El Minino, gourmet de músicas inagotables

10.01.2024

El percusionista cordobés de barrio Ayacucho, Minino Garay, agitó la escena del jazz y la música del mundo en París, a partir de los años noventa. Su especialidad: formular proyectos y eventos artísticos donde diversos mundos musicales se saquen chispas, encendiendo diálogos de grandes solistas, de inéditas versiones. Ha trabajado mucho también en superponer los bordes de los géneros y crear zonas de fertilidad interpretativa y compositiva, contribuyendo a la resonancia internacional de raíces como la del cuarteto, el tango, el folklore argentino, en concurrencia con ritmos afrolatino-caribeño y asumiendo las reglas de la jazz fusión.

Minino Garay, estudio de caso

Un repaso al impulso y a la realización musical de Minino Garay es algo que pide su propia historia, mirando atrás, a su orígenes; y en no menor medida lo requiere la intensidad del presente, hace un ratito, cuando se acaba de salir de uno de esos conciertos generosos con que el percusionista cordobés radicado en París bendice cada tanto a su ciudad natal, en los que frecuentemente laten al unísono su barrio y sus raíces primeras.

En lo próximo inmediato hablamos de las dos noches de programa del Divino International Music Festival que dejaron momentos memorables en la sala Carlos Giménez del Teatro Real, este diciembre de 2023. Era la sexta edición del encuentro realizado en varios puntos del país, adonde el público va a disfrutar de una verdadera juntada de grandes solistas de Francia y Argentina, a primer ensayo. El segundo ensayo ocurre frente al público, cada músico con su parte en el atril, y también mucho de improvisación, ni qué decir.

Bien. Visto desde Córdoba, el Minino vuelve seguido al pago y cada vez que lo hace cumple un sueño. Siempre son sueños creados, ensayados, tocados, grabados, es decir concretados, que viene a mostrar aquí. No solo para brillar él, al estilo de "miren cómo triunfé", un deseo, por otra parte, legítimo: la aspiración al reconocimiento del propio pueblo; sino más bien un "miren qué hermosa esta junta de amigos de ambos lados del charco; oigan las músicas que creamos para compartir, y que -en gran parte- llevan dentro la inspiración que le ha dado Córdoba a mi alma". Minino disfruta la música más que nada, incluso aunque él no toque esa noche (porque seguramente está tocando en otro lugar). Lo hace desde varios costados, como percusionista, como compositor e incluso como director artístico de un festival como es el Divino.

La clave de su enfoque para la dirección artística radica en su disposición y su habilidad para "hacer rimar" a unos músicos con otros, como fue el caso recién vivido este fin de año en el Teatro Real: los dúos, conversaciones, inspiraciones mutuas entre el enorme maestro de la flauta y de la voz que es Magic Malik -criado en Guadalupe y radicado en París- y el multiinstrumentista fenómeno Manu Sijas, un tucumano en el firmamento de nuestra música. Se encontraban por primera vez, y ese encuentro había ocurrido antes en la cabeza (y en los oídos) de Minino, que toca con cada uno de ellos aquí y allá, pero por separado. También el saxofonista Pierre Bertrand, actual director de la Paris Jazz Band y de la Nice Jazz Orquesta, que vino a tocar en Córdoba este diciembre, se entusiasmó hablando de las experiencias riquísimas y las sorpresas que depara el festival donde pudo entrelazar, tocando arreglos suyos, con solistas del nivel del saxofonista cordobés y director de la bomba de tiempo Richard Nant y su par, el joven saxofonista Nicolás Ocampo; también con el pianista, compositor y arreglador argentino radicado en Francia Pablo Murgier, el bajista argentino radicado en Cataluña Mariano Martos y el trombonista cordobés Pablo Fenoglio. Esos cruces fueron tensados por el embrujo del arte de las artistas Paloma Pradal, cantaora flamenca francesa descendiente de republicanos españoles exiliados en Francia, y la cantaora, bailaora y percusionista de familia andaluza afincada en Francia, Sabrina Romero.

