Agustín Lasa presentó nuevo disco
La canción como celebración y resistencia
Santiago Pfleiderer
Agustín Lasa hace música, vive música, respira música. Los fogones, los patios y los encuentros son su hábitat natural. Con un recorrido tan variado como contundente, su paso firme en la canción lo siguen llevando hacia nuevos rumbos. En septiembre lanzó De Esos Abrazos, su nuevo disco, y la invitación a encontrarse se tuvo que celebrar.

La noche tibia de un miércoles de noviembre nos encontró en Estación 27, mítico reducto a los pies de la Torre Ángela. El abrazo y los primeros cigarrillos hicieron la previa a unas botellas de cerveza y a unas papas con cebolla, cheddar y panceta mientras la charla fluía como el agua por una canilla con el cuerito roto.
Así, tal cual. No hubo gran cantidad de preguntas, sino una deriva verbal mientras la tarde se hacía sombras.
En "Al lado del camino", Fito Páez dice: "En tiempos donde nadie escucha a nadie / En tiempos donde todos contra todos / En tiempos egoístas y mezquinos / En tiempos donde siempre estamos solos". En tiempos y en momentos donde muchas veces el individualismo, la miseria y la violencia hacen mella para resquebrajar el tejido social, el arte viene a curar y a sanar.
La conversación toca el compartir, el agradecer, lo hermoso de ser vulnerables ante el amor. Agustín habla como canta: el disfrutar de una familia, de los amigos y de las diversas experiencias lo llevan a contar su mundo donde hay guitarras y bombos, monte, cerros, pero también patios, blues, candombe, veredas y noches de cemento.
Las dificultades de la autogestión se transitan en hermandad, y hacer canciones se convierte en un acto de psicomagia.
Agustín Lasa es un leonino de agosto nacido en la ciudad de Salta. En el año 2008 estuvo unos meses trabajando en España a orillas del hermoso Mar Mediterráneo, y en 2009 arribó a la ciudad de Córdoba para estudiar Comunicación Social.
En ese año 2009, recién llegado a Córdoba, formó su primera banda, Checiruja, que duró hasta 2017 con cambios en su formación y con dos discos grabados: El Cielo en tu Cabeza (2014) y Los Inundados (2017).
En su adolescencia en Salta renegaba del folklore, y tenía una banda rockera llamada Círculo Vicioso.
El folklore formaba parte su ambiente pero sin llegar a influenciarlo del todo. De niño tuvo su primera guitarra la cual pasó años en su estuche, hasta que un día la prestó y se la robaron. Así llegaría su primera guitarra eléctrica y un amplificador junto con su desarrollo artístico y el descubrimiento de sus nuevas pasiones, ya en la secundaria.
Con Checiruja se dio cuenta de que las influencias del folklore siempre habían estado ahí, a pesar de haber renegado de ellas, y así también aparecieron la música latinoamericana y la influencia rioplatense, la murga y el candombe. Con el paso de los años se fue encontrando inevitablemente con la música folklórica.
Agustín confiesa que nunca fue un guitarrista virtuoso, y que estudiando música con Nacho Serfaty, cantante y guitarra de La Madre del Borrego, descubrió que su instrumento era la voz, y comenzó a estudiar canto con Pamela Merchán (bajo y voz de Dúo Mapas).
"El folklore me atrapó solo", dice. Sobre todo después de la separación de Checiruja a finales de 2017. Ese año la banda tuvo un cambio de formación, ya que muchos integrantes originales emigraron a otras ciudades y países para desarrollarse profesionalmente. "Armamos un disco muy rockero y conceptual, ese segundo disco terminó siendo épico, porque sonaba muy bien y teníamos unos temones".
Agustín también formó parte de Doctos, una megaformación integrada por múltiples personalidades tanto de la música como de otras ramas del arte: Edgardo Contizanetti, Carlos Salinas, Agustín Druetta, Marcos Luc, Enrico Barbizi, Max Rodríguez (baterista de Checiruja), Ema Oroná, y Pollo Luc.
-¿Qué pasó con Checiruja?
-Checiruja se separó porque había cumplido su ciclo. Fue, sobre todo, una porfiada mía. Era una banda muy universitaria en un contexto de mucha producción, militancia y presupuesto en cultura. Córdoba tiene mucha vida universitaria con los pibes y pibas del interior. Gran parte de la primera formación de la banda terminó sus estudios y se fue a desarrollarse profesionalmente a otras ciudades, incluso a otros países, por eso la tuve la actitud porfiada de reestructurar la banda con nueva formación.
-¿Cómo encaraste tu etapa solista?
-En noviembre de 2017 se presentó la última fecha de Checiruja. Pasó el verano, y en 2018 decidí no hacer nada mío. Ese año me sumé a varios proyectos. De a poco volví a algunos bares a tocar solo como para hacer una moneda, y ya en 2019 volví más envalentonado y decidí armar un proyecto con mi nombre. Ya las canciones que me estaban saliendo venían con un tinte muy folklórico, aunque seguían siendo canciones, con cierto desconocimiento del folklore como danza, pero ya había aires de chacareras y de zamba, entonces los llamé a Mateo Martino para que toque los vientos andinos, y a Mauro Carreras para que toque el piano, con la intención de formar un trío medio atípico. Y con esa formación debutamos en Los Siete Locos, y esa formación quedó para siempre.
