¿Hay vida en el teatro después de la pandemia?
Invitamos a opinar sobre el estado de cosas en el teatro cordobés a diversxs teatristas que gestionan sus salas y ejercen el trabajo artístico viviendo el día a día de las condiciones de producción en las que sus proyectos están insertos. Comenzamos por publicar el testimonio de dos referentes dentro de la historia y la profesión, dos genuinas trabajadoras culturales de la ciudad.
Mónica Nazar: "Un 2023 desesperadamente teatral"
En el 2020 se realizó una sola función por streaming en la Sala La Chacarita.
Nuestra actividad comenzaba el 4 de abril, tiempo necesario para llegar con tres estrenos que se estaban produciendo en el espacio, pero lo que llegó fue LA PANDEMIA y destrozó nuestros planes, proyectos y sueños. Afortunadamente el Ministerio de Cultura de la Nación y el Instituto Nacional del Teatro nos acompañaron en todo momento. Nuestra estrategia fue primero preservar la salud de todo el equipo y de los espectadores; segundo, disminuir al máximo todos los gastos fijos, gestionamos planes, descuentos de deudas de servicios e impuestos. Cancelamos otros. Albergamos algunos proyectos audiovisuales de pequeño formato con todos los protocolos. Nos solidarizamos con los colegas más vulnerables, ofrecimos nuestro espacio para depósito de la mercadería destinada a los bolsones que las mismas instituciones y algunas otras donaron para tal fin.
En esos eternos tiempos de espera logramos trabajar internamente en la sede, haciendo arreglos y mejoras en el edificio, ordenando documentación, inventariando todo. En fin, ni más ni menos lo que hicieron nuestros colegas.
Encaramos el 2021 con funciones en enero, algo que nunca pasó en nuestro espacio en los 21 años que llevamos de funcionamiento, enero es un horno en Córdoba. El desconcierto, la angustia y la legítima necesidad nos impulsó a aprovechar las ventanas que se abrían y pasar por todas. En el 2021 se concretaron 95 funciones con todos los cuidados y el aforo requerido (50%), afortunadamente el público acompañó con los recaudos y prudencias del caso. Alcanzamos un total de 2429 espectadores.
En el 2022 se hicieron 112 funciones, de 22 espectáculos diferentes, una en gira nacional y cuatro en provincial. Cinco eventos especiales que convocaron a artistas de otras disciplinas y dos fiestas teatrales. Asistieron a todo ello 2790 espectadores, pagaron un promedio de $548.88 cada uno. Promedio de espectadores sensiblemente menor a otros años (40%) y el valor de la entrada atrasado en Córdoba estimamos en un 50%. Solo para referencia en Carlos Paz se pagaba como poco $3000 la platea en la misma temporada
Planeamos y proyectamos un 2023 desesperadamente teatral, incentivados por el descontento y la fragilidad política y social, alentamos la programación de todo el año, todos los fines de semana, jueves inclusive. Nos distingue la diversidad de propuestas y la apertura a nuevos elencos, nuevas grupalidades jóvenes, así como de repertorio que se sostienen, todos tienen un espacio en nuestra sala, basta mirar con atención la programación. En la actualidad levamos realizadas 48 funciones con un total de 1756 espectadores
Notamos con agrado que los grupos y elencos permanecen en el espacio haciendo largas temporadas que afianzan el espectáculo y organizan la programación anual. Otra de las situaciones a destacar es el aporte y asesoramiento de Antesala, plataforma comunitaria que está dando visibilidad, aire, oxígeno y ampliando horizontes para todos.
Lentamente se recupera los índices de antes de la pandemia, aunque vemos con preocupación la inestabilidad económica y el descontento social.
En Córdoba la actividad teatral se desarrolla a fuerza de talento y empeño de los hacedores, hay que destacar que se cuenta con políticas de fomento que se han ido forjando con la lucha y la ampliación de derechos sectoriales, puede verse y palparse la enorme inversión que ha realizado la comunidad en su conjunto y si bien la actividad goza de ese fomento hace muchos años, más y mejor que crear nuevos subsidios sería cumplir en tiempo y forma con los que ya existen. Los mismos llegan tarde y desactualizados en todas las instancias deteriorando el vínculo y quitando previsibilidad y perspectiva al serio trabajo de una comunidad teatral poblada de egresados de las escuelas oficiales que botan teatreros todos los años y que luego el medio independiente los contiene y organiza.
