Elena Cerrada
La intensidad quirúrgica de teatrar los cuerpos femeninos con sus síntomas, símbolos, sudores y amores
Soledad González y Mariela Serra
Elena Cerrada es integrante del grupo Cirulaxia, agrupación clave en nuestro teatro contemporáneo. Actualmente en su sala tienen en cartel la obra "Bochorno", un unipersonal de su autoría que nos invita a reflexionar sobre temas poco explorados en escena, el cuerpo real de las mujeres y su lado no dicho.
La escena comienza con una mujer que espera en la cama de un hospital su turno para entrar a quirófano donde le sacarán su matriz. Esto es el disparador para construir una autorreflexión poética de la vida, la salud y la enfermedad de un cuerpo femenino y una actriz. El nombre real de la protagonista se enlaza con la mítica Helena de Troya para incorporar el drama histórico al drama de la vida cotidiana y los ciclos vitales. Los temas que se despliegan en esta singular dramaturgia son la autoridad patriarcal, la reproducción de la vida, la actuación y los deseos no cumplidos, las representaciones de lo femenino, el Padre y el territorio, el Teatro, los griegos, la danza clásica, las curvas del cuerpo, la vejez, la menopausia, la palabra, la menstruación y la sangre. Como una catarata que atraviesa épocas, nos pone como espectadorxs bajo la punción de una pregunta ¿Cómo son tratados los cuerpos femeninos, como los pensó la cultura colonial que heredamos?
Este universo escénico se completa con una puesta en escena a la medida del texto y con el sello creativo de Cirulaxia, desplegando atmósferas sugestivas, lúdicas e inquietantes. A su vez, lo escenográfico se condensa estéticamente en una cama, artefacto que sirve para desplegar las destrezas y emociones del drama del cuerpo y los sentidos. Desde allí y sin bajar a tierra, la actriz apela a nuestra complicidad y memoria activa para crear un vínculo cercano y sin tapujos, convertir lo doloroso en risible y lo risible en teatro.
En los bochornos de la actriz hay miles de historias comunes, como el miedo a la ablación del cuerpo o el maltrato en todas sus variables. La puesta abre un abanico de reflexiones sobre lo cotidiano y el paso del tiempo, cuestionando desde la metáfora escénica, las normas de género en las cuales se disciplinan las subjetividades femeninas.
¿Cómo es tu voz, tu dirección, tu estar grupal?, ¿Cómo son tus trayectos y las intervenciones que lo construyen?
Mi ser/ hacer teatral ha sido atravesado por lo grupal. Soy integrante de Cirulaxia Teatro que este año cumple 35 años (1989-2024) y nuestra metodología fue la creación colectiva. Cada uno de nuestros espectáculos, signo por signo, fue pensado, analizado y consensuado grupalmente. Adoptamos este modo de crear por convicción y en reacción a ciertas prácticas del tiempo en que nacimos, donde algunos roles como la dirección y la dramaturgia, parecían imponerse con un estatus superior y determinante.
A fines de los 80 principios de los 90 después de haber vivenciado el horror de la dictadura y la alegría inmensa y esperanzadora de la democracia, Argentina atravesaba una de las tantas crisis económica y sociales donde convivía la frivolidad con la hiperinflación mientras en el mundo se caía el muro de Berlín. En Córdoba se desarmaron algunos grupos de teatro que parecían ser "propiedad de tal o cual director", en su mayoría varones obviamente. Nosotrxs decidimos lanzarnos a la aventura de crear sin jerarquías, privilegiando lo colectivo por sobre lo individual, y trabajar exclusivamente en Cirulaxia, sin sumarnos a otros proyectos. Esta identidad nos permitió profesionalizarnos, con disponibilidad de tiempo para realizar ensayos, funciones , giras en cualquier espacio. Fue una apuesta muy fuerte: vivir de y para el teatro, no había otras experiencias similares en nuestro ámbito en aquellos años.