A finales de 2019 comenzamos a grabar cuatro temas de cara a presentarlos a principios de 2020 y con la intención ya de empezar a viajar un poco y mostrar las canciones. Los terminamos de grabar en pandemia. Esos cuatro temas fueron lanzados en singles hasta formar el EP Día en diciembre de 2020.
En 2021 lancé Pequeños Relatos de Estos Últimos Años, que son nuevas versiones de dos temas de Checiruja (uno del primer y otro del segundo disco), otro tema inédito de Checiruja, y un tema, "Bebidas frescas", de un compositor salteño que se llama Dani Contreras, una canción que me la apropié hace muchos años. A finales de 2021 lanzamos "Toto", que es una vidala dedicada a mi compañero Perro San Martín que había fallecido en 2020.
En 2022 sacamos una sesión en vivo de dos temas grabada en una casa en Argüello que se llama Mocovíes Sessions, porque era en la calle Mocovíes, y tiene una versión de "Gatito e' las penas" con guitarra, voz y vientos andinos con el Pela Corbera y Marcos Echandía, y una canción para mi hijo, que en ese momento era mi único hijo, que se llama "Te vi". A finales de ese año sacamos un EP de tres temas en vivo que fue grabado en Salta titulado Usina Cultural Salta (En Vivo), que incluye un tema del primer EP; también una versión a piano y voz de "Dejarlas partir" de Fito Páez; y una versión de "El umbral del socavón" de un compositor que fue el último bluesman de Salta, Federico "El Pibe" Acosta, que falleció en 2017. Acosta fue integrante de Perro Ciego, Cebolla de Vidrio, y Mambrú y los Desertores, emblemas de la bohemia rockera de Salta.
En 2023 lanzamos "Vengo", un single es un carnavalito-cumbia con la participación de Pachi Herrera en el charango y en la voz, también grabamos un clip que está muy bueno.
En 2024 salió el EP Familiarmente que tiene dos canciones, "Los encuentros", de Mateo Martino, que es un hermano de la vida, y "Paisaje coplero" que es una zamba del papá de Valentina "Titu" Merchán, actual percusionista del proyecto y también hermana de la vida.
Y este 2025 presentamos De Esos Abrazos que es un EP de cuatro canciones de autoría propia, y es la primera vez que grabo composiciones propias de folklore con forma de danza. Este álbum tiene una vidala titulada "Andaba buscando"; una cueca cuyana, "La dueña de mi jardín", dedicada a mi hija más chica; una chacarera que se llama "Chacarera en el tiempo"; y "Zamba de un saludo para la luna" en la que participan Eli Fernández en la voz, Chelko Pajón en el bandoneón, Jorge Martínez en el piano, y Titu Merchán en bombo y coros.
De Esos Abrazos tuvo su lanzamiento oficial el 28 de septiembre en todas las plataformas y redes, y fue presentado en vivo el 18 de octubre en el Centro Cultural Graciela Carena
Los vasos se siguen llenando y la charla continúa.
-En este disco empecé este laburo de componer canciones folklóricas con la forma de la danza, porque anteriormente venía componiendo cosas pero al momento del baile era complicado, y una danza en ronda es lo más parecido a un pogo. También me encontré muy cómodo escribiendo poesía para estas canciones, me siento muy cómodo en lo que puedo decir y en el cómo decirlo. Siento que el folklore me permite componer sobre las cosas que hoy quiero decir y de las experiencias que me toca vivir.
Lo pienso de manera romántica, lo pienso de manera mágica, pero acercarme al circuito del folklore y conocer gente a través del folklore me ha regalado cosas y personas increíbles. Creo que no es casualidad, es estar donde tenés que estar cuando tenés que estar. Eso me ha permitido conocer gente, como por ejemplo a Martín Mamonde, y hemos creado una sinergia de laburo muy buena, es una de las personas con las que más hablo en mi semana, tanto como para lo que esté haciendo él, lo que esté haciendo yo, o lo que estemos haciendo los dos juntos. Hay una hermandad, es una forma de laburo que siempre me sedujo. El Mono Mamonde es una persona muy generosa, muy de abrir puertas y de presentar gente, y de abrazar y de estar. Y de pronto pasó esto: presentamos el disco en el Carena y terminó bailando en la presentación de mi disco el Negro Valdivia. Te lo resumo así: cuando decidí dedicarme al folklore Martín me presentó a uno de los íconos más grandes del folklore lindo de Córdoba, una cosa increíble. Valdivia es un ser mágico, a la semana me invitó a su cumpleaños en San Antonio, y uno piensa "lo estoy haciendo bien".
Eso viene siendo el folklore para mí, el encuentro. Además es un lenguaje universal que nos permite hacer música y comunicarnos. Sé que si toco una zamba con una letra mía la gente la va a poder bailar igual.
-¿Cuáles son los próximos pasos?
-Estaremos de peña en peña hasta que funda el verano. Andaré dando vueltas por el festival de Cosquín y sus peñas, lo que haya activo para esas fechas en otras localidades de Punilla y Calamuchita, y probablemente en febrero vayamos a la fiesta de la Chaya en La Rioja.
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