En cuanto al premio provincial, puedo decir que considero que ningún premio es democrático, transparente, cabal, es solo un incentivo, un desafío, una excusa para la visibilidad, un mimo al ego, pero en ningún caso le pediría tanto a un premio honorífico que no contempla fondos genuinos para premiar la excelencia.
Hay en nuestra ciudad variadas estéticas, predominando el humor, el grotesco y el clown, propio del distanciamiento que proporcionan ante el desconcierto social y político que vivimos, también se desarrolla una escena erótica y performática muy interesante.
Los hacedores, como me gusta nombrarnos, somos visto como prestadores de servicio para el estado, como proveedores, esta falacia complica mucho la subsistencia de las personas que sostenemos la cultura de esta ciudad, monotributistas, asociaciones civiles, cooperativas intentan convertirse en lugares de estabilidad laboral para los actores, pero en tanto esta situación no cambie será muy difícil "vivir" solo de nuestros espectáculos.
En cuánto al público de La Chacarita, además de ser precioso, maravilloso y totalmente respetable, está compuesto por vecinos mayoritariamente del norte y ya sabemos de qué hablamos. A lo largo de estos 22 años en que nos alberga Barrio Pueyrredón, aledaño al centro, gozamos de excelente accesibilidad, fácil estacionamiento y abundante servicio de transporte público. Hay que destacar el aluvión de bicicletas que llegan desde la comunidad teatral, estudiantes de teatro de las escuelas existentes.
Mónica Nazar – Teatro La Chacarita - Jacinto Ríos 1449, Barrio PueyrredónArtemia Barrionuevo: "Construir ciudadanía con derechos culturales y participación social"
Desde mi perspectiva, lo que nos hace falta, no solamente a los trabajadores del teatro, sino a los trabajadores de la cultura en general, son fuentes de trabajo posibles y concretas para que realmente tengamos una autosustentabilidad en el sector, ya que la política de los subsidios es como unas grajeítas que se van poniendo, pero no solucionan el problema de fondo, que es justamente la estabilidad laboral del sector. Para esto se necesita de una política cultural global, entendiendo que la cultura es un sistema de construcción de ciudadanía, en donde los trabajadores del arte y la cultura son esenciales para esa construcción, para ese desarrollo de identidad cultural y para que justamente el hábito y la posibilidad de que sectores que no tienen una accesibilidad por lo económico, por lo social, que están y siguen excluidos de este sistema social, puedan acceder e integrarse e incluirse en ese desarrollo. Y eso tiene que ver -justamente por la falta de políticas culturales integrales que contengan a todos los actores que construimos esa cultura de la ciudadanía con derechos culturales y con participación social- con que se establezcan programas permanentes, acciones permanentes del Estado, un Estado muy presente, para que esa inclusión cultural y ese ejercicio de los derechos culturales que están establecidos por ley realmente se pueda dar. Y eso requiere una inversión en cultura, una inversión y una mirada global, no solamente desde decir, bueno, damos unos cuantos subsidios a los teatristas para que vayan a dar algunas funciones y ya está. No. O sea, se requiere de una coordinación de las políticas, no solamente del Estado provincial, sino con los municipios también, y con las distintas comunas, con las escuelas, porque en definitiva lo que hay que desarrollar y fomentar es la identidad y el hábito de esa construcción cultural. Y eso no es en una sola función o en una sola participación de algún hecho cultural que de vez en cuando o una vez al año, se da en estos sectores.