El armado de semejante programa y sobre todo su resultado en términos de disfrute musical, marcan el nivel de Minino Garay como director artístico. Dice: "La idea de este festival empezó hace seis años, y es una idea muy simple: traer a artistas solistas sin sus grupos, porque no es que el otro día lo que vieron era un grupo, no. Son solistas diferentes que se arman, que de pronto tocan en conjunto. Algunos pueden tocar juntos allá en Francia, pero la mayoría no." Y de esa presunta simplicidad -la que es posible gracias a la presencia de la destacada productora francesa Emmanuelle Honorin- surge el deseo aun sin cumplir de Minino: "Obvio, mi objetivo final es que un día me reconozcan como director artístico de festivales, que eso es una pasión que yo tengo, porque sé programar, porque sé mezclar las cosas, porque sé pedirles y convencer a los artistas para que vengan a hacer ciertas cosas."

Hay una nutrida historia de las producciones que Minino Garay vino a compartir especialmente en Córdoba, a partir de su regreso en 2008 con su proyecto Los Tambores del Sur, en la Sala de las Américas. Un Magic Malik más joven dijo desde el escenario, en aquella ocasión: "La música de jazz en París era una cosa antes de Minino, y otra después de Minino". La música que desplegó esa banda sonaba a África, a Sudamérica, al Caribe, al jazz urbano, con timbre parisino.


La vida antes de la Torre Eiffel


Tender la alfombra al recuerdo

Las derivas y las historias de las etapas de Minino y de sus valiosos grandes proyectos internacionales, se las dejaremos contar a él. Incluso haremos rewind hasta el principio del relato. Pero antes de los hechos en primera persona, nos sea permitido trazar una mirada desde afuera del personaje, desde el propio ambiente cordobés que fue testigo de esa historia, en una breve introducción a esa época y a la aparición de Minino Garay en la música de la Córdoba de los años ochenta.

Minino hunde sus raíces en el seno de una familia de músicos populares, y hablamos en particular de un género urbano popular nacido para bailes y fiestas de familias proletarias y público de los pueblos provincianos, en los años cuarenta y cincuenta peronistas. Era, pues, de abolengo cuartetero cordobés la procedencia de Minino Garay, cuyo tío Ranulfo Taborda fue productor en el ambiente del baile y creador de una marca en el ambiente, el grupo Las Chichí y su mamá, Nury Taborda, una reconocida compositora y letrista de temas del género bailable popular. Afecto a los parches y a todo tipo de idiófonos que dieran color y ritmo a sus apetencias de música, es como se presentó Minino en otros ambientes musicales de los años ochenta, diferentes a los de la industria cuartetera. Un ambiente equidistante del folklore y del rock, atravesado por diversas corrientes, aunque no infiltrada por el "pasito cordobés" que copaban en aquel momento las grandes bandas de los ochenta: el Cuarteto Leo, Berna, el Cuarteto de Oro y, hegemónico, la Mona Jiménez-. En resumidas cuentas, el panorama de la música popular de clase media, donde había músicos con alguna iniciación académica en los años ochenta en un arco donde había canciones urbanas con información jazzística, de rock, de folklore, del repertorio internacional de la época, para un público nunca tan numeroso salvo en algunos recitales donde había públicos de diversos ecosistemas musicales, más o menos primos hermanos. En ese medio decidió introducirse Minino Garay, que llegaba sin la menor intención de quitarse su barrio de Ayacucho de encima. Un outsider a ese círculo de la música "urbana" de Córdoba, algunos de cuyos miembros miraban con sospechas al cuarteto, género cuyo público no iba a escuchar una música, sino a bailar en la pista. Cuestiones de sentido, de estéticas, de ideologías atravesaban los ambientes musicales y definían las fronteras de algunos géneros, ya se tratase de la canción heredera de la poesía social, que se cantaba en la Córdoba de fines de la dictadura a principios del regreso a la democracia; los espacios de un folklore de denuncia. Y asomaría también un rock "alegre" de la posdictadura, que más tarde devendría pop; y también la música latinoamericana y sus ritmos, y el tango, y el jazz, cada uno con sus fronteras. Y, naturalmente, en un espacio social y un circuito propio, el cuarteto.

