Canción sobre canción

10.08.2025

En torno a las letras de la canción contemporánea en Córdoba


Gastón Sironi

Este texto surge por invitación de nuestros músicos Mariano Cocimano, Enrico Barbizi y Santi Guerrero, creadores del Sindicato de la Canción, que se ha convertido en uno de los ciclos más valiosos de nuestra ciudad, un registro único: dos cantautores o cantautoras, y en el intervalo una charla o lectura en torno a la canción contemporánea. La magia sucede cada jueves en el Sindicato de Maravillas, esa sala (y ese bar) cuyo nombre es un sueño.

Ph: redes Sindicato de la Canción. @belzagui.fotoyamor
Ph: redes Sindicato de la Canción. @belzagui.fotoyamor

Flecha al corazón

¿Por qué "Canción sobre canción"? Por el tema de Fito, primero, ése que parece definir el género:

Flecha que apunta exacto hacia el corazón.
Canción que cuenta cómo nace,
canción de amor que te recuerda.
(...)
Vivimos tras los escenarios,
tratando de entender un poco.

Una canción a veces nos ayuda a entender un poco. Dijo un cantautor de este ciclo, Martín Mamonde: "Me calienta la canción que me diga algo que no sé".

Latido de vereda

La palabrita nos llega desde el latín cantio, "canto", "encantamiento". Es una composición literaria que se canta, que ha sido pensada para una música, o que busca una música. Para definir canción acudo a Maca, poeta y maestro editor, (Gustavo Wojciechowski, editor de Yaugurú, posiblemente la más singular editorial uruguaya):

El origen de la palabra es la voz. No había palabra sin voz. Un cantor. Con la palabra abre. Vocea: acá está mi calle, puertas y ventanas: los vecinos. Una canción es una casa. Por este pasillo se va hasta el estribillo. Se humedece en el sótano de las cosas. Pero hay vigas. Una estructura que sostiene la estrofa. La pura arquitectura de la melodía donde late la letra. La poesía. El cantor habita su casa que es la canción que es de todos.

(De un prólogo imaginado para el libro Latido de vereda. Letras acompañadas, de Jorge Di Pólito Hansen, Yaugurú, Montevideo, 2021.)

Entonces, también "canción sobre canción" por las capas que están debajo de cada tema, aun de manera inconsciente, en el aire, en la atmósfera que respira y traduce para nosotros cada cantautora, cada cantautor. El juglar, y sus sinónimos: vate, rapsoda, bardo (el poeta de los antiguos celtas, que al llegar aquí se ha hecho revoltoso, quilombero, bardero); el trovador, es decir, el que escribe trovas, composiciones métricas escritas para ser cantadas o acompañadas por la lira. De allí la lírica, la poesía, que tal vez lo sea en la medida de su música.

"Canción sobre canción" porque este ciclo propicia una oportunidad para que, junto al fuego de las canciones, pensemos sobre la canción contemporánea en nuestra ciudad.

El aire

No todo poema es una canción, pero toda canción debería correr sobre un buen poema. ¿Cuánto de poesía hay en una canción? ¿Cuánto de hondura, color, ritmo, potencia poética?

Enseguida aparecen los grandes poetas de la canción contemporánea: Fandermole, Silvio Rodríguez, Atahualpa. Spinetta, Fito Páez. Y las parcerías, esas complicidades eternas que pasan a ser nombre y apellido: Lennon/McCartney, Vinicius/Jobim y Vinicius/Toquinho, y aquí, Leguizamón/Castilla.

Pero en el ciclo se convoca a quienes lo hacen todo, la letra y la música. En su intervención, la querida Gaby Estofán, una persona tan valiosa para nuestra canción, citó a un poeta nuestro, Pablo Carrizo:

Alguien que anota, recibe.
Alguien que habla, vacía.
Alguien que canta, incendia el aire.

Nuestra (im)posible trova

¿De qué nos hablan las canciones nuestras? ¿De amor, de política? ¿De la ciudad? ¿De lo que no volverá, de lo que vendrá?

