¿Qué fue (d)el grupo Carta Abierta?
Baal Delupi
La disolución del espacio Carta Abierta, tras 11 años de producciones discursivas, suscitó debates sobre la función del intelectual en la Argentina contemporánea. Personalidades como Horacio González, Ricardo Forster, Eduardo Jozami, María Pía López, entre otros, formaron un grupo que cultivó una imagen de sí asociada al gobierno kirchnerista, defendiendo las medidas del ejecutivo en la Biblioteca Nacional, medios periodísticos y distintos espacios de debate político.
Para comenzar a retratar este colectivo, hay que señalar que los tres gobiernos kirchneristas reunieron intelectuales prestigiosos, quienes tuvieron un lugar preponderante en las producciones discursivas de ambos mandatarios. En marzo del año 2008 se fundó el Espacio Carta Abierta, con el objetivo de poner en ideas la resistencia del lockout patronal agropecuario nacional que duró 129 días; con el tiempo, este grupo creció y se hizo muy conocido. Divididos en comisiones de Cultura, Economía, Estado, Política de género, Derecho tecnológico, Foro de salud, Filosofía, entre otras, publicaron 28 cartas. En ellas expresaban sus ideas y preocupaciones frente a diversos conflictos.
Así se presentaban en su blog, desaparecido hace algunos pocos años:
Es un espacio no partidario ni confesional conformado por personas de la cultura, la educación, el periodismo, las ciencias, el cine, las artes, la poesía y la literatura, entre otras disciplinas. Surgió en marzo de 2008, en defensa del gobierno democrático amenazado por el conflicto suscitado por las patronales agropecuarias, y distinguiéndose siempre por la preservación de la libertad de crítica. Se trata, pues, de una iniciativa ciudadana, plural, democrática, horizontal y participativa, que se expresa por medio de su Asamblea y por sus escritos públicos conocidos como Cartas Abiertas. Sus reflexiones, debates y elaboraciones sugieren un novedoso modo de intervención política que también se materializa en Comisiones de Trabajo sobre diversos temas que hacen al interés público.
Algunos de los integrantes del espacio fueron: Nicolás Casullo (escritor y filósofo), Patricio Contreras (actor chileno-argentino), Jorge Dubatti (crítico teatral e historiador), José Pablo Feinmann (escritor y filósofo), León Ferrari (pintor), Horacio Fontova (músico y actor), Ricardo Forster (filósofo y ensayista), María José Gabin (actriz, bailarina, docente), Norberto Galasso (historiador), Néstor García Canclini (antropólogo), Juan Gelman (poeta), Julio Godio (sociólogo), Horacio González (sociólogo), Ricardo Halac (dramaturgo y periodista), Liliana Heker (escritora, cuentista, novelista y ensayista argentina), Carlos Heller (cooperativista, fundador y presidente del Banco Credicoop, diputado nacional), Noé Jitrik (crítico literario), Eduardo Jozami (periodista, escritor, activista).
Cuando Carta Abierta surge, lo hace en un contexto de hegemonía muy severa en términos de la opinión pública y del sistema de los medios de comunicación. Este espacio se construye en una primera instancia como un sujeto crítico que viene a colocar en la esfera pública la importancia del rol intelectual en conflictos destacados como el que tiene el gobierno con las patronales agropecuarias o los medios de comunicación hegemónicos.
Luego, se produce un corrimiento y se empieza a configurar un sujeto partidario que acompaña las medidas del gobierno de Cristina Kirchner, apoyando la agenda política y discutiendo en medios de comunicación e internet. Si el imaginario crítico y mediático predomina en las primeras tres producciones discursivas, el estatismo va a ser el imaginario más recurrente en las cartas posteriores. La muerte de Néstor Kirchner es determinante para su rol como "conjurados" del gobierno, proponiendo la profundización de las medidas políticas oficialistas. Durante la gestión de Mauricio Macri propugnan un imaginario de unidad que los va a acompañar hasta la victoria de Cristina Kirchner y Alberto Fernández en el año 2019. De este modo, Carta Abierta recupera una tradición crítica, al comienzo, para luego proyectar una imagen de sí inédita en la historia de Argentina: el intelectual partidario.
Sobre el final de su existencia, poco antes de la carta número 28, el colectivo vuelve a la figura del intelectual crítico, entendiendo que deben "correrse", que no es su momento histórico, comprendiendo la nueva época en la que "otros" tienen que actuar.
En síntesis, en Carta Abierta se observa la construcción de un sujeto intelectual partidario, más allá de su primer momento, una novedad para la historia intelectual argentina que solo conocía esa tipología con el gobierno de Alfonsín y el grupo Esmeralda, aunque duró poco tiempo. Es un intelectual que opera también en la discursividad mediática, defensor de las políticas kirchneristas, anticipador de triunfos y avanzadas electorales (el caso más emblemático es el del macrismo), aunque por momentos intenta volver a la figura crítica. Los acontecimientos que se desarrollan entre 2008 y 2011 muestran configuraciones discursivas emotivas que acompañan a Cristina Kirchner en su "duelo", defendiéndola de la embestida de la oposición. Ese periodo fija, de alguna manera, la identidad partidaria que se edifica hasta el año 2019.
Me gustaría utilizar la historia de Carta Abierta para interrogarme sobre esa figura política del intelectual (vinculada al siglo XX) en la actualidad, a la luz de los últimos años y los cambios profundos que estamos viviendo.
El intelectual comprometido y revolucionario que producía complejos escritos de economía, política, filosofía, entre otros temas, ¿puede pensarse hoy en día? Estamos ante un contexto de hipermediatización, capitalismo financiero mundial, donde la tecnología, si bien nos conecta, también nos aísla; en un momento de desigualdad brutal y donde el peligro por el medioambiente se extrema. A su vez, asistimos a la pérdida de los grandes relatos. ¿Eso significa la 'muerte del intelectual'? Probablemente no, aunque es difícil pensar una figura similar en la escena pública, con gran reconocimiento y 'llegada' como tuvo Carta Abierta.
Es el tiempo de las derechas, ya no solo en el campo político sino también en el intelectual y el mediático. El denominado "sentido común" parece haberse trasladado a los discursos anti Estado y a los que propician desconfianza sobre el Otro. En ese marco, Agustín Laje ha podido tejer una retórica atractiva para toda la región latinoamericana, aunque con reconocimiento tardío en la Argentina. El cordobés opera en un doble registro: por un lado, utiliza la figura tradicional del intelectual para escribir libros que son best seller, haciendo relecturas de Gramsci, Zizek, Butler, etc. contra el propio progresismo; por el otro, interviene en las redes sociales con descalificaciones e insultos, compartiendo algunas de las publicaciones más insólitas del mundo twittero. Aun con todo ese arsenal retórico, se lo sigue subestimando.
En definitiva, el rol del intelectual en la discusión pública sigue teniendo suma importancia. Pertenezca al campo de la derecha o de la izquierda, la intelligentsia pesa en la construcción hegemónica aun con el auge de la inteligencia artificial y la pérdida de la palabra como eje rector de la construcción de lo común. Será tarea de los sectores progresistas volver a construir sus propios intelectuales. Nuevas generaciones y nuevos modos de comunicar son necesarios para el entramado complejo que se desprende del campo intelectual.
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