Aquí estoy, para que no me mires

Un experimento sobre el trabajo del espectador


Cristina Gómez Comini

¿Qué miramos? ¿Cómo miramos? ¿Cuánto miramos? ¿Nos mira lo que miramos? ¿Miramos lo que queremos o lo que podemos? ¿Existe la posibilidad de mirar sin ojos o más allá de ellos?

¿Cómo sería la experiencia de ir a ver (mirar) un espectáculo escénico y no poder hacerlo a pesar de tener ojos sanos, buena luz y estar bien ubicados en la platea? ¿Contradicción, paradoja, absurdo?

ph Sol Pérez
ph Sol Pérez

Primero aclaremos cuál es la diferencia entre ver y mirar. En términos generales ver refiere a la capacidad que nos otorga el sentido físico de la vista de percibir algo a través de los ojos, mientras que mirar es un acto consciente, voluntario, deliberado de dirigir la vista y toda nuestra capacidad perceptiva y atencional hacia un objeto, persona o situación. Por ende vemos todo lo que miramos pero no miramos todo lo que vemos.

En el ensayo El espectador emancipado de Jacques Rancière, el autor revaloriza el lugar del espectador restituyéndole su capacidad de mirar y consecuentemente de saber qué pensar sobre lo que mira y qué lugar darle en su campo de experiencias. El filósofo francés reacciona a esa idea denigrante de considerar al espectador teatral como un ser pasivo, que se deja seducir por una simple sucesión de imágenes. Permítaseme decir que, probablemente, esto suceda ante el bombardeo indiscriminado y no solicitado de las imágenes que aparecen en nuestros celulares pero nunca frente al hecho vivo de cuerpos en acción como lo es toda representación escénica ya sea teatro, danza o performance a los que, además, generalmente se elige asistir.

El experimento

Hace unos años el tema de la mirada del espectador me interesó tanto que llegué al punto de hacer un experimento para ponerla en jaque, es decir para impedir al espectador ver/mirar lo que él había decidido ir a espectar.

Dicho experimento no incluía a todas las personas del público sino a tres voluntarios que se prestaban a transitar una vivencia distinta.

La foto/publicidad de la obra mostraba a una bailarina hermosa, desconocida en Córdoba; la artista intrigaba ya que venía especialmente de Buenos Aires para bailar mi coreografía: un solo pensado para ella que, además, llevaba su nombre: TERESA, así se llamaba la bailarina y así se llamaba la pieza.

Se estrenaba en el VI Festival Pulso Urbano (diciembre de 2015), un festival de danza contemporánea que se realiza hasta el día de hoy cuyo objetivo es poner en valor los espacios urbanos a través de la danza teniendo en cuenta la historia y carga simbólica de los espacios propuestos. El sitio elegido para la performance era el flamante Centro Cultural Córdoba, atractivo por su imponente arquitectura vidriada y también por albergar nada menos que el Archivo Histórico de la Provincia.

Teresa bailarina ingresaba al espacio escénico desde la calle, vestida de un rojo furioso con un vestido largo, elegante, que marcaba su cuerpo esbelto, proporcionado y muy trabajado. Su larga cabellera suelta, su sonrisa de labios carmesí y su andar etéreo la hacían sumamente atractiva. Imposible no desear verla bailar sobre todo cuando ella se ubicaba en medio del tapete blanco y todos los ojos se dirigían a ella. Antes de su ingreso, mis asistentes habían solicitado tres voluntarios del público para la lectura de un texto, a cada uno se le entregaba una suerte de librillo donde el texto estaba dividido en tres colores y cada quien elegía el color que leería. Los voluntarios se sentaban en tres sillas rojas frente a tres micrófonos de pie ubicado, todo, exactamente frente al tapete blanco, una larga línea roja cual cordón umbilical unía el espacio escénico con la zona donde ellos estaban sentados. Apenas las tres personas empezaban a leer la bailarina comenzaba a danzar sin música, sólo con el texto; si las voces se detenían, se detenía la danza.

La obra sucedía en el entre es decir en la tensión generada por la bailarina que danzaba (quien, como todo protagonista de las artes escénicas, era consciente de la necesidad de ser mirada) y los tres espectadores/as voluntarios/as a quienes se les impedía, mediante una lectura dinámica, mirar libremente a la bailarina. El deseo de mirar de esos tres espectadores se veía frustrado por el compromiso asumido con la lectura en voz alta frente a un micrófono y a un nutrido público.

En términos escénicos los tres lectores quedaban tan expuestos como la artista ante la mirada de los demás espectadores y se convertían en protagonistas de la pieza al igual que ella.