Por el Sindicato de la Canción han pasado más de cien cantautoras y cantautores. El ciclo tiene el valor de trazar un mapa de la ciudad actual en la canción. Es un mapa fabuloso, y es también sólo una parte del mapa, ésa que a falta de mejor descripción llamamos, pobremente, "género canción", y que remite a lo urbano contemporáneo, bajo el paraguas de otro rótulo con el que nombramos también a teatristas, editores, cineastas, y que tampoco alcanza: "independientes". Tal vez un piadoso eufemismo, para dar abrigo y aliento a quienes actúan a la intemperie del sistema, del mercado, que son una y la misma cosa.

Este recorte particular no abarca la producción folclórica (como Córdoba morena y La vuelta larga, de José Luis Aguirre, o las magníficas Luna cautiva y Zamba de Alberdi, del Chango Rodríguez, por cierto decididamente urbanas). Tampoco el tango, ni ese mundo aparte de la canción cordobesa que es el cuarteto.

Es interesante que este ciclo adopte el nombre del lugar: un Sindicato. ¿Pero hay algo así en la canción de Córdoba? ¿Hay una idea de unión de quienes están en la misma? Con desolación, y después de haber asistido a la mayoría de los encuentros del ciclo, diría que no: son pocos, muy pocos, quienes vuelven para escuchar a sus propios colegas. Si en forma sostenida se comprometiera una parte de los más de cien participantes del ciclo, cada encuentro podría conformar algo potente y grupal, un club. Arduo es construir comunidad en tiempos tan poco comunes. Quizás algo de esto explique la ausencia de un sólido movimiento colectivo, nuestra (im)posible "trova" cordobesa.

Una poética del Enter

Volvemos a la poesía. De la mano de Internet, irrumpió en los años noventa cierta poesía de escueta música, casi exclusivamente narrativa, egocéntrica, que cuenta lo que le pasa a cada quien. La poesía del yo de los malditos noventa, muchas veces una apenas poética del Enter (digamos, producir un texto y pulsar un "Enter" aquí y allá, una mera escansión sin métrica ni ritmo).

Pero "lo más profundo no es íntimo", aclara la gran poeta uruguaya Circe Maia. Si queremos saber cuánto daño nos ha hecho el neoliberalismo, cuya primera versión local se llamó menemismo, aquí tenemos una prueba. La sensación de apocalipsis que nos abruma hoy no nació este año. Se tramó en los noventa, cuando lo vendieron todo, cuando nos convencieron de que nosotros mismos teníamos que vendernos, teníamos que tener un perfil. De que nuestras redes sociales ya no estarían afuera, en la calle, en el club, en el trabajo, en la escuela, en los bares, sino en el aparatito de cada quien.

El apocalipsis. ¿Hablan nuestras canciones del apocalipsis? "Canciones para pasar el apocalipsis", podría llamarse la próxima edición de este ciclo.

Canción del apocalipsis

En su intervención en el ciclo, nos preguntaba Dirty Ortiz: "¿Por qué se recuerda una canción? La canción es una arquitectura de la emoción, el cantautor su arquitecto". ¿Y quiénes son los arquitectos de nuestras canciones?

En Montevideo: Fernando Cabrera, Ana Prada, Jorge Drexler, Laura Canoura, Leo Maslíah. En Buenos Aires: Charly, Spinetta, Celeste Carballo, Marilina Ross, Gabo Ferro. En Rosario, toda una trova: primero Fandermole, poeta mayor de la canción en castellano. Y Abonizio, Fito, Silvina Garré, Goldín, y Lalo de los Santos y ese himno que es Tema de Rosario.

¿Y en Córdoba? ¿Hubo, hay o habrá una trova cordobesa? Vamos a bucear un poco.