Cómo viajar del barrio al centro

El trayecto cuartetero del primer Minino se resume como sigue, en sus propias palabras: "Yo empiezo, digamos, mi carrera musical en cuarteto en un grupo que se llamaba Los Pares, de la familia Pacheco. En ese grupo, de muy jovencito -tenía unos 16, 17 años- empieza una larga amistad con Mutty Torezani, que después se vuelve uno de los compositores de quien grabo muchas canciones, en algunos de los proyectos que yo realizo. Entonces, digamos que la carrera popular del cuarteto, aparte de los de mi tío, lo que creó mi tío y todos esos cuartetos como Chébere a cuyos bailes yo iba siempre, o me invitaban a tocar, porque yo no era parte de una manera concreta. Subía de invitado siempre, porque era el jovencito que tocaba la percusión, etcétera, etcétera. Pero, digamos, ese fue el primer trabajo."

Esa es la base que precedió entonces el acercamiento de Minino a otros círculos musicales de Córdoba. Su relato en primera persona arroja luz sobre esa siguiente etapa, y comienzan a surgir nombres ochentosos de géneros populares que estaban más o menos próximos unos a otros en el ecosistema musical de la época.

"Yo pienso que en el cuarteto corresponde a los años 78, 79, 80. Después empiezo ya a conocer, lo conozco al Pichi Pereyra, percusionista del Conservatorio, y el Pichi Pereyra me introduce en ese mundo y me acerca a lo que era el grupo Jam. En ese periodo, cuando vos también estabas en esa época y conocías al grupo Jam, donde estaba el Pucho Ponce, el Flaco Pesci, y por otro lado estaba toda la gente de Vamos a Andar, donde estaba el Walter Sader, Gustavo Gutiérrez, todos los que formaron el grupo Vamos a Andar."

Su vivencia experimenta un nuevo giro musical en el siguiente escalón de las horas ensayo y horas escenario, las que iban enriqueciendo su lenguaje.

"Después está la parte de la música un poquito más, como se dice, trabajada entre el folclore y el jazz, que era La Legión. El grupo La Legión, ahí sí, ese grupo forma parte muy importante de mi vida, porque ahí yo ya mezclaba y se mezclaban las cosas dentro del folclore, la canción o la improvisación, el rock y el jazz. El líder del grupo La Legión era el Felo Noya de Cosquín, que falleció, estaban Hugo Masmas al bajo, que también falleció, estaba Horacio Gil en la batería, Lalo Moreno en guitarra, y otros, no me acuerdo quiénes más. Por ahí pasaron muchos músicos. Con ese grupo La Legión, sí hicimos algo que incluso Juan Carlos Baglietto, hace poco, en el año 2020, me dijo yo vi ese grupo La Legión con toda la sección de caños, de los caños de Chébere, y eso era algo impresionante. Ahí yo había invitado a un joven alumno que ahora hace su carrera en México, el percusionista Daniel Kitroser. Entonces, ya estaba desde muy joven esas ganas de mezclar y de hacer las cosas. Por eso yo no tenía ningún problema en mezclarme, sabiendo que yo venía del cuarteto que hacía, estaba con la gente, yo decía con los músicos del centro, pero no por el nombre del grupo que se llamó así, más tarde, sino con los músicos que vivían más o menos en el centro de la ciudad."

Una memoria para el maestro

Mientras tocaba o compartía escenarios con diversos proyectos del medio cordobés, Minino Garay entendió que no bastaba con la práctica, y se puso a estudiar. Así recuerda, con sus palabras, esa importante articulación en su formación como percusionista.