Después de 10 años de frenética itinerancia, decidimos armar nuestra sala, Espacio Cirulaxia, para investigar, ensayar, hacer nuestras funciones y que otros grupos pudieran mostrar sus obras, dar cursos, invitar a otros docentes, enriquecernos en el intercambio. Juntxs leímos, experimentamos, escribimos, improvisamos, cosimos, martillamos, dibujamos, armamos vestuarios, carpetas, actuamos, dirigimos escenas, estrenamos, armamos y desarmamos, trasladamos escenografía, viajamos infinitos kilómetros, discutimos mucho, nos reímos mucho, lloramos también mucho… hicimos miles y miles de funciones para más de un millón y medio de espectadores de todo nuestro país. Recorrimos Argentina de punta a punta, pueblos y ciudades, salas pequeñas y los más grandes teatros. También giramos mucho por Latinoamérica, una maravilla…
Siento "mía" cada una de las obras de Cirulaxia, donde siempre miramos la realidad y nos propusimos contar las historias desde la perspectiva de lxs perdedores, lxs últimos de la fila, lxs antihéroes, lxs que no se destacan.
Recreamos algunos textos clásicos que siguen teniendo mucho que decirnos, espectáculos que además de ser compartidos con público en general, llegaron a miles de jóvenes y adolescentes de instituciones educativas de nuestra ciudad y el país, a través de un proyecto especial que llevamos adelante desde hace más de tres décadas en la formación de nuevxs espectadores.
A la par de movimientos feministas cómo Ni una menos, Marea verde, Me Too, ¿Cómo reflexionas sobre tus prácticas? ¿Cómo se tensa lo público y lo íntimo?
Bochorno -terrible peso de un exceso de sentido- el unipersonal que se estrenó este año, es un espectáculo que vengo craneando y amasando sola desde hace casi 20 años. Es un testimonio teatral. El puntapié fue una experiencia quirúrgica donde me extirparon el útero y un médico preguntó "Vos tenés conciencia que ésta es tu última noche fértil", aquella sentencia me impactó y me llevó a pensar en la "fertilidad" de una vida, cualquier vida…y comencé a escribir desde el dolor de lo propio, el maltrato médico, lo callado…fueron años de borronear, leer, dialogar con amigas e intentar varias alianzas de trabajo con algunas hacedoras cordobesas sin poder concretarlo. Un interrogante me frenaba una y otra vez: ¿a quién podría importarle mi intimidad? Los años fueron pasando, y de una manera agresiva me "atropelló" la menopausia, convirtiendo mi vida en un "incendio" casi permanente que me generaba un insoportable vaivén emocional y me hundí en la depresión. Un verdadero bochorno… Alentada por amigas imprescindibles y junto con Teli Ortíz llegamos a mostrar una escena de teatro/danza llamada "Sutura" con la intención de dar "cierre" a este proceso. Fue en un ciclo de mujeres en la sala La Luna, año 2019, en pleno movimiento de la marea verde y antes que se promulgara la ley del aborto. Más que cerrar se abrió una emoción compartida con el público, lo que me dio fuerzas para seguir profundizando en el proceso. Después nos frenó la pandemia. Seguí macerando el material y con la compañía de Ariana Andreoli, Victor Acosta y Pablo Behm logramos "parir" a comienzos de este 2024 tan controvertido, este espectáculo donde confirmo la potencia de lo personal revelado como acto poético y político. Si bien trabajamos en equipo creativo/colaborativo, al final del proyecto, la idea general y el texto eje fue escrito a partir de algunos aspectos de mi vida.
Pongo la voz de mi dolor en juego, mi desquicio íntimo, mi energía más genuina, como mujer y actriz madura, en una sociedad que privilegia la juventud y ciertos modelos de éxito y belleza que estuvieron y están muy lejos de mi experiencia vital.