En los ochenta Francisco Heredia escribió algo así como tres himnos, Córdoba va, Aguas de la Cañada y En la peatonal, para el primer disco de Posdata, que incluía la gran Oración de un desocupado, de Juan Gelman, y Volvamos a andar, de Cachi Badra, que parece reclamarnos hoy:

Yo había venido a decir
que no es posible ya no insistir.
(...)
Yo había venido a insistir
que es posible decir:
"El ayer se hizo noche
hoy es madrugada...
¡volvamos a andar!"

Horacio Sosa, cantante y guitarrista de Posdata, firmaba Quiero amar mi país, canción sobre la dictadura que llegaría a grabar Mercedes Sosa en su disco Vengo a ofrecer mi corazón, de 1985. Desde su Canción espejo, del disco Línea del corazón, de 1991, hace más de treinta años Horacio Sosa también escribía para hoy:

Están llevando a otra parte
los oídos de la gente
les están quitando sus adentros
sus misterios, sus espejos.
¿Quién viene a mirarse en mi canción?
¿Quién viene en auxilio de este amor?

Horacio Sosa integraría más tarde un trío con Sergio Korn y Ariel Borda, autor de Corazón de aldea, y de esa canción inolvidable que es Dirigible, otro himno:

Por galerías llenas de vitrinas
la vida tiene un precio y un local
allí el comercio crece y nos domina
allí siento a la tarde soledad.

Me iré en un dirigible a plaza España
pues antes de morir quiero observar
los edificios, mis grises montañas
y mi alma errante por la peatonal
y mi alma errante por la peatonal.

Casi cuarenta años después, en un homenaje ético y estético, esta canción vuelve hoy en la delicadísima película Sobre las nubes, de la directora cordobesa María Aparicio.

Ariel Borda, que participó de la primera edición de este ciclo, es autor también, justamente, de la Canción del apocalipsis:

Ya no habrá nada por cantar
(...)
el mundo se muere
ya no habrá mujeres
ni un poema se va a salvar
qué pena que me da.

Luego vendrían otras bandas a trabajar en la canción: Los Músicos del Centro, con composiciones de Juan Carlos Ingaramo; Jettatore, El Sueño Americano, Proceso a Ricutti, con varias letras de Dirty Ortiz, Tamboor, con Daniel Giraudo.

Y poetas de la canción, como Carlos Piano, nuestro propio Fander. En su libro 51 letras (Textos Intrusos, Buenos Aires, 2020), donde ha compilado sus canciones, dice el Flaco Piano: "Sin el manto protector de la música la palabra desnuda queda expuesta".

Aquí un ejemplo, fragmento de la canción Coplas:

Algo me enseñó el ocaso
de un pensamiento prestado:
que todas las aguas tienen
el color de los ahogados.

El fuego arde y va quemando
la leña al que está adherido
como el hombre sigue atado
a la pena que ha sufrido.

El fuego desaparece
con el leño consumido.
El hombre tiene un deber:
arder mientras esté vivo.

Quien quiera buscar su bellísimo trabajo, se encontrará con una pieza perfecta que se llama Mal de sauce, una canción de río y deseo que navega con la Oración del remanso de Fandermole:

Como fuego en el agua
te veo encender
al tenderse la noche
sobre el atardecer,
me llamás con un guiño
no me puedo mover
al influjo del río
me quedo a beber.

Mi alma es un barco más
a navegar, detrás
del ventanal del bar,
un síntoma de mal de sauce nomás...
visión fugaz
(...)
quiero tocarte pero te alejás
dejás
correr el agua que jamás
querrás
beber
para saber
cómo es vivir sin sed.

Por supuesto, el buceo es parcial, fragmentado como todo recuerdo. Como creciendo con el Flaco Piano, cantando también su poesía, surgiría luego Jenny Náger, compositora e introductora de poetas como Leminski y Arnaldo Antunes. Y aquí nombro también a Paola Bernal y a Andrea Molas, autora de los discos Cantos robados y Perros locos, con canciones precisas como Vestido, Invitación a volar, Canción de cuna para mi voz, y relecturas de Pizarnik y de la poeta cordobesa Andrea Guiu. Recuerdo aquí otra canción que ha trascendido y merecido varias versiones: Amor ausente, de Claudio Pacheco y Eduardo Bechara, que grabara primero nuestro tan querido y recordado Titi Rivarola, y luego Eruca Sativa.