"Hasta aquí ese era un poco el panorama de todos esos grupos en los cuales yo tocaba, en este caso también había gente que ya después me llamaban para tocar como el dúo Antar, qué se yo, y otros artistas de renombre local cordobés, y entonces yo ya venía haciendo también estudios en el conservatorio, teniendo al profesor Eleuterio Ocampo como profesor particular. El profesor Ocampo era una eminencia de la percusión a nivel nacional, entonces. Eleuterio Ocampo formó a grandes músicos clásicos, entonces yo tenía toda una formación muy buena porque yo lo tenía como profesor particular, después iba al conservatorio en el cual el profesor de conservatorio había sido alumno del profesor particular, el gran Eleuterio Ocampo. Y después, bueno, yo podía pasar de estar tocando unas obras contemporáneas de Edgar Varese Ionización que se llama, y después ir a tocar a la noche cuarteto y después ir a tocar con el grupo Jam jazz fusión. Es decir, era un sin límites… Siempre fui así y lo sigo siendo, para mí la música es una sola, después cómo se la mezcla, cómo se hacen las cosas es como como si yo fuera un cocinero que tengo muchos elementos y después voy mezclando para que le dé cierto sabor."

Posdata.: de izq. a der., Minino Garay, el Mono Brestovisky, manager del grupo, Pucho Ponce, Pancho Alvarellos, Pichi Pereyra,, Horacio Sosa y José Halac.
Posdata.: de izq. a der., Minino Garay, el Mono Brestovisky, manager del grupo, Pucho Ponce, Pancho Alvarellos, Pichi Pereyra,, Horacio Sosa y José Halac.

El percusionista de moda

Minino se metía y tocaba, y lo hacía en cada círculo donde tuviese una mínima oportunidad. A esta altura del relato cuenta su incorporación a la banda Posdata, más próxima a la canción urbana de autor, a cuyo frente estaba el compositor y cantante Horacio Sosa. Y se mencionan otras experiencias en el reinicio del relato protagónico.

"Entonces ya tenemos el panorama de ese ambiente de lo que pasaba en Córdoba y ahí entro en Posdata, ¿por qué Posdata? Ellos venían de hacer el disco, creo que en el 85, u 84. Entonces yo estuve, toqué toda la Sala de las Américas, en la presentación del disco de Posdata. Ya bueno, yo era digamos hasta un punto, el percusionista de Córdoba, ¿no? Tocaba en muchos grupos, hasta que terminé tocando en Tamboor (proyecto de Daniel Giraudo) porque se había ido Hugo Ordanini. A todo eso pasó la historia de esa aventura, en el año 87, una anécdota que yo conté muchísimo, cuando me voy a probar, porque alguien me había dicho que Charly García estaba buscando músicos, y yo me voy a probar, a tratar de ubicarlo a él. Hasta que voy a ensayar un día con los músicos, pero bueno, él no estaba y ya después abandoné la idea de tocar con Charly."

Se iba tejiendo, incluso a espaldas de Minino, la no muy próxima motivación para dejar Córdoba. La inspiración, el animarse a pensar en viajar, provino de un grupo de buenos músicos cordobeses, de academia, que formaban el grupo Vertiente, todos ellos reconocidos hoy por sus trayectorias, en el país y en el exterior. El gesto de otros músicos despertaba en él la inquietud de probarse en nuevas escenas, en otro país. Pero faltaban ingredientes para la preparación y oímos contar al protagonista esa parte del proceso.