Y esto tiene que ver con el proyecto de provincia y el proyecto de municipios y cómo los gobernantes o los que están al frente miran y quieren construir en realidad. Desde esto me parece que hay que hacer un trabajo de fondo, porque los subsidios son ayudas esporádicas, no hay una continuidad, es decir, sale un programa para la producción teatral y son siete premios, ponéle que llega a 20 premios; pero la comunidad teatral y la comunidad cultural ha crecido en la misma magnitud, o más, que lo que ha crecido nuestra población en estos más de 20 años. Entonces, en Córdoba cada vez hay más colectivos y más grupalidades que se quieren desarrollar y quieren seguir el camino, en este caso específicamente de lo teatral, y su sustentabilidad económica pasa por otro empleo, por otro espacio donde consiguen sustentar sus vidas. Y el trabajo cultural, el trabajo de las artes escénicas está presionado por esos tiempos y los trabajadores del teatro no pueden tener una dedicación full time, digamos, para esta actividad. Más allá de la situación económica que estamos viviendo hoy en día, esto ha sido siempre así. Es más, con la pandemia quedó expuesto y demostrado que el sector más precarizado laboralmente es el sector cultural y particularmente el sector del teatro y creo que también esto tiene que ver, por esta idea que no solamente los teatristas tenemos, sino que tiene el Estado en esa construcción, en esa propuesta de programas que hace que, bueno, como somos teatros, somos independientes, no queremos estar atados a nada. Y cuando se le proponen programas o proyectos que tengan una continuidad, dicen, ah bueno, ustedes quieren vivir del Estado, ¿no?
Y en realidad lo que creo que cualquier teatrista y cualquier persona dedicada a la cultura quiere es vivir de lo que hace, es decir, porque es un derecho, y no solamente porque es un derecho, sino porque es ahí donde está poniendo toda su energía, toda su sapiencia, toda su expertisse para desarrollar. Sino ¿para qué pasó 5 años, 7 años en la universidad, en las escuelas de formación y demás, para después no tener un espacio, una fuente laboral para subsistir? Entonces terminan yendo a dar clase de teatro a las escuelas, en el mejor de los casos, o si no, se encuentran algún trabajo en el comercio, o alguna otra actividad que no tiene nada que ver con lo que se eligió.
Y en ese sentido, esta construcción cultural va quedando cada vez más desguazada, y eso tiene que ver con un proyecto cultural de las gobernanzas. En Córdoba nos falta una ley de teatro, nos falta una ley de artesanía, leyes que protejan las actividades, no solamente entendiendo que van a proteger la actividad y a los trabajadores de esa actividad, sino que es fundamental para que se cumplan y se garanticen los derechos culturales. O sea, el derecho a la participación, no solamente el hábito de la expectación, sino también en el pasar por la experiencia artístico-cultural con una permanencia, con una continuidad. Por eso me parece que, en relación a los subsidios y los premios, desde ya que hay una mirada totalmente parcial sobre esto. No podés ver casi más de 150 o 200 producciones que se hacen al año, que se están produciendo en Córdoba; cómo hace un jurado para mirar toda esa capacidad, esa cantidad de espectáculos. Entonces, hay una mirada centrada en la centralidad del campo, como decía Bourdieu, todo ocurre en el centro y nada en la periferia. O sea, los artistas, los trabajadores del teatro que no participan o que no entran por H, B, o C, en esa centralidad, nunca van a estar premiados, reconocidos y demás, porque esa es la mirada, la mirada de la excelencia. Podemos hablar largamente de lo que son los criterios de selección, que como siempre son competitivos, están en relación a una calidad que no sé qué márgenes o qué marcos, o desde qué lugares se puede decir qué tiene más calidad que otra cosa. Y se evalúa a las producciones culturales desde un lugar de lo mejor o lo peor, que es justamente lo que hace el sistema capitalista. O sea, no hay parámetros para la cultura. Lo cultural se tiene que manejar de otra manera. Una cosa es reconocer las trayectorias, las permanencias, como una cuestión que creo que tiene que estar, de parte del Estado, pero no en un nivel de competencia. Cuando ya entramos en la competencia, entramos en un nivel de sistema capitalista, que sería como otro tema que tendríamos que abordar, al hablar de los premios o de los reconocimientos.
Creo, sí, que hay una ley de reconocimiento teatral que tendría que ser como una jubilación para los artistas con trayectoria y que no han podido en su vida tener ni un trabajo ni una continuidad. Pero con la restricción con que la ley está funcionando, la ley de reconocimiento, se da uno anualmente por cada disciplina. Pero, ¿qué pasa? Hay montones de compañeros, hay muchos compañeros que estarían en las mismas condiciones de recibir ese reconocimiento y que el Estado no lo hace porque tiene pocos lugares. Y ahí hay dos cosas que se confunden. Una cosa es el problema de la trayectoria, el reconocimiento de la trayectoria, por un lado, y otra es la necesidad económica de los trabajadores del teatro de la cultura. Y eso da cuenta también de la precarización en la que vivimos en el sector de la cultura. Es decir, muchos, cuando nos jubilamos, nos jubilamos por ser empleado público, docente. Pero no hay una ley específica en donde te puedas jubilar como teatrista. O sea, que hiciste funciones toda tu vida, que tu lugar fue el teatro y solamente el teatro, o que fue las artes plásticas, o que fue... en fin. No, no podés. ¿Por qué? Porque no hay un sistema estructurado de soporte para los trabajadores. Y eso queda en evidencia ahí.
