Desde las huellas de Buda al e-book
Omar Hefling

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Resulta que buscando un libro hallé otro. Alguno dirá que este tipo tiene suerte. Diría que no, en la búsqueda está la fortuna. Mi biblioteca no se caracteriza por el orden. Y así resulta que buscando ya no recuerdo qué autor, me topé con un libro que ya tiene sus buenos años y recuerdo que su lectura me produjo mucha felicidad. El libro en cuestión corresponde al tiempo en que las editoriales comenzaron a hacer acuerdo con las grandes cadenas de supermercados. En ese tiempo, no ocurre lo mismo ahora, ofrecían bateas con ofertas, al libro en cuestión de la editorial Lumen lo conseguí por chirolas.
Se trata de "Nadie acabará con los libros - Umberto Eco - Jean Claude Carrière - ed. Lumen 2010", entrevistas realizadas por Jean-Philippe de Tonnac. Una conversación amorosa en torno a los libros de dos maniáticos eruditos de la cuestión.
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Según estos buenos muchachos, se ha demostrado que las bibliotecas más famosas de la Edad Media no contenían más de cuatrocientos libros, un número que cualquier biblioteca ordinaria como la mía empata con cierta comodidad. Ahora, Carrière cuestiona estas cifras con una simple pregunta: cuántas son las obras dignas de ser leídas… En realidad bien mirado -afirma lapidario- una parte enorme de nuestras bibliotecas está compuesta por libros escritos por personas sin talento, o por cretinos, o por paranoicos. Entre los doscientos o trescientos mil rollos que contenía la biblioteca de Alejandría, y que se convirtieron en humo, había seguramente, en su mayor parte, estupideces. De la yunta de eruditos, Umberto Eco fue autor de novelas notables como El nombre de la rosa, El péndulo de Foucault, La isla del día de Baudolino, El cementerio de Praga, Número Cero, entre otras. Nacido en Alessandria, Italia en 1932 y fallecido en Milán en 2016. En tanto, Jean-Claude Carrière , uno de los máximos exponentes del surrealismo fue guionista de más de 40 películas y aliado esencial en la filmografía de nada menos que Luis Buñuel. Como guionista se inició con la película Diario de una camarera y se prolongó en varias películas posteriores, incluyendo Belle de jour, El discreto encanto de la burguesía, El fantasma de la libertad, Ese oscuro objeto del deseo y La Vía Láctea. Colaboró también con otros directores españoles como Luis García Berlanga. Fue autor de los guiones de El tambor de hojalata, El regreso de Martin Guerre, La insoportable levedad del ser, Cyrano de Bergerac o Los fantasmas de Goya, entre otras. Antes de Buñuel, la experiencia en cine de Carrière se limitaba a unos pocos trabajos con Jacques Tati y Pierre Etaix. Más tarde trabajaría con infinidad de monstruos, como Louis Malle, Milos Forman, Volker Schlöndorff (en El tambor), Andrzej Wajda, Nagisa Oshima, Carlos Saura, Philip Kaufman (en La insoportable levedad del ser) y Peter Brook.
Y autor de una gran biografía de Luis Buñuel "Mi último suspiro". Confesó Carrière que la primera vez que se sentó a la mesa de Buñuel este lo inquirió y no en broma, ¿Bebes vino? Si su respuesta hubiera sido negativa deberíamos suponer que tal alianza creativa no hubiera fructificado.
Carrière nace en 1931 en Colombières-sur-Orb, Francia y fallece en febrero de 2021 en París, Francia.
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Así transcurre el libro mientras exponen con mucho humor a editores, libreros, bibliotecas, lectores. Eco y Carrière en la conversación siguen la evolución del libro desde los pergaminos y papiros hasta los actuales días del e-book estos dos artistas que han escrito muchísimo, y al mismo tiempo son ávidos y exquisitos lectores, además fueron grandes coleccionistas de libros.
Carrière reflexiona sobre las tendencias de nuestro tiempo (lo decía quince años atrás) sobre lo que era coleccionar libros y otros objetos de la cultura que la tecnología se esfuerza por hacer pasar de moda, los soportes que venimos usando… podemos leer un texto impreso hace seis siglos (refiere a un libro que tenía en su biblioteca) pero ya no podemos ver una cinta de vídeo o un CD-ROM de hace apenas algunos años, a menos que conservemos nuestros ordenadores en el trastero.
Eco cierra ese momento de la conversación con una definición atendible y que hoy se representa con claridad: Esta aceleración (de la tecnología) contribuye a borrar la memoria. Además sugiere que el arte de coleccionar libros es muy antiguo. El culto de la página escrita, y más tarde del libro es tan antiguo como la escritura. Ya los romanos querían poseer los rollos y coleccionarlos. Si hemos perdido libros ha sido por otras razones. Algunos han desaparecido por censura religiosa o porque las bibliotecas tendían a quemarse con facilidad al igual que las catedrales, pues unas y otras estaban construidas en gran parte con madera. En la Edad Media, que se quemara una catedral o una biblioteca era algo tan normal como que se cayera un avión en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial.
La conversación sigue y abre puertas hacia enigmas fascinantes. Mucha valoración sobre los libros, pero estos muchachos nos advertían que la oralidad, la palabra no escrita ha sido la más influyente en los últimos dos mil años de la humanidad. Tal vez de los dos profetas más significativos en ese período, ni Buda, ni Jesús escribieron nada, sólo que Buda habló por más tiempo. Jesús predicó dos o tres años, en cambio Buda lo hizo durante treinta y cinco años.
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Carrière explica que Buda no escribió y gracias a las anotaciones de Ananda, un discípulo cercano, es que se conservan las cuatro nobles verdades del budismo, Ananda anotó en una hojita y esas anotaciones posteriormente generaron millones de libros. El budismo en un principio era una hojita.
También el guionista francés revela que "a través de una imagen que he descubierto en un catálogo de subastas que me ha llegado… Se trata de la huella de un pie de Buda. Imaginemos las cosas con precisión. Imaginemos que Buda camina. Avanza en la leyenda. Uno de los signos físicos que lo caracterizan es que tiene unas inscripciones en las plantas de los pies. Inscripciones esenciales, obviamente. Cuando camina, por lo tanto, imprime esos signos en el suelo como si cada uno de esos pasos fuera un grabado".
A lo que Umberto Eco exclama: ¡Son las huellas ante litteram del Hollywood Boulevard, delante del teatro Chino!
Finalmente, Carrière amplía sobre la hazaña de Buda. Buda enseña caminando. Basta leer sus huellas. Y esa huella, evidentemente no es una huella cualquiera; comprendía en sí mismo todo el budismo, es decir, los cientos ocho preceptos que representan todos los mundos animados e inanimados; domina la inteligencia de Buda. Pero podemos ver ella también todos los stupa, los pequeños templos, las ruedas de la ley, los animales, y también los árboles, el agua, la luz, los nagas, las ofrendas, todo ello contenido en una sola huella del tamaño del tamaño de la planta del pie de Buda. Es una imprenta antes de la imprenta. Una forma de impresión emblemática.
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Lo expuesto aquí es solo un fragmento mínimo de la belleza y riqueza de este libro editado en 2010, a través de esta conversación. Un recorrido por toda la historia de la palabra escrita y de las diversas maneras de producciones culturales de los pueblos a través del tiempo.
Finalmente nos quedamos con una observación de Umberto Eco sobre estos tiempos: La globalización contribuye a la fragmentación del saber común.
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