Además de los estereotipos de género que tanto daño nos han causado, a mi edad también se va perdiendo protagonismo en el "escenario" de la vida. Por estos tiempos me convoca la lectura sobre el "edadismo" otro de los modos de discriminación que nos segrega y necesita ser divulgada. Desnuda emocionalmente y exhibiendo la verdad de mi deseo en escena, con 58 años, reconozco desde siempre mi necesidad vital de actuar y ser mirada. Mi primer recuerdo, a los 2 años, es estar sentada en mi pelela y mi familia aplaudiéndome. Antes de caminar bailaba y deseaba con todas mis fuerzas ser bailarina clásica, la del tutú y las zapatillas de punta. Decía versitos subida a la mesa buscando aprobación. Participé en cada acto y representación de la escuela sintiendo que en esos "actos" algo muy mío se revelaba. A mis 13 años en plena dictadura y luego de haber sido rechazada en el seminario de danzas por "futura gordita", como opción para seguir en escena, me sumo a los talleres de teatro para adolescentes que se dictaban en la ex Escuela Olmos.
Esta actividad me salvó de la oscuridad y la censura y marcó definitivamente mi rumbo en la vida. En la primera obra que hicimos en el taller, una de Rabindranath Tagore, me tocó hacer de hombre, fui el "señor que tocaba el gong", un personaje más que secundario… Lloré a escondidas al ver a otras compañeras haciendo personajes femeninos de "reinas preciosas", mientras yo con un bigote enorme y una túnica raída golpeaba un gong de utilería que ni siquiera sonaba. Quise salir huyendo pero me quedé y actué. El deseo se impuso. A partir de ahí nunca me alejé de lo teatral en sus distintas facetas hasta hoy.
¿Cuál es tu norte, ese espacio de pensamiento y acción que te sostiene y da seguridad?
Desde muy pequeña he peleado intensamente para que mi voz fuera escuchada y respetada en igualdad a la voz masculina, lo cual trajo y seguirá trayéndome complicaciones. "Siempre fui retacona, ronca, rebelde y resistente, llevo pólvora en el alma puedo estallar" digo en Bochorno, nunca encajé en lo que se esperaba de mi por ser mujer. Fue muy incómodo y solitario ese sentir… Quisiera haber nacido en este tiempo donde nuestras problemáticas pueden compartirse y nos respaldan los movimientos feministas.
Terminé el secundario en diciembre del 83, con la democracia y los Festivales Internacionales de Teatro en Córdoba, una fiesta…estudié psicología en la UNC y en paralelo el Seminario Jolie Libois, en un momento permití que el teatro tomara mi vida por completo y dejé la facultad para dedicarme a estar 100% dentro de la escena o lo más cerca que se pudiera… Con el correr de los años, por varias "lesiones laborales" tuve que salir del escenario, dejé de actuar y comencé a coordinar/dirigir siendo fiel a la modalidad creativa de Cirulaxia, en diálogo con todo el equipo, ordenando el material de cada proceso, estimulando, potenciando.
Cuando comienza a pensarse en un hacer teatral femenino, lecturas, charlas y encuentros con mujeres creadoras me ayudaron a comprender que ejercer este rol de un modo más receptivo, entre otras cosas, es parte de mi mirada feminista sin que yo pudiera nombrarlo así. Felizmente y con mucho esfuerzo, las prácticas actuales van dejando de lado viejas maneras y se revelan otras posibilidades de hacer teatro más respetuosas, blandas y amorosas. Aunque hay que estar alertas a descubrir, reconocer y descartar antiguos gestos autoritarios que permanecen encubiertos,arraigados y moldeados desde la profunda estructura patriarcal. Si bien no participo de ninguna organización de mujeres y disidencias, en cada espacio que habito como teatrista y docente intento posicionarme desde la mirada del feminismo, más en estos tiempos donde mucho de lo conseguido por años y años de pelea está en riesgo. Siento que toca recrear los mecanismos de la lucha, no dar ni un paso atrás y avanzar construyendo y aceptando las diferencias en un movimiento tan amplio como diverso, para seguir sembrando otros futuros posibles para todos los cuerpos y existencias.
Mi trabajo como creadora y docente siempre ha sido desde lo independiente, con la libertad y el vértigo que significa gestionarse los recursos de la supervivencia sin contar con una entrada fija, sin horarios, al 100% ocupada en ensayos, funciones, viajando, dando clases, elaborando proyectos, limpiando la sala, atendiendo la boletería, etc., etc., etc. Cuando nos fue posible trabajamos en cogestión con entes gubernamentales y el Instituto Nacional de Teatro al que vimos gestar, nacer, desarrollar y multiplicar la actividad teatral de toda la Argentina. Cirulaxia además de todo lo gestionado y realizado de modo independiente pudo llegar con funciones a poblaciones que nunca habían visto teatro, a pueblos remotos y a las ciudades capitales de todas las provincias de nuestro enorme país. Conocer otras realidades y valorar la riqueza cultural de cada zona, abrir la cabeza y el corazón.
