Polémica en los bares: El Escuerzo
Paula Arancibia Bravo
La cosa es así: Vimos durante la semana del estreno en Córdoba la película de Augusto Sinay en el Cineclub Municipal Hugo del Carril. Fué un sábado a la noche. A la salida del cine caminamos varias cuadras con mi amiga A. Debatimos sobre varias cuestiones, en general nuestros comentarios eran buenos, críticas constructivas, como se dice. Por mi parte, en esos comentarios no dejaba de destacar el nivel de la producción integral, eso es notorio en cuanto a la reconstrucción de una época, un espacio, los conflictos que se desarrollan… Hay efectos especiales y una posproducción muy atenta, muy cuidada que permite que el relato no pierda cierta verosimilitud en la construcción de ese mundo, es decir, los efectos no se notan pobres o defectuosos sino que son acordes a la propuesta visual que propone la película.
Ahora bien, debo decir que no he leído el relato de Leopoldo Lugones sobre el que está basado "El Escuerzo" es decir que mi opinión no está guiada por cierto orden de correspondencia con ese relato, lo desconozco y me gusta que así sea.
Me gusta entregarme a la película sin prejuicios, como me gusta hacerlo en general con todas las películas que veo. No leo críticas, reseñas, ni entrevistas antes de ver una película. Siento que todo eso me condiciona y prefiero estar libre de cualquier comentario previo para que la entrega sea total. Quiero ingresar en la película como si ingresara a un mundo nuevo, con su lógica, sus reglas y sus colores.
Un par de semanas después de ver la película me encuentro con mis amigas en un bar. Una de ellas era la que me había acompañado aquella vez. Comemos, bebemos y fumamos.
Salimos afuera del bar un momento. Una de mis amigas, H, inicia la conversación acerca de la película criticando con intensidad cierta cuestión con la representación de los pueblos originarios: Que no actuaba una persona de los pueblos originarios, que el idioma que hablaban esos nativos no era el que correspondía a la región, entre otras cuestiones alrededor de eso. La discusión estaba encendida y cada una ofrecía su opinión al respecto.
Por su parte A insistía en la cuestión de que en la ficción está permitido tomarse ciertas licencias porque justamente es una representación, a su vez libre de un relato, etc. Por otra parte la ubicaba también dentro del género: terror fantástico (elementos más elementos menos). Mi opinión se acoplaba bastante en ese sentido también.
Si esto se tratara de algún tipo de competencia diría que éramos 2 contra 1.
Por mi parte comenté que muchas veces por cuestiones de fondos económicos, co- producciones u otras situaciones de esa índole es necesario poner en pantalla algunos actores o actrices que garanticen el público en la sala, es decir: corte de entradas. Desconozco si es el caso, pero con conocimiento de causa sé que hay decisiones de ese tipo por parte de los productores de las películas.
En algún momento de la discusión H realizó un paralelismo poco acertado con Zama, la gran película de Lucrecia Martel también basada en un relato pero de Antonio Di Benedetto. (Quienes no la hayan visto aún tienen que ir corriendo a verla a CINEAR - https://play.cine.ar/INCAA/produccion/5242) .Su observación siempre era en términos de representación de los pueblos originarios y todo lo que eso implicaba en términos de pantalla, relato y producción. Incluso mencionó palabras como: valores, moralidad y coherencia: No es fiel la representación de los pueblos originarios en El Escuerzo.
Mientras hablábamos de esto se acerca un sujeto a interrumpir nuestra reñida charla y dice: "Están hablando de El Escuerzo?" Respondemos que sí y nos ofrece su opinión deliberada sin que nadie se la hubiera pedido. Su opinión era similar a la de mi amiga H: que la cuestión de los pueblos originarios era floja, que dejaba cierta duda o incluso que no estaba lograda…
Ahora éramos 2 contra 2.
El sujeto terminó su argumento y si bien yo ya tenía un as bajo la manga para rebatir todos esos argumentos, sin ir en contra de lo que ellos pensaban sino más bien una opinión bien formada desde el conocimiento profundo de la producción cinematográfica, me guardé ese remate para comentárselo solo a mi amiga H con fotos, descripciones y pruebas al respecto.
Lo que más nos llamó la atención a mis amigas y a mi es que alguien nos estaba escuchando hablar de la película y quiso intervenir. Podría decir que se trataba de un joven algo ebrio que vio a tres chicas y quiso intentar levantarnos de algún modo, pero no me creo esa teoría porque expresó su opinión y se retiró, de hecho creo que nunca más lo vimos en toda la noche…
En este sentido creo que es un gran logro que la película se haya instalado en el debate público. De hecho no recuerdo ninguna situación similar donde alguien quiera emitir su opinión sobre una película tan abiertamente…
Con la película aún en cartel (ya van casi dos meses que continúa siendo proyectada en distintos espacios de Córdoba) no quedan dudas de que es un éxito absoluto y esto no es menor en épocas de vacas flacas en la producción local y nacional.
Más allá de la polémica en torno a El Escuerzo, al menos en mi pequeño círculo de amistades, es innegable que viene a ser una muestra del gran valor que debemos darle a las producciones locales, además de demostrar un gran nivel en diversos aspectos realizativos y que es un éxito de taquilla digno de celebrar.
La escena que no puedo olvidar es la que protagonizan Maximiliano Gallo y Diego Hass, a mi entender la mejor escena de la película. Si se trata de cautivar y generar suspenso esta escena lo logra con creces. El miedo te sopla al oído y lentamente se va, con ellos…
La segunda situación en la misma noche se dio en otro bar, donde de hecho éramos las únicas clientas, quizás porque era martes y al otro día había que levantarse muy temprano a trabajar…
Con A empezamos a hablar sobre la postura de H, las contradicciones del cine, los condicionantes comerciales, los fondos extranjeros…
De pronto se acerca el dueño del bar que era la única persona que había quedado ahí ese martes desolado y nos pregunta: "¿Están hablando de El Escuerzo?"
Cruzamos miradas cómplices con A, no podía estar sucediendo nuevamente lo mismo la misma noche y con el mismo tema.
El resto se lo pueden imaginar…
La mejor parte fue que al estar hablando con el dueño del bar, él mismo extendió el horario de cierre un poco más de lo habitual para quedarse tomando una cervezas y hablar sobre una película cordobesa un martes a la noche con el bar vacío pero con nosotras adentro.
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