La Revolución de la Narración Accesible
Noelia Pajón
La escena está llena. Hay niños sentados en ronda, adultos mayores con auriculares, y en un rincón, un niño sordo sonríe mientras una narradora mueve las manos. Las señas dibujan cuentos en el aire. La voz no es la única que cuenta: también lo hacen las manos, los sonidos, las texturas. Así comienza una función de narración oral accesible en Argentina, donde la literatura se expande para abrazar a todos los sentidos.
La narración oral es una de las formas más antiguas de transmitir cultura. Pero durante mucho tiempo, esa tradición quedó limitada a quienes podían oír, ver o comprender sin barreras. Hoy, distintos proyectos en el país están cambiando eso. Con creatividad, compromiso y arte, están llevando los cuentos a personas con discapacidad auditiva, visual, intelectual o motriz, demostrando que la palabra puede volar en cualquier dirección.

Historias que se ven, se tocan, se sienten
La biblioteca Libros y Casas Accesible es un proyecto articulado entre el Programa Libros y Casas de la Dirección Nacional de Formación Cultural de la Secretaría de Gestión Cultural y el Programa Accesibilidad Cultural de la Dirección Nacional de Innovación Cultural de la Secretaría de Desarrollo Cultural.
El material accesible que van a encontrar se encuentra adaptado en los siguientes formatos: Formato de texto rtf sin imágenes: ideal para lectura en pc con lectores de pantallas, imprimible en braille y fácilmente convertible a audio con voz sintética.
* Formato de texto rtf con imágenes: ideal para uso en pc por parte de personas con baja visión, combinando lector de pantallas y uso del resto visual. Ir a los recursos accesibles.
* Formato epub sin imágenes: ideal para uso en dispositivos móviles con lector de pantallas.
* Formato epub con imágenes: ideal para uso en dispositivos móviles por parte de personas con baja visión.
* Videolibro: en Lengua de Señas Argentina y voz en off.
* Lectura fácil: contenido adaptado para facilitar su comprensión.

En espacios como la Biblioteca Provincial para Personas con Discapacidad Visual, en Córdoba, se organizan ciclos de narración con cuentos leídos en voz alta, grabados en formato audiolibro o reproducidos en braille. Allí, la literatura cobra otra textura: una historia puede recorrerse con los dedos, puede escucharse con calma, puede compartirse de boca en boca, como antes, pero con nuevas herramientas.

Voces que atraviesan lenguajes
El proyecto Palabras que Unen, impulsado por la Universidad Nacional de Córdoba, reúne estudiantes de Letras, Fonoaudiología y Educación Especial para formar narradores inclusivos. En sus talleres, los participantes aprenden técnicas de narración oral adaptada, uso de señas, recursos visuales y estrategias de comunicación alternativa.
"Contar un cuento para todos no es hacerlo más simple, sino más rico", explica Mariana Funes, una de las formadoras. "Cuando pensás una historia desde la accesibilidad, empezás a jugar con lo visual, con lo sensorial, con los gestos. Es como ampliar el lenguaje."
A su vez, personas, por su propia cuenta, ayudan a escuelas para que los materiales lleguen a todos. Este es el caso de Carlos Gutiérrez, un profesor de personas sordas y terapeuta del lenguaje que trabaja en una pequeña escuela de la ciudad de Tunuyán, Mendoza, a la que asisten estudiantes con discapacidad sensorial y multidiscapacidad.
Él envía a sus alumnos un código QR (un módulo que almacena información), para que reciban su tarea a través de videos en los que una intérprete utiliza la LSA (Lengua de Señas Argentina), al otro día adapta textos con la técnica de Lectura Fácil.
Relatos en red es una propuesta que conecta a personas con discapacidad visual que quieren acceder a la literatura con voluntarios y voluntarias que aman leer en voz alta. La lleva adelante la organización Tiflonexos, que recibe cuentos grabados en audios de WhatsApp o por mail y los distribuye entre casi cuatrocientos usuarios de habla hispana de diferentes países del mundo.


Estos proyectos no solo promueven la inclusión, sino que también resignifican la cultura como un derecho que se comparte, no que se adapta a última hora. Cuando la narración oral se abre a otras formas de comunicación, crece, se expande, se enriquece.
En festivales, escuelas, plazas y bibliotecas, cada vez es más común encontrar espacios donde se narran cuentos accesibles. No como una actividad especial, sino como parte de una programación que comprende la diversidad como algo esencial, no excepcional.
La voz, en estos contextos, ya no es solo un sonido: es un puente. Y en cada cuento contado sin barreras, se teje también una sociedad más empática, donde todos tienen derecho a escuchar, imaginar y ser parte de la historia.
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