"En Córdoba en esa época estaba el grupo Vertiente, donde estaba Leonardo Sánchez en la guitarra, estaba Néstor Palmieri, creo que Juan Herrera también, Gerardo Di Giusto el pianista, todos ellos se fueron en el año 84, y ya yo ahí sentía que algo pasaba en mí, que ya quería empezar a moverme, porque a mí por otro lado también me gustaba, me habían llegado, me habían hecho llegar por intermedio de un cantante en discos de la música africana, de lo que pasaba en París. Otra cosa importante, yo tengo que reconocer que hay un tipo que era en ese momento un músico importante. Digamos que el primo hermano de una novia que yo tenía entonces, era Federico Gil Sola, que después fue el baterista de los Divididos. Entonces, como yo iba a Buenos Aires con esa novia, para verlo y nos veíamos, él vivía en Estados Unidos en esos momentos, en San Francisco, entonces traía discos de San Francisco. Él también me influyó mucho en muchas cosas, gente que ya veía que venían del extranjero. Cuando se fueron todos los cordobeses de ese grupo Vertiente, ya, bueno, ahí pasó algo, pero recién me iría cuatro años después, en el 88."


Tamboor, año 1987 (de izq. a der, José Halac, Minino,  Fernando Huergo y Daniel Giraudo)
Tamboor, año 1987 (de izq. a der, José Halac, Minino, Fernando Huergo y Daniel Giraudo)

El tiempo que precede a partir

Ya inoculada la perspectiva de viajar, Minino iba midiendo sus posibilidades y trazando sus estrategias. Y también sumaría escalones a ese destino: escalones arriba para avanzar en la historia, pero descenso a la chismografía, en los hechos, cuando decidió acelerar su partida a consecuencia de un escándalo en un hotel de la Villa serrana y episodios con vedettes que lo dejaron sin trabajo.

"Como decía, ese proceso de irme a Europa fue un proceso un poco largo, digamos, y había algo que interiormente yo no lo sabía, pero se estaba gestando esa cosa que iba a llegar el momento, ¿no?, de ir a descubrir el mundo y descubrirme a mí, descubrir también la posibilidad de que yo podía hacer y vivir exactamente de lo que había elegido, ¿no? Esa llegada fue un poco caótica, digamos, pero hermosa.
En el medio hay algunas anécdotas que nadie conoce, pero bueno, las voy a decir ahora. ¿Por qué no? Creo que era el verano del 87 antes que yo me vaya, o el 88. Yo estoy tocando para Cacho Buenaventura. Había un mánager de un grupo. El mánager, de vuelta, ya se puede contar, era Jorge Brestovisky, era el mánager del grupo Posdata y del Cacho Buenaventura. Y yo tocaba con Cacho. Y me acuerdo que en un teatro de revistas de Carlos Paz -nosotros tocábamos ahí-, estaba la famosa Mónica Guido y la Doris del Valle. Ahí está. Entonces, obvio, uno, de joven, me convertí en el juguete sexual por conocer todo ese mundo, ¿no? De la noche. Pero, bueno, me metí en unos pequeños problemas, digamos, en los cuales, obvio, el Cacho Buenaventura lo hizo muy bien porque yo me comporté mal. Entonces, me echa de su grupo. Y ya, digamos, que no podía volver a mi casa. Entonces, con esos problemas que tuve un poquito privados, digamos, ¿no? Entonces, yo digo, bueno, acá es el momento de hacer algún cambio en mi vida porque ya sabía que estaba entrando en algo que no era bueno, ¿entendés? En esa noche, en esa noche de Carlos Paz, de Buenos Aires, de la noche de las mujeres y las drogas. Entonces, había algo que estaba complicándose. Entonces yo digo, bueno, me parece que inconscientemente es el momento de partir. Y eso también aceleró mucho en ese verano del 88, creo."


Oh là là


Muchos argentinos en París

Por fin, la ciudad luz, meca de argentinos desde el siglo XIX, y un nudo en las líneas musicales históricas y nuevas. Ya existía una tradición de músicos argentinos en París, desde los tiempos de Gardel, y la hubo posteriormente en que se involucraron gente como Atahualpa Yupanqui, Piazzolla, los Cedrón y tantos otros. En la agenda del Minino recién llegado, aparecen nombres de una generación inmediatamente posterior.

