace bien a alguna otra persona que anda por ahí, por el mundo, y justo la escuchó, y le viene bien. Así que hay que lanzarse a la pileta.
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