Errarle al arco
Omar Hefling
Yo no le estoy pidiendo al delantero que se me pare con una calavera en la mano y me recite el monólogo ese famoso de Hamlet, Pipi, le estoy pidiendo que no le erre al arco.
Los delanteros nuestros le erran al arco, patean solos y le erran al arco, ¿estoy pidiendo mucho? No les estoy pidiendo que sean Messi a estos hijos de puta, solo que le emboquen a ese rectángulo de 7,25 por 2,45. Mirá que es grande un arco, no es una pavada, si fuera un arco de hockey vaya y pase, pero un arco de fútbol es grande, muy grande Pipi para errarle. Yo creo que la ciencia nos puede salvar, mirá lo que te digo, que le graben a estos hijos de puta en el inconsciente la figura de un arco para que no se lo puedan sacar en la reputa vida de la cabeza. Viste, una cosa así como Mátrix, no sé, se me ocurre algo así para que la mente tenga el recuerdo del arco fijamente grabada porque no puede ser posible que un tipo que se entrena toda la vida para jugar al fútbol y en toda su reputa vida no hace otra cosa que jugar a la pelota pueda, cuando sale a la cancha, errarle al arco como le erran estos mal paridos.
No estoy hablando de una utopía ni de hacer una revolución así radical como la que hicieron los cubanos donde se tuvieron que cagar a tiros para ganar, no, nada de eso, ni te estoy planteando Pipi, un argumento de un cuento de marcianos del tipo de Ray Bradbury, le estoy pidiendo al delantero nuestro que no le erre al arco, ni siquiera le estoy exigiendo el gol, no, eso ya sería otra etapa superior, una evolución, un paso más, un salto cuantitativo en el desarrollo humano del delantero. ¿Entendés? No lo estoy maquineando con que quiero goles ya, no, nada de eso, no me pongo en ese lugar extremista del negro Claudio que, según él, habría que meterles un chip en el orto con un programa que haga que estos patas duras guíen todas sus acciones futbolísticas obsesivamente hacia el rectángulo al que nosotros vulgarmente llamamos arco. Vos me podés decir Pipi por qué mierda se llama arco y no otra cosa, porque para mí arco está relacionado con la flecha, el instrumento que dispara la flecha, la herramienta que se tensa y, desde su cuerda, arroja la flecha hacia el blanco elegido. Sí, ya sé, me estoy yendo a la mierda Pipí, pero es a propósito para que la indignación no me lleve a un ataque de furia.
Imaginate Pipi el sacrificio de un matemático que se tiene que romper el orto y la mente tratando de descifrar un problema con millones de fórmulas, estudiando días y días para saber qué mierda es ese enigma que tiene que descifrar, un martirio verdaderamente, pero lo de estos putos es más fácil que la tabla del uno: si sos delantero, por lo menos no tenés que errarle al arco, tan simple como eso. Para mi a los delanteros argentinos del fútbol local les falta la convicción por el gol como la tienen los marxistas por hacer la revolución. Estos tipos no se cansan de fracasar y todos los días se levantan convencidos que van hacer la revolución, tienen la revolución entre ceja y ceja como el delantero debería tener el gol. Porque, no jodamos, no se tienen que entrenar como un astronauta para moverse en el espacio, sin gravedad, sin que se te escape un sorete del orto, porque qué hacen estos putos, se entrenan si, un poco de abdominales, correr claro tienen que correr, lo único que falta es que no quieran correr, imagináte lo que sería si un boxeador se entrena para no pegarle al rival, para errar las trompadas, te das cuenta de lo que te estoy diciendo. Le erran al arco Pipi, le erran cinco metros al costado, cuatro por arriba del travesaño, para mi es una enfermedad que están padeciendo, capaz que ha sido un virus que nos plantaron los brasileros para que no saquemos en la reputa vida más un Maradona, un Messi, porque ojo! Los brasucas ahora son potencia mundial y deben estar desarrollando algún virus para que nuestros niños nazcan sin el deseo del gol, para que sean cualquier otra cosa, tiradores de jabalina, nadadores de aguas abiertas, cualquier maldad para que nosotros como potencia futbolística desaparezcamos del mapa en un par de generaciones, porque para mí el gran plan estratégico de Brasil no es ser potencia industrial sino que están trabajando científicamente para destruir nuestro talento futbolístico, porque sino no se entiende lo que vemos. Menos mal que los delanteros que juegan en Europa se salvaron de este flagelo.
Que un delantero venezolano le erre al arco, un dominicano, por decirte algo, vaya y pase, pero un delantero argentino no puede Pipi, no puede. Yo a veces pienso, Pipi, si esta desgracia no tendrá que ver con una venganza de género de las madres argentinas, viste que las mujeres en general odian al fútbol, y capaz que en esos años primeros, decisivos del niño como dice Piaget, no estén borrando de la cabeza de una criatura el deseo primordial del jugador de fútbol que no es otra cosa que la búsqueda del gol. No te creas Pipi, el feminismo estaría muy contento si nuestro potencial futbolístico, nuestro talento se fuera apagando como una estrella en el firmamento, ¿o vos no sabías que las estrellan también se mueren?, y bueno, no lo descartés. Yo creo Pipi, que si nuestros delanteros siguen así, vamos a ser el hazmerreír de la FIFA. Si vos te ponés a pensar, Pipi, cuando ves a nuestros delanteros deambular en la cancha, los ves andando como zombies, como si nuestra identidad se fuera desintegrando, como si la globalización nos fuera deshilachando la argentinidad, y que no te sorprenda que bien pueda ser una venganza del FMI, no lo descartemos, Pipi. No descartemos que la CIA esté trabajando en ese sentido, sino no se explica.
Sabés porque te digo todo esto Pipi, vos sabés bien que yo odio la nostalgia y no me quiero imaginar siendo un viejo choto pasándose los últimos días de su vida viendo videos de partidos de otros tiempos porque, en el que nos toca, todos los partidos terminan cero a cero y al final del campeonato los 22 equipos terminen siendo campeones, ya que, por la ausencia del gol, nadie pudo sacarse ventaja.
Del Libro: 3x1, editado por Antiplan
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