"Cuando yo llego a París, mis primeros contactos eran teléfonos. Era Jorge Cumbo el que me había dado teléfonos. También me dio teléfonos el Chango Farías Gómez. Y los primeros contactos fueron Gustavo Beytelman, el gran arreglador que es como mi padrino. Ricardo Moyano, el guitarrista, hijo de Daniel Moyano, el escritor. Músicos que me ayudaron enormemente. Y bueno, ahí nomás yo entro ya un año después a tocar con Raúl Barboza."

Aquí la rama ofrece un gajo, cuando Minino aporta ciertos elementos valiosos para contextualizar las derivas de un chamamé progresivo, o de concierto, o posmoderno, o un poco de todas esas cosas y de otras más. Su testimonio rinde tributo a su propio papel, aunque con clara conciencia de varios procesos confluyentes.

"Para mí llegar a París fue la posibilidad de estar con los grandes de la música argentina. De tocar con años y a influenciar mucho el estilo del chamamé. No hay que olvidarse, no es que no hay que olvidarse, sino que es una afirmación, porque cuando yo grabo esos discos de chamamé con Raúl Barboza, en el año 91, una cosa así, yo meto instrumentos, percusiones como el cajón, tambores africanos, etcétera, etcétera. Y en el chamamé nunca habían metido eso. Sí, lo había hecho un poco antes, obvio, lo había hecho Bam Bam Miranda. Porque Bam Bam Miranda, el percusionista peruano, había tocado ya con la Teresa Parodi. Él fue el primero. Pero en todo caso, el que hace un disco de un alto nivel con Raúl Barboza, que se llama La Tierra Sin Mal, que tuvo muchos premios en Europa, ese fui yo. Entonces, ese disco influyó a todos los chamameceros, incluso y sobre todo al Chango Spasiuk, él hacía un chamamé con batería, que era una cosa no muy linda. Pero escuchar ese disco, lo que influyó a todos los otros, fue el ver que el chamamé podía tener una calidad artística y musical. Y ese fui yo, el primero. Entonces estar con esa gente en París, conocer a Jaime Torres, tocar con el Cuchi Leguizamón, con Raúl Carnota, con el Chango Farías Gómez… Bueno, al Chango yo ya lo conocía del MPA. También tomé contacto con la gente del tango, tener la relación, improvisar, pasar horas y horas improvisando con Antonio Agri. ¿Por qué? Porque estábamos en un espectáculo que se llamaba Memoria de los Mayas, que era un espectáculo que en el 90 creó el Tata Cedrón, ahí es donde conozco a Jaime Torres. Y grabo un disco con Jairo apenas llego, o al año, disco que salió 18 años después, que se llama Criollo."

Minino en sus primeros tiempos en París, circa 1992, junto a Juan Carlos Tolosa y Gustavo Gancedo
Minino en sus primeros tiempos en París, circa 1992, junto a Juan Carlos Tolosa y Gustavo Gancedo

Pero no solo argentinos

Le preguntamos por las figuras referenciales con las que tuvo la fortuna de cruzarse en estos treinta años de vida en París, lo que lo lleva a mencionar algunas experiencia de descubrimiento sobre la profundidad de ciertos géneros musicales populares .