¿Cuáles son los puntos por iluminar hoy?¿Cómo se articula lo público y la actividad independiente en tu búsqueda por construir, desclasar y descentrar la mirada?
Como tantas personas del interior, por años viajé a Buenos Aires (la "meca") a estudiar actuación y trabajo corporal bioenergético, apasionada por los cuerpos y su presencia en escena, también otras disciplinas buscando ampliar mi formación con diferentes maestrxs. Luego, en la experiencia como docente dictando talleres, seminarios, entrenamientos actorales y becas anuales de perfeccionamiento del INT para estudiantes y actuantes de otras provincias sentí que mi mirada se enriquece en la infinidad de modos de ser y hacer teatro en cada rincón.
También fui jurado y curadora de muestras, concursos y festivales provinciales, nacionales e internacionales, agradeciendo la posibilidad de conocer infinitas propuestas inimaginables desde mi pequeña realidad. El rol del estado es indispensable para garantizar oportunidades para todas las comunidades y habitantes de nuestro país tan rico y diverso.
A nivel provincial fui convocada a principios del 2020 para dirigir el Seminario de Teatro Jolie Libois, primera escuela de Actuación de Córdoba, del que soy egresada, sin imaginar que me tocaría atravesar la pandemia. Este doloroso período para toda la sociedad, del cual seguimos sufriendo consecuencias, fue especialmente complejo para lo teatral por nuestra necesidad de presencia cuerpo a cuerpo que intentó adaptarse a lo virtual con resultados "extraños". Para el Seminario, una institución educativa que depende de Cultura y que no contaba con una plataforma para la transmisión de clases virtuales fue casi imposible la continuidad pedagógica. Desde mi rol directivo tomé la decisión de que el ciclo lectivo no tuviera validez, por considerar que no se habían alcanzado los contenidos mínimos, decisión ética de alto costo ya que otras escuelas y universidades dieron por aprobado el período.
Uno de mis anhelos al ingresar fue repensar la relación y trato entre docentes y estudiantes, impregnados, a mi modo de ver, de cierta toxicidad de la cultura patriarcal tan asentada, a pesar de la lucha y los acuerdos que se van logrando en todos los espacios. Al volver a lo presencial se realizaron muchas acciones y jornadas de reflexión sobre la convivencia y modalidades acordes a los nuevos tiempos, donde participaron docentes de la Escuela Roberto Arlt y la UNC con quienes compartimos la problemática de la transmisión de la práctica teatral. Acepté el desafío de entrar a la esfera de lo estatal con la ilusión de "devolver" un poco de lo que recibí en mi juventud en ese espacio de formación, y también cuestionar y modificar algunas prácticas, actualizar plan de estudios, propiciar concursos de cargos, etc. No logré cumplir algunas metas de la manera y en el tiempo que hubiera deseado. Mi personalidad, mis modos de accionar y reaccionar marcados a fuego por la actividad independiente en contraste con lo que es posible en la gestión pública, me enfrentaron a la decisión de adaptarme o alejarme. Presenté mi renuncia en diciembre de 2022 volviendo a mi ámbito natural y "abismal" del trabajo independiente.
A mediados del 2022 se inundó y hundió el piso de nuestra sala y tuvimos que desmantelarla por completo, frente a la disyuntiva de cerrar el espacio definitivamente o sostenerlo con todos los riesgos y esfuerzos que implica. Añorando la potencia de la juventud que nos llevó a soñar y construir nuestra "casa/sala" más de 20 años atrás, con mucho dolor e incertidumbre, pero convencidxs que nuestra presencia aporta al hacer cultural de nuestra ciudad, emprendimos una campaña con amigxs, familia, público, y algunas autoridades que respondieron y nos apoyaron para volver a la actividad luego de dos meses de trabajo muy intenso.
