Editorial Mayo 2024

10.05.2024

Los filamentos luminosos

Tierra Media, un lugar. Aquí trabajamos juntos gracias a una serie de hechos no tan desafortunados aun y apostamos a invitar y a proponer ciertas voces de la escena artística e intelectual. A los jóvenes de ayer y a los de hoy que miran desde ella, y sienten que pueden coexistir aquí, en el lugar del que hablábamos. Y también invocar, darles ese lugar, y recordar a referentes culturales de nuestra aldea, esculpir una faceta más de la constelación simbólica, ya sea en modo documental, ya en modo ficcional, para aprovechar una analogía del cine. Somos la colección de signos que van a la deriva en la acelerada conformación de una era. Estamos ante un intento de refundación de los ideales sociales en un modelo sin estado, sin control, sin valores y sin empatía. Un regreso a la ley de la selva. Conquistas de siglos contra la barbarie, lenta y dolorosamente conseguidas, aparecen borradas de un plumazo, no por la época, sino por el aletear de pajarracos que vinieron por todo, pero no solo para ellos. Ya también eso será el pasado, como este número 11 que se empieza a descubrir, como nuestra época de incertidumbre, como todas, todo amarillecido por el tiempo, todo parte del eco de un recuerdo.

Tierra en medio de todo eso, Tierra Media tendiendo la mesa para luego encender filamentos ante cada referencia en la que vean que aparece un título principal, una bajada periodística o literaria en letra destacada, una ilustración y entonces un texto cualquiera que ponga en movimiento las partículas de este lugar, aquí mismo, en donde pretendemos arraigar unas temporadas. A partir de aquí revisamos los apuntes a la luz de los filamentos.

◘ El sujeto óptimo, la ocasión debida, la toma justa, un click de nostalgia, llenan esta exposición de Maxi Vernazza, Clics, fotos de Charly que sustancian el gesto de un ídolo, y un instante de la historia del rock.

◘ El escritor Martín Cristal se aviene a las formas del discurso decimonónico a fin de relatar, a través de una voz inocente, el retroceso a los inicios de las fuentes del mal.

◘ Cristina Gómez Comini despliega ante nosotros una perspectiva donde la danza y la historia colectiva marchan juntas por trechos, revelando una dramática que dibuja ciertas formas y duraciones al ocupar el escenario urbano.

◘ Allí donde dirige el foco y proyecta fotografías, Gabriel Orge refuerza una función enunciativa de la imagen, y ayuda a hacer memoria con la luz al chocar con relieves del espacio.

◘ Dramaturgia y escena forman un solo corazón. Soledad González y Mariela Serra, junto a otras doce autoras teatrales, describen las negociaciones particulares que se establecen entre la escritura y el traslado escénico a la puesta, en su doble vía inspirativa.

◘ Y hay un policial contemporáneo escrito como antes, entre el fresco terror literario y las humanas repulsiones. Su autor es Guillermo Bawden y logra lo que se propone.

◘ La lectura de Goddard recompensa, haciéndonos ver cine en las rutas, en las calles, en la cuadra. Es lo que nos transmite con precisión Paula Arancibia Bravo, en su columna.

◘ En su obra Alumbrar, Pati Caro hace de la placenta un elemento que nutre de simbología una producción fotográfica feminista, donde la maternidad deja sus rastros tangibles e intangibles.

◘ En un cuento redondo, Marcelo Casarin propone un narrador que sabe más del futuro próximo que sus personajes, pero a quien no le atrae entrar en más detalles.

◘ Aníbal Buede, por su parte, convida a releer excelente literatura estética, del brazo de Emilia Casiva y Nicolás Balangero. Transcribe dos ensayos breves que enseñan actitudes artísticas, trazan distancias del artista con su propia obra, revén la curiosidad o necesidad de escribir un ensayo. Y se preocupan también por encontrar una ética: un grado de sinceridad, una elección neta, producto de un compromiso con determinada urgencia.

◘ Y entonces Marta, Marta García, saca de su alquimia inagotable la figura de una bibliotecaria casi ciega capaz de fundirse en un íntimo abrazo con un libro.

◘ Omar Hefling discurre breve y mordaz en el formato del aforismo, donde asoman algunas premisas: a) denostar la mera idea de autoayuda; b) denostar tanto como se pueda al sistema capitalista, hoy tan desentendido de la democracia; c) Provocar la sonrisa maliciosa; d) juntar juicios de oprobio contra los políticos. Hefling las cumple, y más.

◘ Luis Altamira, cuentista, imagina o proyecta una banda de rock de los años setenta, plena psicodelia vernácula, para referir una vieja dicotomía: el choque entre la inspiración sublime de un músico y el momento en que ese sutil milagro adquiere su nueva forma, la de mercancía.

◘ Y Tierra Media se interesa también por hablar con una música talentosa, creadora riojana insoslayable. Ana Robles se explaya en sus vivencias como música, mujer y madre, y en la concepción de su obra, a la cual también podemos dar unas probadas en la nota a cargo de Jackie Bini.

◘ Es Manolo Lafuente, entonces, quien arremete con el alma de Discepolín, de quien habla y a quien hace hablar con la clara ventaja que te da aparecer del brazo con un profeta de ese calibre. Bienvenidos, maestros.

◘ Víctor Ramés se detiene a exhumar testimonios, viejo recopilador, sobre ese tema tan apreciado más de un siglo atrás como eran las creencias populares de los tiempos premodernos.

◘ Y en cuanto a las formas de interpretar las miradas y comunicar mediante el poder intrínseco de los ojos, Ignacio Colasanti enlaza pensamientos.

◘ Cristina Boixadós llega al final de su carta a Pilcher y se despide del fotógrafo del siglo XIX cuya obra adquirió un "destino Sudamericano" –para robar palabras del Poema Conjetural, de Borges–. Y trae, la autora, hasta la actualidad su relato sobre un fotógrafo cuya obra y cuya identidad han sido finalmente repuestas en el canon histórico cordobés.

◘ El Beto Montoya prosigue, por su parte, el trajín tragicómico en escenarios urbanos locales y se anota algunos porotos pese al mucho viento en contra. Se ocupa de ello Alejandro González Dago.

◘ Arturo Jaimez Lucchetta aporta dos perfiles futbolísticos proyectados al mundo: uno fue subcampeón con Argentina en Uruguay, y Campeón del mundo en Italia vistiendo la Azzurra, 1934. El otro le puso el pecho a Brasil en 1950 en el Maracaná, capitán de un equipo de charrúas que se convirtieron en héroes.

◘ Y Ale Galváliz sigue allí, en sus recuadros, preparado para sorprender a la risa y a la ternura en un semblante que llega.



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