Culturas y Géneros

10.10.2025

Divino Desorden


Soledad González


Collage de Macu Benetti realizado con obras callejeras de Hyuro, Colectivo Sipido, Fitz Florencia, Federico Draw y autorxs desconocidxs fotografiados por Macu Benetti en las calles de Madrid. Agosto 2025
Collage de Macu Benetti realizado con obras callejeras de Hyuro, Colectivo Sipido, Fitz Florencia, Federico Draw y autorxs desconocidxs fotografiados por Macu Benetti en las calles de Madrid. Agosto 2025

Pieles pardas, culturas híbridas, edades raras, géneros fluidos, lenguas cimarronas. La matriz de pensamiento cuerpo-mente, femenino-masculino, blanco-negro, cede. Algo aparece dado vuelta de las habitaciones a las instituciones. Y es tan vital lo que vibra en el medio.

La mirada quiere derrumbarse, del orden práctico al orden público hay un pequeño salto. De las habitaciones a las comunidades de trabajo se desordenan los gestos. Y hay un montón de personas con una mueca de hartazgo porque no quieren tener que explicar nada, ni tampoco dudar de lo que antes era definitivo. Otras van resoplando dolor y otras empiezan a tener contornos... Cuántas diferencias.

En este 2025, en medio del genocidio en Gaza al que también podemos llamar exterminio se suscitan movimientos revolucionarios contra capitalistas y contra corrupción, en países diversos y en distintos continentes. ¿Han visto las violencias y desequilibrios desatados en los dos últimos siglos en el planeta? La población humana aumentó ocho veces en estos doscientos años. Los recursos vuelan y en vastos lugares hay una tendencia a que la tasa de natalidad decrezca. Lo único que decrece. Aunque el presidente chino quiere que las mujeres ahora tengan tres hijos, para salvaguardar la economía. En 2024 murieron más de los que nacieron en Japón. Es un camino posible.

Pero ¿qué queremos que crezca?, en vez de adaptarnos a los progresos y avances que nos imponen y a la salud de la economía. ¿Qué vamos a fomentar en cada espacio que habitamos o transitamos?, ¿cuál es el límite de lo admisible?, ¿qué tipo de formas que naturalizan desproporciones, desprecios y sometimientos no estamos en condiciones de naturalizar? Preguntas que atraviesan todos los vínculos, íntimos, familiares y entre colegas, representantes, empleadxs y funcionarixs del orden público.

Si se cae internet y se acaban los recursos que nos proveen de electricidad, ¿solo las comunidades campesinas que acompañan los ciclos de la tierra podrán sobrevivir?

Escuchar

El deseo de escuchar lo diverso no es un privilegio, sino un derecho elemental a vivir la curiosidad, el goce y el asombro. Aura Cumes, antropóloga, pensadora, académica, activista y escritora del pueblo Maya kaqchiquel de Guatemala, abre con su voz, entre muchas otras, el análisis de las formas en que el colonialismo, racismo y patriarcado, marcan la vida de las mujeres y de los pueblos indígenas. Propone un diálogo con la academia y la producción de nociones que, en su territorio, aún tienen más que ver con la credibilidad que se le otorga al conocimiento occidental europeo que con los pensamientos y las epistemologías que ellas en su comunidad reconstruyen como mujeres mayas. El eje central de su mirada va hacia la ética de la persona que está sufriendo de violencia sea cual sea. Aura Cumes expresa su cosmovisión, como lo hace Carlos Fuentes en su cuento Madre Dolorosa. Relatos, metáforas, paradojas que iluminan las violencias solapadas por la idea de progreso y representatividad desde hace más de 500 años en América, Abya Yala. Hoy como ayer las resistencias encarnadas muestran el desorden divino. Todas esas vivencias feroces en Abya Yala y África nos siguen hablando.

En junio de 2019, días previos al Inti Raimi, fiesta incaica del niño sol por el solsticio de invierno, meses antes del confinamiento al que llamamos Pandemia, me encontré en San Salvador de Jujuy entre trabajadores del teatro y la educación, hice preguntas: ¿quién habla más de una lengua?, ¿quién habla una segunda lengua indoeuropea?, ¿quién habla una segunda lengua mesoamericana?, ¿quién tiene conocimiento de sus antepasados hasta los tátara abuelos?, ¿cuatro generaciones… más de cien años?, ¿quién conoce hasta siete generaciones de antepasados… doscientos años? Circuló en la charla la idea de conmoción y desconcierto, la urgencia por preguntar y asumir la intermitencia y contingencia para crear y hablar entre generaciones y géneros, y la práctica de cuestionar los mecanismos de legitimación coloniales-patriarcales ya que la palabra no necesita ser habilitada por sus símbolos. Eli Barrientos Cazón citó a Aura Cumes, "la tierra y las comunidades, naciones, y las mujeres que habitaban antes que llegara el orden europeo, padecemos diferentes formas de violencia, al mismo tiempo". La tierra, la primera en sentirlo y ser nombrada.

El habla es lo más profundo, ¿verdad? Entre lo dicho y lo no dicho está nuestra cosmogonía y nuestra visión de mundo.

En ese mismo año 2019, mi hija se vistió de escritora para el día de les trabajadores en el acto de la escuela primaria. Nadie identificó su oficio, por eso explicó que sus anteojos y su cartera con un libro eran de escritora. En el interior de algunas familias, por primera vez convivimos tres o cuatro generaciones de mujeres incluidas en la educación y la cultura letrada, un triunfo. En algunas regiones y provincias de nuestra Argentina, la vivencia de esas mismas tres o cuatro generaciones es compleja, a la abuela le pegaron en la escuela por hablar el mbya guaraní y a la nieta a partir de 2006 se lo enseñaron junto con el castellano gracias a la ley de educación inclusiva, bilingüe. Claro que la abuela se va a resistir a creerlo y a hablarlo después de todos los coscorrones que habrá recibido. Y la entiendo, a la familia de mi abuela que quedó en Galicia el dictador Franco también les prohibió hablar el gallego. Ella se vino antes y con las hermanas que vinieron después al gallego lo hablaban en la cocina, a puertas cerradas. La lengua es complicidad y es volver a casa, ¿verdad?

¿Cómo situarnos para hablar de la propia experiencia, en la propia lengua y con el habla de casa? y ¿cómo descentrarnos para seguir escuchando esa trama de desigualdades, violencias y resistencias que nos habitan y asisten?





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