"Los mayores referentes que yo tuve fueron todos esos músicos de toda la música africana, de la música antillana, del flamenco, obvio, porque yo inmediatamente entro a tocar con un tipo que se llamaba Raphaël Faÿs. En su grupo tocaba uno de los hermanos de la familia Carmona, Juan Carmona, que vivía en Marsella. Entonces yo ya entro a aprender las cosas del flamenco con un tipo que ya conocía mucho, siendo que el cajón ya había entrado en el flamenco, yo lo incorporé. Antes que yo, nadie había realmente incorporado el cajón en Francia. Entonces me hago conocer de esa manera con ese instrumento, el cajón, con el bombo legüero, y eso mezclado después a la batería. Es como que fui un referente en esa cosa. Ahora la gente me llama por lo que soy exactamente. Me llaman para grabar porque quieren escuchar esa manera de tocar que yo tengo. Es por eso que también desde que llegué hasta ahora he participado en más de 250 álbumes, en los cuales, obvio, no participás en todo. Por ejemplo, hay álbumes donde toco dos temas, y después en otro todo, en otro cuatro. Pero bueno, he participado en todas esa cantidad de álbumes y sigue la cosa, mismo aunque ahora se hagan menos álbumes.
Otro referente enorme también, que después se volvió una referencia mundial, es Richard Bona. Richard Bona es un bajista camerunés, que tiene un gran éxito internacional. Tocamos en un grupo que se llamaba Bohé Combo. Ese grupo también me influenció mucho a mí, porque yo metía toda mi parte en un grupo donde había africanos, vascos, antilleses. Yo venía con mi bagaje sudamericano, bombos y cajones. Y ese es un disco que grabamos para Sony, que no está en ninguna red social, en nada, es un disco que yo lo tengo, que salió para la Sony Music, y eso también fue un grupo para recordar. Después hubo otro grupo, justamente con Magic Malik, este flautista, que era un grupo que se llamaba Groove Gang, donde también había todo, mezclas y cosas con muchos músicos del mundo. Todos esos grupos marcaron toda una historia así artística también en Francia, en los cuales yo formaba parte, como joven llegado extranjero a un país. Son todos grupos que marcaron toda una influencia enorme en Francia, porque se tocó mucho, se viajó mucho por el mundo, y que después, bueno, 20 años después, obvio, o más tiempo después, ya hay generaciones en las cuales me dicen, ah, yo escuchaba yo cuando tenía esto, escuchaba músicos que ahora son impresionantes, que se influenciaron de todo eso. Y bueno, así pasa el tiempo y nos influenciamos unos a otros."


Los tambores del mundo

La mención de la tan rotulada World Music surge en forma natural en el relato, debido a la época de inmersión de Minino en el ambiente del jazz fusión francés, y a las características históricas del proceso que allí se estaba dando.

"Cuando yo llego a Europa, hay que tener en cuenta también que está todo un centro de la música del mundo, de la música africana negra, de la música africana del norte, de África, los músicos árabes, todos los músicos europeos que llegan ahí, cada uno con su cultura. Entonces yo, como llegué con mi bombo legüero, con mi cajón peruano, mi tambor uruguayo, indudablemente me influencié de cada toque, de cada toque de otras músicas del mundo, en los cuales ahora yo ya mezclo todas esas cosas. No se puede decir de mí que soy un folclorista puro e innato, para nada, porque ya tengo muchísimas influencias. En todo caso, soy un folclorista con muchísimas influencias de música que me han aportado mucho todos estos últimos 30, 35 años.
Lo de las músicas del mundo es un invento de marketing, ¿no? Músicas llegan de todos lados del mundo, porque es la ciudad, son las ciudades las que hacen las cosas. París, ahora ya lo es menos, pero era ese lugar donde todas esas vanguardias, todos esos músicos que le mezclaban su tradición, se realizaba ahí. Eso era maravilloso. Y había la gente que podía consumir eso. Yo sentí, de todas formas, que cuando llegué a Europa, yo tenía que ser diferente, porque había tanta, tanta capacidad que tuve que buscar esa manera de ser única y exclusivamente Minino Garay ahí, y esa manera de tocar. Yo ya en el año 94 empecé a mezclar, es decir, a organizar grupos de percusión de bombos legüeros, de cajones peruanos, de tambores, de hecho, tengo grupos de percusión desde mucho antes, muchos años antes. Ya me gustaba tocar la percusión grupal, le daba esa parte africana a lo que es el bombo legüero, ¿no? Entonces, eso, todo eso, esos son cosas que me influyeron mucho.
Y, obvio, había un proceso en los cuales yo sabía que iba a cambiar, hasta que un día creo un grupo de percusión, en el 94. Después, en el 95, llamo a músicos armónicos, pianos, saxofones, etcétera, en los cuales íbamos a hacer un repertorio. Pero me encontraba con el problema de de que yo no soy un compositor. Entonces reinterpretaba la música de amigos míos. Yo lo llamaba al pianista Lalo Zanelli y decía, bueno, la música que tiene este tipo es impresionante. Yo se la voy a realizar de otra manera. Le voy a hacer como si fuera un arbolito de navidad. Le voy a colorear su composición. Y así fue que se crearon Los Tambores del Sur, que era una máquina aplanadora, porque realmente cuando yo tenía cuatro cajoneros que a la vez tocaban bombo legüero y yo que estaba en el medio con una batería bien minimalista. Pero entonces eso era... Maravilloso. Fueron 18 años de concierto y de gira por todos lados realmente."


