La memoria fotográfica como experiencia compartida
Noelia Pajón

La fotografía siempre ha sido un puente entre el pasado y el presente, un lenguaje silencioso que guarda historias personales y colectivas en una sola imagen. Más allá del valor estético, cada foto es un fragmento de memoria. Pero ese puente no siempre está abierto para quienes experimentan el mundo a través de sensaciones distintas a la vista, al oído o al tacto.
Repensar la accesibilidad en la fotografía es asegurar el derecho de todos y todas a reconstruir su propia historia, sin barreras.
En Córdoba ya se vienen dando pasos concretos en esa dirección. La Biblioteca Provincial para Discapacitados Visuales, dependiente de la Agencia Córdoba Cultura, promueve la digitalización de materiales y la producción de audiolibros que incluyen descripciones detalladas de imágenes, logrando que álbumes y archivos fotográficos también puedan ser parte de la experiencia de quienes no ven. Además, desde el Área de Cultura Accesible se trabaja desde hace más de una década en museos y exhibiciones con herramientas como audiodescripciones vía QR y dispositivos táctiles. Un ejemplo pionero fue el Museo Emilio Caraffa, que inauguró la primera sala accesible del país para personas con baja visión, habilitando nuevas formas de experimentar el arte y la fotografía para la exposición Narrar fragmentos con historias que recibió el reconocimiento del Concejo Deliberante de la ciudad por implementar un proyecto de audiodescripción sonora.

En Buenos Aires, la Biblioteca Argentina para Ciegos lleva décadas generando material accesible y recientemente comenzó a incorporar descripciones fotográficas y exposiciones que incluyen el Braille.
Fuera de Argentina también abundan ejemplos
En España, World Unseen - Exposición de Canon y Fundación ONCE es una exposición de fotografías accesibles para personas ciegas o con baja visión.
Busca crear una experiencia accesible del arte para personas con discapacidad visual y concienciar al público sobre los desafíos de la visión.
Utilizando imágenes en relieve y descripciones en braille y audio, las personas ciegas o con baja visión pueden "tocar" las fotografías, mientras que el público general puede ver imágenes oscurecidas que simulan distintas discapacidades visuales, permitiendo una conexión empática y promoviendo una cultura más inclusiva.


En Estados Unidos, AbleVoices capacita a jóvenes con discapacidad para que usen la fotografía como herramienta de expresión personal. La parte final de un proyecto de AbleVoices consiste en colgar las fotografías con sus respectivos pies de foto en una galería para que familiares, amigos y la comunidad puedan conocer y celebrar a los fotógrafos, mientras que en el Reino Unido la Disabled Photographers' Society provee equipos adaptados y acompañamiento técnico.
Alemania también aporta con Inclusive Imagery, que produce y distribuye fotografías auténticas representando la diversidad de cuerpos y realidades.
En el plano artístico, la fotógrafa y artista keniana Tina Benawra desarrolla obras visuales táctiles que incluyen Braille, texturas y contrastes térmicos para transmitir sensaciones más allá de lo visual. Y en Dubái, concursos como Determination Without Limits celebran cada año las miradas fotográficas de artistas con discapacidad, consolidando la fotografía accesible como un lenguaje global.

Todos estos ejemplos muestran que la accesibilidad en la fotografía no se limita a lo visual: integra lo táctil, lo sonoro, lo cognitivo y lo físico. Cada descripción en texto alternativo, cada relieve en Braille, cada narración musicalizada o subtitulada convierte a una simple imagen en una experiencia compartida.
La memoria visual solo será realmente colectiva cuando pueda ser mirada, tocada, escuchada y comprendida por todas las personas. Entonces, la fotografía deja de ser únicamente una imagen: se vuelve una historia viva, un puente que incluye en lugar de excluir.
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