Todo esto habla de la falta de una inversión global e integral para el arte y la cultura. Porque se mira como que se prende una lucecita, en la parte de los trabajadores y van a poner una cosa de premio. O se saca un programa donde pueden incorporarse 20 producciones más y si uno mira la cantidad, digamos, lo que es el subsidio para la producción, por ejemplo, no alcanza. Te empernás en el subsidio, después por supuesto que lo tenés que rendir y resulta ser que la producción esa te salió el doble o el triple de lo que vos pusiste en el presupuesto justamente por las condiciones reales que estamos viviendo de la situación económica.
En relación a nuestra sala, Almazenna está inserta, está plantada en el barrio. Y en el barrio, una de las cosas que creo que todavía no hemos logrado recuperar, por decirlo de alguna manera, desde la pandemia, es justamente esa fluidez de público que teníamos antes. Y creo que esto no solamente nos pasa a nosotros, sino en general: la cultura no ha recuperado lo que se perdió en la pandemia. Este hábito de compartir en una sala cerrada, de traer a los chicos de la escuela a la sala, este hábito de que todas las semanas vas al teatro o vas a algún evento cultural o vas a escuchar música y demás, eso todavía no se ha recuperado. Bueno, y nosotros estamos haciendo ese soporte y los costos de eso lo estamos sosteniendo y sustentando los artistas que pasan por la sala y los supuestos dueños de la sala, que somos también artistas y teatristas. ¡Muchas gracias! Y esto lo digo porque el estado que salió en la pandemia a poner el hombro a la cultura fue el Instituto Nacional del Teatro. Ni la provincia, ni la municipalidad, que a largo plazo nos puso unos bolsones, o nos puso creo que 10 mil pesos en su momento, durante la pandemia. Pero ahora que se acabó la pandemia, nosotros seguimos como si no hubiera pasado nada. No ha habido una reflexión sobre el estado en el que quedamos las salas de teatro independiente, teniendo en cuenta los distintos contextos en los que estamos plantadas. No ha habido un trabajo de los estados de realmente mirar eso que nos pasó como sociedad, que fue la pandemia. Y cuáles son los resabios que nos ha quedado, qué es lo que se rompió como hábitos de compartir, como hábito social, como hábito cultural desde ese lugar, ¿no? Y eso inclusive no lo vemos nosotros solamente en nuestra sala. La gente ha dejado de ir al cine, por ejemplo, prefiere quedarse en su casa, o sea, ese hábito inculcado por el tema pandémico de que se queden en su casa mirando la televisión enchufada al aparato es una de las cosas que todavía tenemos que seguir peleando, tenemos que seguir luchando y eso solamente con acciones que hagan que la gente vuelva a salir y a querer compartir con otros.
Y en este caso, bueno, nosotros la estamos haciendo como si hubiéramos empezado por primera vez, digamos. Poniendo la sala, es decir, haciendo volanteadas, yendo a las distintas escuelas, presentando lo que estamos haciendo, sobre todo nos está costando más recuperar el público infantil que teníamos permanentemente en nuestra sala, porque para las escuelas ya no es tan fácil sacarlos, ya que hay montones de trámites burocráticos; entonces no los quieren sacar, porque no quieren hacer el esfuerzo de hacer el trámite. Por suerte los centros vecinales son los que están respondiendo bastante mejor, ayudando a esta difusión, ayudando a este trabajo de recuperar y de volver a tejer esas redes con los vecinos. Y nosotros con los grupos, a full con esa tarea, porque si no recuperamos justamente ese ida y vuelta, nos tenemos que dedicar a otra cosa.
Artemia Barrionuevo, Almazenna Teatro - 9 de julio 4331, Barrio Las PalmasInforme: Redacción Tierra Media
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