Bailar sin etiquetas

Noelia Pajón


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La danza es una forma de expresión artística basada en el movimiento del cuerpo en armonía con la música, el ritmo o incluso el silencio. Históricamente ha sido parte fundamental de rituales, celebraciones y tradiciones culturales en todas sus formas.

La misma tiene el poder de conectar a las personas, expresar sentimientos complejos y contar historias sin necesidad de palabras que con cada estilo es capaz de transmitir sensaciones únicas. Es un lenguaje accesible para todos, sin importar edad, género o procedencia.

En esta universalidad del movimiento es donde se encuentra el núcleo de lo que hoy se conoce como danza inclusiva: una disciplina que desafía los límites del cuerpo convencional para abrir un espacio donde la expresión artística se convierta en un derecho de todos.

La danza para personas con discapacidad busca mucho más que el desarrollo técnico o la puesta en escena de un espectáculo. Es una herramienta poderosa para la inclusión social y personal.

Los procesos de creación en este tipo de danza se centran en las posibilidades del cuerpo, en vez de sus limitaciones, fomentando la participación activa de todos los bailarines y aporta beneficios terapéuticos, como el desarrollo de la motricidad, la coordinación y la conciencia corporal. Además, fortalece la autoestima y el sentido de pertenencia, ya que permite que los participantes se sientan parte de un colectivo creativo.

La danza inclusiva promueve la conexión emocional entre las personas, rompiendo barreras y estereotipos sobre la discapacidad.

Un ejemplo de danza inclusiva en el mundo es el de Axis Dance Company, con sede en Estados Unidos, pionera en la integración de bailarines en sillas de ruedas. Esta compañía ha creado un lenguaje de movimiento único, mostrando cómo la combinación de diferentes capacidades físicas enriquece la expresión artística.

Crédito de la foto: AXIS Dance Company. La imagen muestra a 4 bailarines: una pareja de un hombre y una mujer, y detrás, dos mujeres con un bastón de aluminio.
Crédito de la foto: AXIS Dance Company. La imagen muestra a 4 bailarines: una pareja de un hombre y una mujer, y detrás, dos mujeres con un bastón de aluminio.

En Argentina, la danza inclusiva ha ido ganando terreno gracias a iniciativas locales que buscan democratizar el acceso al arte. Existen varios talleres y compañías dedicadas a esta disciplina, como el Grupo Alma, en Buenos Aires, una de las primeras compañías de danza integrada del país que ha llevado a los escenarios obras que combinan la danza contemporánea con la expresión de cuerpos diversos, mostrando que la discapacidad no es un impedimento, sino una posibilidad de explorar nuevas formas de movimiento.

Crédito de la imagen: Diario “La Nación”. La foto muestra a dos bailarines haciendo una performance: una mujer en silla de ruedas acostada en el piso, y sobre ella un hombre.
Crédito de la imagen: Diario “La Nación”. La foto muestra a dos bailarines haciendo una performance: una mujer en silla de ruedas acostada en el piso, y sobre ella un hombre.

La danza para personas con discapacidad es una expresión artística en constante evolución. Está transformando no solo los escenarios, sino también las mentes de los espectadores y la manera en que la sociedad entiende el movimiento y la inclusión.

En un mundo que tiende cada vez más hacia la diversidad y la inclusión, la danza para personas con discapacidad se posiciona como una herramienta fundamental para cambiar paradigmas y generar nuevas oportunidades.



Noelia Pajón


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