De ascensiones y descendencias

10.11.2025

(Primera parte)


Víctor Ramés


El saltarín de abismos

Comienzo con el pie izquierdo

Llegó a Córdoba en marzo de 1874 un aeronauta mexicano que hacía acrobacias en globo e involucraba en su número a un perro al que lanzaba en paracaídas. Se llamaba Teódulo Ceballos y venía de Rosario, donde había ocurrido días atrás una tragedia de la que se hacía eco el diario El Progreso, de Córdoba, levantando la información de La Opinión de Rosario. La noticia reproducida por el diario cordobés el 14 de marzo de 1874 refería que, durante uno de los ascensos de Ceballos en Rosario, había muerto un jovencito de 14 años, llegado de Fraile Muerto (es decir de Bell Ville, Córdoba), al no haber soltado el desgraciado la cuerda al mismo tiempo que lo hacían los demás, para que el globo iniciase el ascenso:

"Un suceso horrible, tanto más horrible cuando era inesperado, ha venido a conmover la población del Rosario, el domingo. La plaza de López se hallaba llena de gente esperando la ascensión del intrépido aeronauta Zeballos. Eran las 4 de la tarde y el globo inflamado ya suficientemente iba a ser largado en los aires. Zeballos se prepara, va a largarse en el espacio y ordena a los que tenían las cuerdas que las suelten. Todos obedecen, menos un niño de 14 años, llamado Nicacio Rosas, que desde el principio había estado allí al lado del globo."

Según ampliaba el diario rosarino Ceballos había obligado, un momento antes, a Rosas a soltar la cuerda, llegando a pegarle en las manos, pero el pequeño imprudente se volvió a aferrar en cuanto pudo. Cuando a una orden del aeróstata se produce la suelta, el infortunado niño es arrastrado hacia la altura por la velocidad ascensional del globo. Esto dice el periódico citado por El Progreso:

"El globo sube rápidamente, llevando a Zeballos en el trapecio y a Rosas a un costado colgado de una cuerda.
Pronto llega a una altura, calculada de 4 a 5 cuadras de altura.
Los espectadores, cuya mayoría ignoraba lo que había sucedido, pero que dudaban si el otro que llevaba el globo era en realidad un ser vivo, seguían en profundo silencio.
De repente, y cuando este parecía llegar a su mayor altura, se ve desprenderse al desgraciado Rosas, y descender rápidamente en los aires.
Un grito unísono, de horror salió de toda la inmensa multitud.
Rosas bajaba primero en la posición natural, tomando después la posición horizontal, viniendo a caer como dos cuadras del sitio de partida, en una quinta."

Sobre las azoteas de Córdoba

Pocos días más tarde, el domingo 15 de marzo, se produciría la primera ascensión de Ceballos en Córdoba. Si bien la noticia trágica había sido difundida en la prensa local, por no haber tenido Ceballos culpa en la tragedia, aparentemente no hubo un eco negativo a su actuación, y el interés de cordobesas y cordobeses por ver subir el globo no se vio afectado. Como ocurrirá en futuras levitaciones aerostáticas, el escenario de los Molinos Ducasse, a orillas del río, ofrecía una explanada perfecta para un espectáculo de esta naturaleza. Allí se amontonó el público, ansioso por ver elevarse al mexicano. De este modo lo relataba, esta vez de primera mano, El Progreso:

"A las 4 de la tarde una inmensa concurrencia como de dos mil personas, esperaba con ansia ver deslizarse por los aires a un hombre pendiente de un globo, haciendo mil pruebas en el trapecio según se anunciaba.
Efectivamente a la hora indicada poco más o menos, hizo su ascensión el Sr. Ceballos con arrojo indescriptible, pues el público se quedó absorto pasmado al ver aquel hombre lanzado en el espacio con todos los peligros consiguientes, hasta los que traen los incidentes casuales.
Ceballos ascendió llamando la atención de todos los espectadores que por todas partes se encontraban anteojo en mano en las azoteas.
Desde el momento que se elevó hasta que se perdió de vista en el espacio, no dejó de hacer las más difíciles pruebas en un trapecio que llevaba pendiente de las cuerdas que sujetan al Globo.
Ya puede imaginarse el lector, la distancia que había de la tierra, cuando el célebre Ceballos no se veía sino como una pequeña golondrina entre las nubes."