Y más acá, a Juanpaio Toch, prolífico compositor, integrante de los Toch y autor de canciones como Día de lluvia y Para empezar, entre tantas otras.

El problema son las letras

¿Y qué dicen nuestras canciones hoy? "El problema son las letras", dijo Simón Martínez, uno de los cantautores del ciclo.

Ahora, vamos a hacer un paseo por algunos versos que escuché, un ínfimo eco de tantas canciones que quedaron reverberando en mis libretas:

Cuidado con el borde.
se está poniendo oscuro.
(...) ¿Cómo reconocerse?
¿A dónde están los puentes?
Son los caminos una sola encrucijada
el ritmo de los días
la ausencia inesperada
la inundación y el cuerpo una piedra estancada.
(...) A ver si queda algo de tanto que fuimos
(...) nos dijimos todo
ya no quedaba nada
ya no será este río nuestro río.

Lucas Heredia, Inundación.

Dice Lucas que la canción permite recordar quiénes somos, quiénes fuimos; la canción en la memoria, la canción y el fuego primordial.

Jota Figueroa, Manifiesto: En la palabra duerme el fuego / yo sé. / Que ningún dios le ponga nombre / a mi fe. Y en su huaynito, Irse yendo: Quizás morir es olvidar nomás / y en silencio irse yendo / a arroparse con el universo.

Belu Egües, Sola en el bar: No somos más que diablos / en tiempos distintos / y el mismo bar. Sobre el tiempo cantó aquí Maru Chamella. Dice su canción Otra vez: Pasan los días, pasan / las horas, pasan los años / pero lo que trasciende / no está en el calendario. También Fada Falú aborda el tiempo, en Cinco minutos: Hay que insistir / darle la vuelta hasta el fin. Dice Fada: Un poco de frescura / que apague todo lo que arde / si total los deseos primitivos / no dejarán de arder. / Lo confirma Santiago Guerrero, que canta sobre un poema de Ricardo Cabral: La luz prevaleció / no hay nada que apagar / hay que dejar arder, y también en Intemperie: Sólo se esperar / que el sol no me falle hoy.

"¿A cuántas canciones estamos de distancia", pregunta un cantautor del ciclo; puntuada por un silbido entrañable, Maxi Leiva canta una poesía singular en sus temas Esquinas, Caballo de verano, Lo que dice un árbol y Virgen de Santa Lucía: Hay una serpiente en el cielo / lejos de temerle la quiero / para saber cómo soy.

Riqueza semántica, potencia metafórica. ¿El amor, un arrebato? ¿Un misterio? Así, la canción Vino viniendo, de Clara Presta:

Vino de nunca
vino de nadie
como un clamor que me ensordeció.

Vino del cielo
como en un sueño
o del infierno lleno de ardor.

Vino de lejos
sin darme tiempo
llenando espacios
me poseyó.

¿Cantan nuestras canciones al mundo sin trabajo, a la venta de nuestros países, a la venta de personas? ¿A eso que llamamos inteligencia, pero es artificial y es también un artificio para dejarnos sin trabajo, y sin el mundo que conocimos? ¿A lo que pasa, a lo que nos pasa como comunidad, si es que somos una comunidad? ¿A lo que se acaba?

Una cantautora jovencísima es Quimey, que algo de todo esto sugiere en su canción Vete de mí. Me he vuelto fiel al silencio, dice sin embargo. Le canta a Layla, una niña que en las calles de Yofre Sur espera a su padre que limpia vidrios.

Anneta Pé nos conmina en su canción Abrumada: ¿Quiénes se van a levantar / para despertar? "Ojalá siempre esté atenta", responde desde otra canción Cecilia Stocco. Y también Lara Pía, en dos canciones preciosas, Costal y Sincronizando, que dice:

De acero cae este diluvio
queriéndonos dejar sin ver
que el mundo lento se desarma
nos desarmamos sin querer.