En este momento, mediando el 2024 una vez más la existencia de Espacio Cirulaxia está en riesgo. El costo de alquileres y servicios ponen al límite nuestras posibilidades de gestión y la de casi todas las salas del país que se sostienen con el trabajo enorme y ad honorem de lxs teatristas. Seguimos insistiendo y resistiendo pensando en el público y en lo que se genera en esos reductos creativos y afectivos que son las salas independientes de nuestra Argentina.
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¿Cómo creás tus espacios biopolíticos y qué valores éticos te inspiran?
Pienso a quién dirigir las obras desde el primer día de un proyecto, esas personas que estarán sentadas cerca me generan una gran responsabilidad, no es solo el fantasma de que gusten o rechacen la creación sino cómo encontrar la manera de acompañar, llevar de la mano, provocar, cómo manejar los ritmos para mantener el interés, cómo acariciar a veces y sacudir otras, como traducir y a la vez mantener zonas misteriosas, cómo abrir sentidos, cómo conmover, intentar que no salgan igual que llegaron? Y cómo llegar a la mayor cantidad de público con signos creados en diferentes capas y que convoquen a espectadores de diferentes edades, intereses, sectores sociales, personas acostumbradas a ver teatro o que llegan por primera vez. En cada proceso creativo la "presencia" del público se impone desde el primer impulso.
¿Para quién hago teatro? parece una pregunta tonta porque sin público el teatro no existe, pero a veces el teatro parece ser hecho "para" quienes están en escena y se puede volver un acto egoico, hermético, sin intención de vincularse , dejando "afuera" a quien acompaña como público.
En Bochorno me desvelaba imaginar la recepción del público. En esta nueva experiencia al compartir lo íntimo, poetizado pero tan "mío", ¿qué resonancias se darían? Desde la primera función se acercan mujeres diciendo "hablaste por mí", "gracias por gritar lo que nunca me animé siquiera a susurrar". Y también varones, corridos del razonamiento masculino hegemónico, emocionados hasta las lágrimas me cuentan que en mi decir descubrieron estados similares propios. Y hasta pueden pensar de otra manera lo que les sucede a las mujeres con las que comparten la vida. Me emocionan profundamente las repercusiones que tiene en cada ser… poder visibilizar la cantidad de mandatos que nos acorralan desde que nacemos, la obligación de no mostrar sentimientos ni heridas, la imposición de ser fuertes y tener aptitudes y habilidades para algunas actividades que nos torturan a todas las identidades de género.
¿Quién soñamos ser en la infancia? ¿Cómo llegamos a ser quiénes somos? ¿Podemos elegir quiénes queremos ser? Interrogantes básicos. Creo y elijo un teatro que nos interpele sobre la dimensión humana, el valor de cada vida, de todas las vidas.
¿Qué enseñás y aprendés?
En mis espacios de coordinación de talleres intento recibir a cada integrante con su cualidad esencial y estimular su expresión única y sagrada, contagiar amor a la escena, convidarles juego, generar un espacio de respeto por lo diverso donde podemos bajar la guardia y mostrarnos vulnerables, estúpidxs y humanxs. Más allá de los "resultados artísticos" me interesa estimular a las personas para que a través del arte compartan la vida, se animen a exponerse sensiblemente y disfruten de hacer y ver teatro. Siempre fue así, y con el avance de la virtualidad, se agranda mi deseo de profundizar en los lazos vinculares y emocionales "reales", porque me preocupa cierto grado de apatía generalizada por lo que le sucede a quien tengo al lado, lo que nos cuesta conectar con las emociones, sentir lo que siento, y poder nombrarlo.
En el medio siglo que lleva abierto espacio Cirulaxia han pasado miles de personas por los grupos, uno de los tesoros más grandes de mi vida es sentir la red que somos y que resiste al paso del tiempo y a las modas y a los gobiernos y sigue fiel a lo que construimos en cada encuentro mirándonos a los ojos desprovistos de pretensiones. Seguir sembrando la idea que siempre valdrá la pena preocuparse por lo común, por una buena vida para todas las personas, aunque el mundo parezca fracturado y muy lejos de estas utopías.