Sueño de un curador de festivales

Para cerrar el periplo de esta nota, no por supuesto la historia ni, mucho menos, la imparable energía del artista de que trata, siempre empeñado en sus siguientes proyectos, y en volver a tocar los ya realizados, retomamos la idea de un Minino Garay que desearía ser reconocido como director artístico y también como alguien que ha realizado trabajos que hicieron historia. Es posible trazar una línea de trabajo consecuente, siempre en función de "cocinar" con los elementos una música plural, en la que no solo se lucen la paleta lograda, los matices en sí mismos, sino que se muestran en función del fluir de unos sonidos sólidos, con autoridad, con identidades, con tradición e historia, con apertura y proyección. Personalmente no creo que exista indiferencia hacia las producciones de Minino Garay. Se trata de un mercado inmenso en un mundo donde puede uno atosigarse con tanta información. La tarea y la definición de la figura de Minino Garay es la que es, la que se construye haciendo, aunque no puede prescindir de un público, de una difusión, de cuotas de atención de la escena musical y otros factores no siempre atados a la voluntad de hacer. En Córdoba, por ejemplo, hay un público para su obra, una sección dentro de un público general. Nunca masivo. En Francia cuenta con el reconocimiento de sus pares músicos, así como en otros países donde ha compartido su música y ha aprendido de los locales. Y también aparecen en su país de residencia apoyos institucionales que le dan alas a sus proyectos. Eso no lo hay en la Argentina, y menos que menos en estos momentos de ataque de pánico en la cultura dejada de la mano del estado.

Es para Córdoba, su ciudad del regreso continuo, el párrafo final, compartido con su país de acogida, con amor y gratitud.

"El disco Tunga Tunga's Band, que yo hice en homenaje al Cuarteto, debe ser el único disco que existe dentro de la música popular del Cuarteto donde vos tenés a los cuatro dinosaurios, de los cuales tres ya murieron. Carlitos Rolán, Ariel Ferrari y Eduardo Gelfo, junto a La Mona Jiménez, en un solo álbum. Porque ellos aceptan porque saben quién soy, porque saben de dónde vengo, porque saben el respeto que yo tengo con respecto a la música popular. Y todo esto también, el Divino Festival, la base de todo esto, si la Embajada Francesa o el Instituto Francés de Música y la Embajada Francesa no me ayudaran, este festival no existiría para nada. Así es, la base de todo esto es que los tipos, Francia, el gobierno francés, invierte para que un argentino cordobés haga discos de Cuarteto, para que un argentino cordobés haga mezclas del país que ama de corazón, que es Francia, con su tierra natal. Es decir, yo critico mucho a Francia en muchas cosas de las políticas que tiene, pero tengo que decir que gracias a ese país que me lo dio todo, obvio, me da todo y sigue dando la posibilidad de volver a mi tierra y en condiciones para mostrar siempre un espectáculo nuevo. Y es así de simple, y así puede pasar con muchas otras cosas, por eso yo quiero hacerme más conocido en tanto que director artístico para que un día, por qué no, en Argentina me digan, loco, me gustaría que hagas la dirección artística de tal o tal festival."



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Comentarios:

- Minino Garay: GRACIAS MARAVILLOSA NOTA GABRIEL INFINITAMENTE AGRADECIDO

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