Llegan los tiempos del desvelo
que no se duerma mi verdad.

Otro joven cantautor es Julián Torti. De él estas estrofas:

Cuando estoy con usted
se ecualiza la tormenta
mis ojos vuelven a ver:
es por algo que no pudo ser.
(...)
Cuando la conocí
llovía dentro y fuera de su piel
pero amaba como un faro;
el mundo la enoja, lo sé:
es por algo que no pudo ser.

Julián Torti es segunda generación de cantautores. Su madre, Marcela Orge, es autora de un disco estupendo, Canción de mí, con canciones que se quedan con uno, como La noche que yo te vi y Va donde voy. Julián ha llamado a su disco Oxigenar, que incluye la bellísima, sensible Zamba para Marta.

Llegando al final del paseo, dos artistas comprometidos con su tiempo y con su lugar. Lucre Ortiz y A la hoguera, condena y conjuro a los dueños de este mundo:

A los patrones y magistrados
que juzgan siempre pa'l otro lado
yo les dedico mi canción
y que se encienda tu emoción
y que los echen a la hoguera
y que les bailen el ritual
y que se encienda la madera
crujiente del tambor.

Y Ají Rivarola, alma mater de Armando Flores, en Los principios ya terminaron:

Esta sartén no tiene un mango
con un poder que ya no puede
con una deuda que nos mantiene,
como unos pollos acogotados
nos han pelado.
No vuelvas a votar lo que has votado
porque ha fallado.

El Ají, algo así como un Tom Waits cordobés, nos recuerda que quienes escriben, componen y cantan, mueren, pero las canciones quedan. Así lo dice Ají, en su milonga Mi canción volverá:

Yo sé que mi canción volverá
cuando ya me haya ido...
pero yo sé que mi canción seguirá
soplando un viento tibio
con el play de un deejay maldito
en un tiempo infinito
yo sé que volverá.

Gastón Sironi,
invierno de 2025.

Sindicato de la Canción

Dicen los organizadores

Amamos las canciones. Estamos acompañados de ellas todo el día, toda la vida. Nos recuerdan momentos hermosos y tristes, lugares, amigos, amores. La banda de sonido de nuestras vidas, se ha dicho mil veces. Pareciera que no podemos vivir sin canciones. Es por eso que era necesario reunir en un espacio y en este tiempo a todos los creadores de canciones de esta ciudad y cercanías, para conocernos, para encontrarnos, para descubrir de qué hablamos, a quién le cantamos los cordobeses. ¿Nuestras canciones son populares? ¿Son doctas? ¿Tienen tonada? ¿Cómo hacen nuestras canciones para competir con la alta rotación que nos es impuesta desde las capitales y los medios? Mucho más que un ciclo, nuestra intención oculta, nuestro propósito político, es una invitación a generar entre todos un espacio para crear comunidad y visibilizar a tanta gente que hace canciones en estas tierras. Un ejercicio de pensamiento colectivo. Un ejercicio de libertad que nos aleje de ser un coro alienado que repite fórmulas ajenas y pasteurizadas. Un camino que nos lleve a crear un lenguaje propio y diverso.

Ciclo 2023 (76):