No puedo concebir la creación sin el indispensable apoyo de mis afectos más cercanos, mi padre ofreció sus manos, sus herramientas, sus vehículos, su cercanía fiel hasta que se fue de este plano y me sigue sosteniendo. Su cama de infancia fue restaurada y adaptada para la escena en Bochorno. Mi madre puntada a puntada cose los vestuarios para cada obra, pinta, borda, escucha, alienta y responde ante mis "urgencias" creativas: necesito este vestido, esta túnica, este saco, YA!!! Muchas de estas prendas suelen descartarse porque no sirven al llevarlas a escena, la generosidad de soportar la frustración… mis dos hermanos al pie del cañón en cada "batalla", trabajando madera, soldando hierros, armando circuitos eléctricos o aparatos de los más exóticos a mi pedido, sin límite de horas ni de entrega, siempre acompañando y sin pedir explicaciones de para qué sirve.
Por otro lado está la familia elegida: CIRULAXIA, con quienes nos hemos acompañado en el devenir existencial teatral compartiendo disfrutes, dolores, sentires, fragilidades y potencialidades, crisis, muertes, nacimientos…hemos sobrevivido y seguimos cerca como un logro de insistencia y resistencia humana y cultural.
A esta altura mi energía está puesta en intentar que no me paralice o me voltee la realidad apabullante y la oscuridad que estamos viviendo con la desvalorización absoluta de nuestra actividad y de tantas. Me interesa estar cerca de las nuevas generaciones, dejarme asombrar por lo que van descubriendo creando y recreando. Y también siento absolutamente necesario que sean valorados los legados de quienes hace muchos años estamos desplegando teatralidad. Sostengo la utopía de que cada quién encuentre su espacio de potencia y reconocimiento en la inclusión de todas las miradas.
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¿Cuáles son las preguntas o sensaciones urgentes que te/nos atraviesan?
Inventarse la vida desde el teatro independiente en estas latitudes me tiene ocupada ( y preocupada) en generar la subsistencia día y a día, a los casi sesenta años y sin posibilidades del descanso jubilatorio que estaría cerca si hubiera elegido otro quehacer, si hubiera podido aportar, si hubiera sido menos impulsiva y hubiera podido trabajar más tiempo en algún lado con sueldo fijo, si hubiera sido así y no asá, y una catarata de si hubiera… que no hubieron y que me hacen imaginar un futuro similar a cada uno de mis días con múltiples tareas que van desde escribir para esta nota, estudiar un texto, armar una clase, buscar melodías, leer, limpiar los baños de la sala, prender el indispensable sahumerio y la vela antes de cada función, rogar que venga público, hablar con algún funcionario de turno para que no se olviden de nosotrxs, coser el vestuario que desgarré en una función , postear en Instagram, lenguaje desconocido y poco creíble incluso y sin embargo tener que aceptar que todo cambió y que no sabemos a dónde estamos yendo, pero seguimos…
¿Qué experiencia escénica quisieras repensar o recuperar? ¿Qué te gustaría… ?
Me encantaría que volvieran a las calles y a los escenarios las experiencias de los grandes festivales donde todo se convertía en una fiesta a la que estábamos convidados, volver a sentir la efervescencia de salir corriendo de una sala a la otra para no perderse nada y conversar eternamente, acaloradamente sobre cada propuesta y llenarse de preguntas y de ganas de seguir haciendo teatro.
Me gustaría también que se fortalecieran las grupalidades que indagan sobre estéticas y discursos que se vuelcan en espectáculos con sello propio. A veces siento que el cruce de actuantes, directorxs, técnicxs que se da por estos tiempos es positivo y estimulante, pero que de alguna manera también construye una "uniformidad" en algunas obras, como si las búsquedas se mimetizaran y los resultados perdieran singularidad. Quisiera recuperar la felicidad de actuar entre amigos con una poética personal y grupal, que las obras no se agoten en un ciclo de funciones en la propia ciudad, que haya festivales, giras para poder llegar a diferentes públicos, volver a itinerar y compartir lo que se está creando en cada región…
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