La noche argentina

Adrián Savino

Ver pelis con mis hijes adolescentes: costumbre que me arregla un poco estos tiempos tan crueles.

Igual que los partidos de fútbol, las películas son un rato (hora y media maso) en que puede quedar en suspenso todo el resto (lo de afuera y lo de adentro).

Las magias del cine y del fútbol, suelen basarse en trucos.

Los trucos del primero son tema principal de un puñado de películas, las del llamado "cine dentro del cine".

Cantando bajo la lluvia. 8 y ½. La película del rey. El viento nos llevará.

Etc. etc. etc.

Dentro del 1er o 2do etcétera, nos encontramos con una en particular: La noche americana, de François Truffaut.

"La técnica de la nuit américaine, también conocida como day for night, consiste en la aplicación de un filtro oscuro sobre la lente de la cámara que simula que se rueda de noche" (Wikipedia).

En esta película del año 73, un equipo de rodaje atraviesa múltiples peripecias mientras intenta producir un film titulado Les presento a Pamela.

La noche americana tiene varios personajes memorables.

El director (encarnado por el mismo Truffaut), abocado a resolver a cada rato problemas de todo tipo, que suelen presentársele de a tres o cuatro o cinco o seis, todos juntos.

El productor, siempre alarmado por el riesgo de que "la cosa" se le salga del tiempo y el presupuesto disponible.

La despampanante actriz principal, cuya estabilidad emocional puede zozobrar de un momento a otro como (ya todos saben) le ha sucedido en otros rodajes.

El actor principal, atormentado por el "amor difícil" que está viviendo con una meritoria de producción.

El otro actor principal, acostumbrado a que sus personajes deban "morir" en la mayoría de las películas en que lo convocan.

La otra actriz principal, una diva italiana que a base de alcohol y actuación (en ese orden), sobrelleva la leucemia que le diagnosticaron a su hijo pequeño que la espera en su país.

Y varios otros; entre ellos, una secundaria muy particular.

Ella es la esposa de Lajoie, el regidor, y va todos los días al rodaje con el solo propósito de controlar que su marido no la engañe con alguna mujer de ese ambiente.

Madame Lajoie toma la palabra en una sola escena, increpando al equipo entero en estos términos: "¿Pero qué es este mundo del cine? ¿Qué es esta profesión? ¡Donde todos se acuestan unos con otros, donde todo el mundo se tutea y todo el mundo miente! ¿Qué es esto, ustedes lo encuentran normal? ¡Su amado cine, su famoso cine, es un mundo irrespirable! ¡Y yo lo desprecio, lo desprecio, lo desprecio!".

Ni bien termino de escucharla, salto del sillón como un energúmeno: "¡¡Pero por qué no te callás la boca y dejás vivir a la gente, che libertaria del orrrto!!".

Mis hijes me miran con asombro. Yo también me asombro de mí mismo.

Después se me pasa, y algo voy entendiendo.

Es que estos tipos (sí, tipos, por más que su elenco sea unisex; de hecho a una de ellos le dicen "el jefe"), estos tipos detestan esa clase de mundos, desean apasionadamente su destrucción.

Mundos en que las personas se vinculan, trabajan en común, se sienten parte de algo que las trasciende y que les da sentido a sus vidas.

Llámese Cine, o Universidad Pública, o Editoriales Independientes.

¡O Tierra Media!

Me vienen a la memoria frases, expresiones muy puntuales que hoy están en boca de millones, y que a mi modo de ver marcan a fuego el tiempo en que hoy vivimos.

"Con La Mía No". "Elijo Creer". "Fingir Demencia". "Ajo y Agua".

"Ajo y Agua"… Ésta es bien interesante, ¿o no?

-¿Ajo y Agua sí, o Ajo y Agua no? That is the question.

A falta de una calavera, lo digo mirando fijo a mi netbook Conectar Igualdad.



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