No bien concluida esa prueba aérea, ya se anunciaba una próxima, planeada en el centro mismo de la ciudad, según agregaba el diario: 

"Se dice con generalidad que el Domingo tendrá lugar otra ascensión en el globo por el señor Ceballos y que esta vez partirá de la plaza pública.
Indudablemente el espectáculo será magnífico.
Para esto se dice que la Municipalidad y el gobierno van a dar una suma para costear los gastos de la ascensión."

La catedral vista desde lo alto

La última noticia de Ceballos es el relato de su segundo ascenso local, dada por El Progreso. Provoca una sonrisa involuntaria el texto, donde se afirma que el acróbata había hecho "miles de pruebas de equitación". Esto habría rimado con la hazaña de otro aeronauta mexicano, Don Joaquín de la Cantolla y Rico, en 1863, sobre quien se afirma: "conocida es la sensación que causó en la sociedad de su época por la audacia de que hacía gala y ocurrencias tales como ascender con todo y el caballo en que estaba montado."

No era el caso de Ceballos, claro, quien se elevó desde la plaza y, al hacerlo, en esta ocasión sufrió "un terrible golpe en una de las azoteas que tenía a un costado, resultando herido, según nos han dicho". No obstante, se repuso, mientras observaba la plaza haciéndose diminuta desde el aire, junto con la gente. El aeronavegante y acróbata logró completar su número y hacer parte de él a un animal al que lanzaba por la borda:

"Despreciando los terribles dolores que en aquel momento saliera, se lanzó en el espacio haciendo como siempre miles de pruebas de equitación.
Ceballos en aquel momento fue aclamado por todo el pueblo admirando el arrojo y decisión poco común en los hombres.
Pendiente de una cuerda iba también un perrito perfectamente bien acondicionado, que lo largó luego de elevarse, en un para-caída."

No se dan noticias del perrito, sobre el cual habría sido reconfortante leer que había aterrizado suavemente sobre el césped, y era objeto de mimos de bienvenida. Algo imposible de comprobar. ¿Usaba Teódulo siempre al mismo perrito? Pensarlo estremece, pero también resulta imposible de chequear.

Huellas dejadas en el aire

En cuanto al temerario aeronauta, hay noticias de él antes de Rosario. Se lo menciona en Montevideo, en 1873, refiriendo "la ascensión del aeronauta mexicano Teódulo Ceballos desde la Plaza de Cagancha" ("La aerostación en el Uruguay durante el siglo XIX", por Juan Maruri). También registra Eloy Martín, al historiar el Parque Aerostático de Belgrano, que "el mejicano Teódulo (ó Teodoro) Cevallos (o Zeballos), llegó al país procedente de Montevideo en los primeros días de marzo de 1874 y traía un esférico que tenía una envoltura de 15 m de altura (18 varas) y 25 m de diámetro (30 varas) del cual pendía un trapecio en el que hacía todo tipo de ejercicios."

Seguramente existan fuentes que permitan fechar el trayecto latinoamericano de Ceballos desde que dejó México, su país de origen. No contamos con ellas, pero sí encontramos datos sobre sus comienzos, que responden por los orígenes y su opción por la profesión de aeronauta. Esto nos acerca a su niñez y adolescencia en Durango, bella ciudad de construcciones barrocas y coloniales situada en el norte de la República Mexicana, en el Valle del Guadiana. Allí nació Teódulo en febrero de 1836, hijo de Juan Ceballos y Francisca Fuentes, atraído por las alturas desde temprano, según indica la versión oficial, que siendo adolescente se subió por primera vez a un globo. Un autor, Humberto Tejera, que publicó el libro "Cultores y forjadores de México" en 1929, orientado a inspirar virtudes en los niños mexicanos, incluyó a Teódulo Ceballos entre los "hombres de virtudes eminentes" de la historia mexicana. En este caso, un personaje -decía el autor- "al que podríamos llamar el precursor de la Aviación en México, si bien sus esfuerzos no tuvieron carácter científico, y sólo actuó por la pasión con que vivió anheloso de competir con las nubes y los vientos, y la decisión con que cortaba sus amarras, fiándose a la aventura en los libres espacios". Agregaba el autor, referido a la partida de Teódulo de México, llevando a otros países su espectáculo en globo:

"El duranguense Ceballos atravesó todo el continente, llevando a las vetustas capitales y pueblos de nuestra raza que todavía no acaban de despertarse de su sueño colonial, su brillante despropósito de saltarín de abismos, invirtiendo las hasta entonces invioladas leyes de la gravitación. Y puede asegurarse que jamás héroe alguno sería más ardientemente ovacionado en Guatemala, Bogotá, Lima o Santiago, como éste, que obligaba a pueblos adormilados y taciturnos, a levantar los ojos hacia el hermoso misterio de las nubes viajeras y los corazones valientes.
En 1874 hizo felizmente Teódulo Ceballos su última ascensión en Buenos Aires, habiendo llevado a lo largo de la espina dorsal de Los Andes, el calosfrío de la voluntad mexicana. Con esta eran ciento trece las veces que había intentado la hazaña de Icaro."

Al leer este texto sobre un Teódulo heroico y de naturaleza casi divina, en "Cultores y forjadores de México", llama la atención la referencia a la última ascensión del aeronauta, a quien se sitúa despidiéndose de la actividad ascensional en la ciudad de Buenos Aires. Sabemos, en cambio, que el acróbata aéreo siguió con el acto en cuestión en Rosario y luego vino a Córdoba. No es descabellado asumir que la decisión de dejar los días de aeronauta la tomó en esta última ciudad, la nuestra. 

La Catedral vista por dentro

Sin embargo, aún habría un nuevo vuelo aerostático de Teódulo Ceballos. Lo inmediato era que para él se presentaba un nuevo escenario de la vida. En lo concreto, tras haber realizado el 21 de marzo de 1874 su última ascensión en Córdoba, desde la plaza San Martín, apenas días después, el 24 de marzo, Teódulo se casó en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, frente a esa misma plaza cordobesa. Unía su vida a la de Sarah Fergus, una joven que, como él, venía de otro país: Escocia. El amor entre ambos, o bien fue un flechazo, entre la joven de 19 años y el aeronauta, o se podía haber encendido hacía algún tiempo. La familia Fergus había estado radicada en Rosario hasta hacía poco, y se había mudado a Córdoba, donde al año siguiente también se casaría la hermana menor, Mary. Es probable que el amor hubiese nacido en Rosario, donde Teódulo habría permanecido unos días como parte de una compañía circense, el año anterior. En un blog, "Historia y curiosidades del ilusionismo", su autor ya fallecido, el mago e investigador rosarino Nadur (Eduardo Sánchez), afirmaba -sin citar fuentes- que "Teófilo Ceballos, también anunciado en las crónicas con el nombre de Tomás, Teódulo o Teodoro, apareció por primera vez en Rosario en abril de 1873 cuando el Gran Circo Europeo Courtney and Sanford se presentó en el Teatro Litoral. La Gran Compañía ecuestre y mímica incluía 35 artistas renombrados de todo el mundo: el gracioso cubano José Camilo Rodríguez, los Hnos. Rousilliones y, entre ellos, el acróbata Teófilo Ceballos."

El amor de Teódulo y Sarah bien podía datar, pues, del año anterior, y quizás se hubiese arreglado entonces el casamiento para 1874, lo cual ocurrió -esto es lo cierto- en Córdoba. Se sabe poco de la partida de ambos, alejándose de la familia. Hay documentos de que Teódulo volvería a volar, -en su globo bautizado como "Unión"- al año siguiente, en Chile. Es posible que ella, su bella y juvenil esposa, Sarah Fergus le hubiese pedido que se bajase del todo del "Unión" y dejase de exponer su vida, ahora que acababan de fundar una familia. Lo cierto es que vendría un cambio para ambos, con todo y familia.

Lo próximo que se sabe es que, en 1875, nació en Montevideo, Uruguay, el primer descendiente de la escocesita y el mexicano, Nicolás. Este acontecimiento coincidirá con el inicio de la vida circense de la familia Ceballos-Fergus.

Y ese es ya el comienzo de otra historia.





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