Pero qué decía ese texto? Su contenido era auto referencial en el sentido que describía en primera persona la situación en la que se encontraban los lectores en ese momento y al mismo tiempo iban apareciendo relatos de la vida real de la bailarina (recurso de biodrama), acontecimientos al principio banales o cómicos y luego cada vez más profundos, íntimos y dolorosos. El texto tenía un carácter minimalista, con especial atención en la cadencia rítmica.

Además, la pieza contaba con un diseño sonoro que intervenía en tiempo real sobre las voces de los lectores en interacción con el contenido del texto leído y con la performance de la bailarina. Las voces estaban asociadas a tres parlantes diferentes y se alteraban con recursos varios dando texturas y calidades diversas, de esta manera se potenciaban timbres y colores subrayando la musicalidad de las frases que bailaba la performer. De a poco se establecía una conexión entre las inflexiones de la voz de cada lector, entre la manera de leer de cada uno y la bailarina, ella respiraba con el ritmo de cada uno, entendía y reflejaba las pausas, los crescendos y toda suerte de cambios reales que los lectores sufrían en sus voces a medida que se involucraban con las historias de vida de la joven. Se producía una curiosa sintonía que en muchos casos llegaba a ser conmovedora. El añadido de reverberación a las voces en vivo en determinados momentos del texto daban una mayor espacialidad y dimensión al acontecimiento.

Los lectores tenían a Teresa en frente pero sólo podían mirarla a través del texto, del espacio, del sonido y del significado mismo de lo que leían sobre ella.

La lectura duraba entre quince y veinte minutos, al terminar el texto cuando los tres lectores finalmente podían bajar el librillo y mirar tranquilos a Teresa ella dejaba de bailar, es decir que nunca pudieron ver su danza. Sin embargo se había establecido un vínculo, un vínculo no visual entre artista y espectadores, trascendiendo la necesidad de mirar con los ojos para mirar desde un campo sensible expandido. Los tres conejillos de Indias y Teresa ahora se miraban libremente, ella caminaba hacia ellos y todos se confundían en un emotivo abrazo.

Mientras el público dejaba el recinto se escuchaba la grabación de un mix de las mismas voces y los mismos textos que se habían leído, era el retorno de algo acontecido en un tiempo pasado. El CCC era un marco apropiado para tomar conciencia del pasado, para el conocimiento y construcción de historias personales en tensión con historias colectivas justamente por ser el edificio del Archivo Histórico de Córdoba. Como dijo el músico que nos acompañó en el experimento el retorno de esas voces de personas que apenas había leído se convertía en una apelación a la memoria y a la tensión que ésta establecía con el presente, se trataba de una experiencia compartida de la que todos habían sido testigos. Además, el Centro Cultural Córdoba era también un lugar donde se iba a mirar ya que contenía salas de exposición y auditorio.

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Fotografías: Sol Pérez

Recapitulando

Esta propuesta/experimento tuvo su foco principal en el concepto y la acción de mirar, problematizando el lugar del espectador y su relación privilegiada con la visión (Ranciere).

Se buscó inducir a la reflexión sobre la necesidad de abrir el campo sensible del espectador frente al arte contemporáneo en general y a la danza contemporánea en particular.

"Aquellos que observan deben ser capaces de ejecutar la acción de dislocación y salir de su posición confortable y experimentar el misterio. Aplicar, en el ámbito del receptor, el mismo grado de desafío en relación con la creatividad, la implicación, la experimentación y la organización de los elementos fragmentarios que se ofrecen a la vista en una unidad de sensación." Claudia Galhós

Post data

Luego de su estreno en Córdoba la obra fue invitada a presentarse en el IX Festival de Danza Contemporánea de Buenos Aires (Usina del Arte) y en 2016 se estrenó en San Pablo (SESC Sao José do Rio Preto), Brasil. Para esta ocasión se tradujeron los textos al portugués. La obra tuvo el mismo impacto en el público de Córdoba, Buenos Aires y San Pablo.


Ficha artística

Idea, texto y dirección: Cristina Gómez Comini
Asesoramiento dramatúrgico: Lic. Soledad González.
Bailarina: Teresa Marcaida
Diseño de sonido: César de Medeiros
Coreografía: Cristina Gómez Comini y Teresa Marcaida
Vestuario: Ana María Rojo
Fotos: Sol Pérez


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Comentarios:

Penélope Arolfo: Hermoso texto. No me acordaba de esta experimentación. Un espacio propicio para reflexionar en torno al lugar del espectador.. gracias!

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