Andrés Arias, Enrico Barbizi, Ana Bielewicz, Juan Bitar, Ariel Borda, Araceli Bonfigli, Lu Boreal, Maxi Bressanini, Gustavo Bustamante, Bren Coll, Mariano Cocimano, So Costamagna, Maru Chamella, Daniela Dalmasso, Patricio Debiase, Fito Díaz, Agustín Druetta, Luciano Duarte, Tati Falco, Willy Ferreyra, Lara Fernández, Vicky Fontana, David Fontana, Lauri Fire, Gaia, Lu Galli, Vicky Gastón, Santi Guerrero, Goyo González, Mariano Hache, Ro Heredia, Nati Hinzman, Gi Ahumada, Juaka, Sergio Korn, Agustín Lasa, Santi Lanfri, Mati Lubrina, Marcos Luc, Fede Lucero, Juan Marcelo Lucero, Luciano Levin, Manu Malatao, Martín Mamonde, Casim Masud, Tato Masué, Fabricio Morás, Jenny Náger, N.I.A., O-Bri, Luli Oli, Anetta Loop y los Círculos Mágicos, Lucre Ortiz, Ile Pez, Lara Pía, Martín Pinkerton, Lau Peralta, Mari Polé y Juanma Cannizzo, Tampoco la Chamana (Belu Egües), Trini de los Power Rangers, Carlos Sada, Koky Schroeder, Julieta Scianca, Leo Sosa, Pablo Vec, Pamela Rudy, Fernando Rahe, Josefina Ra, Nico Rizzo y Ernesto Weler.

Ciclo 2025 (julio inclusive: 38 + 17 charlas/lecturas):

Ceci Stocco - Lucas Heredia + Dirty Ortiz, ¿Cómo construir un hit? / Lauri Fire - Santi Lanfri + Pablo Arietti, Sin miedo al éxito / O-Bri - Dani Dalmasso + Jorge Monteagudo, No toquéis con la ropa con la que cortáis el pasto / David Fontana - Lara Pía + Gaby Estofán, Yas cagao. Cómo decidir y no morir en el intento / Ají Rivarola - Guadalupe Gómez + Karina Frías, Zona de promesas: sostener la canción más allá del escenario / Martín Mamonde - Lu Calli + Germán Arrascaeta, Canción, el misterio eterno / Lucre Ortiz - Jota Figueroa con Gabi Merlo + Daniel Santos, Los periodistas culturales pueden desaparecer / Fada Falú - Julián Torti + Pau Candi, Sólo crear comunidad vence al algoritmo / Anetta Pe y Simón Martínez - Nash Coll + Tebi Tazzioli, Pánico escénico, falta de inspiración y obsesiones mundanas / Quimey - Esteban Kábalin + Camila Argüello, Producir petit / So Costamagna - Andi Arias + Lucio Carnicer, Esperando el dron / Bicho Palo dúo - Debo Weht + Gastón Sironi, Canción sobre canción. / Clara Presta - El Chico Romañioli + Elisa Gagliano / Hermit Holmes - Maxi Leiva + Diego Quiroga / La Virgenxita - Tati Falco + CJ Carballo / Jagu Rom con Marian Gentile - Manu Estoa con Mati Quevedo + Jopi Heinz / Lunar Dúo (Vale Arnal y Lucas Fambrini) - Hueso Horsmann + Fernando Tarragó

Para escuchar canciones del ciclo:

open.spotify.com/playlist/3BA47XTS2oWqpc6egiShxV?si=ebf6e7da5dad4a2f




Gastón Sironi

Escritor y traductor, dirige el sello Viento de Fondo (www.vientodefondo.com), cuatro veces Premio Burnichon al libro mejor editado en Córdoba. Cocreador del Festival Internacional de Poesía de Córdoba. Publicó, entre otros, Río (poesía, Yaugurú, Montevideo); Negro de fondo (cuentos, Alción; serigrafías de gran tamaño en caja de roble con grabados de Carlos Peiteado; traducido al francés: Noirs horizons, L'instant Même, Quebec); Tratado de los vientos (poesía); Ensayo sobre Eva (teatro); Embarcados (poesía, para la película de Rodrigo Fierro; videopoemas con Juanpaio Toch). Ha traducido, entre otros, a Paul Valéry, Scott Fitzgerald, Jean Cocteau, Saint-Exupéry, Arnaldo Antunes, Marguerite Duras, George Brassens. Entre otras, escribió las canciones del disco No me busques en el frío, con música de Jenny Náger, editado junto con el libro de poesía Ahora, con fotografías de Rodrigo Fierro.


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