Liuba María Hevia

"La vida se me presenta en canciones"

Jackie Bini

Compositora, guitarrista y cantante nacida en La Habana, Liuba María Hevia es una de las más altas representantes de la cultura cubana contemporánea. Formó parte del Movimiento de la Nueva Trova desde 1982, junto a figuras legendarias como Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, con quienes ha compartido trabajos discográficos.

Dialogamos con ella para descubrir su pensamiento, retazos de su extenso camino recorrido y semblanzas de su proceso creativo.

Liuba María Hevia (OnCuba News)
Liuba María Hevia (OnCuba News)

¿Cómo te definirías? ¿Quién es Liuba María?

Liuba Maria Hevia es un ser absolutamente comprometido con la música. Soy de las personas que viven para la música, desde que me levanto hasta que me acuesto. Y eso ocurrió desde la infancia. Yo veo la vida con música. Veo... porque la música se ve, no solamente se escucha. Y me dedico a contar historias, crónicas. Una es cronista de su vida, de su entorno. Y es lo que he hecho durante toda mi vida. Primero de manera empírica y luego estudié música. Pero yo soy de las personas comprometidas con mi trabajo, que es un disfrute, además. Ese país único que es la música, digo yo, el país. El país que no es perfecto, porque ser perfecto sería problemático. Pero que contiene imperfecciones humanas maravillosas. Más allá del humano incluso. Ese país de libertad absoluta que es la música, que es la creación. Vivo consagrada a ese país que es la canción y a ella le debo la vida. Le debo los grandes amores, le debo los grandes amigos. Le debo los tropiezos, le debo las ganas de vivir. Y estoy aquí por eso.

¿De qué manera llegó la música a tu vida?

Mi vinculación con la música fue desde la infancia, mi madre melómana, una mujer que no dejó de escuchar música nunca, de manera que tuve una banda sonora muy rica, amplia, diversa, sin prejuicios. Escuché música desde folclor hasta música clásica, música popular, formaciones musicales muy diferentes, en contextos muy diversos, sobre todo dentro de la casa. Yo creo que eso me llevó a la posibilidad de hacer música, desde niña siempre dije que me iba a dedicar a la música, y como no habían precedentes profesionales en este campo, no creo que me creyeran demasiado en mi casa. Pero la vida fue demostrando que sí, que esa era mi única vocación realmente. Creo que es lo único que yo, más o menos, sé hacer, ahí le debo la vida a la música, como ya dije antes, entonces de eso se trata, soy una mujer que, desde que tiene uso de razón, está relacionada con la música. Canté como todos los que padecemos de esta maravillosa enfermedad, desde la infancia en la escuela, y escuché mucha música de autores, escuché la música de la Nueva Trova, escuché a Silvio, a Pablo, escuché a Joan Manuel Serrat, escuché música latinoamericana, la música de Violeta, de Atahualpa, después escuché a María Elena Walsh, que fue fundamental. En fin, esas raíces que van conformando una manera de pensar y de sentir la música.  Fui haciendo vida a través de mi música, cantando donde quiera que iba, era mi manera de decir lo que pensaba y así se fue forjando un oficio, digamos, se fue perfilando una manera de sostener el equilibrio, la razón de ser, eso que muchos llaman el motivo de la existencia. Se lo debo, por supuesto, a la música. Las primeras actuaciones fueron de muy niña y sin contar con que los juegos estaban casi siempre relacionados con la música que se estaba escuchando en ese momento, pero las primeras actuaciones fueron en la escuela primaria, luego en la secundaria y así, siendo muy jovencita empecé a trabajar profesionalmente. Fui a un programa de televisión muy conocido en Cuba en su momento que se llamó Todo el Mundo Canta, fui finalista de una de las anuales, en el año 83 ya entré en el movimiento de la Nueva Trova, que ya tenía muchos años de creado y era una muchachita, yo tenía 16, 17 años cuando entro en la Nueva Trova. De manera que he podido transitar por un camino que quiero mucho y que es parte de mi infancia, de mi adolescencia y que le debo todo un concepto de vida, una manera de ser incluso, creo que yo haría otro tipo de música si no hubiera existido la canción de autor que me marcó sin dudas.

Coméntanos tus experiencias discográficas…

Ya son más de 20 discos. El primero fue en el año 1993, que fue mi primer disco, que lo hice en los estudios de la EGREM (casa discográfica cubana), pero gracias a la Fundación Pablo Milanés. Pablo Milanés me dio la oportunidad de hacer mi primer trabajo sin conocernos personalmente, yo era por supuesto y sigo siendo una admiradora de los maestros eternos que uno tiene. Afortunadamente, un referente inevitable, mucho lo canté en la escuela a Silvio, a él, a Serrat, pero bueno, cuento de manera así general mis discos, siempre trato de diferenciarlos. El primero decía que es Coloreando la Esperanza, que fue del año 93, y así fueron sucediendo otros discos, en los primeros casos con un formato habitual que tengo, un formato al que se integran otros instrumentos de acuerdo al proyecto que esté realizando. Este formato que tanto me gusta es un poco fusionando elementos de la música clásica con la música popular, trabajo con violín, cello, tres, laúd, que son instrumentos más de la música autóctona nuestra, campesina, que tienen muchas raíces españolas también, porque soy nieta además de español, de asturiano. Entonces, bueno, han venido sucediendo varios discos que quiero mucho, los discos yo digo que son como hijos, como la casa de muchos hijos, donde ellos se acomodan, conviven y se mueven, y se entienden entre ellos y van creciendo, marcando diferencias unos y otros. Entonces es eso, yo creo que es importante, para mí ha sido importante diferenciar cada producción, aunque hay elementos por supuesto que para mí son identitarios y deben estar, la presencia por ejemplo de las cuerdas para mí son una credencial muy de mi trabajo. Pero he realizado muchas producciones ya, algunas en las que he estado al frente, las he dirigido directamente. Pero es eso ¿no? Al principio me costaba mucho entrar a un estudio, reconocer mi voz, saber que esa es la voz que la gente oye, que no es la que yo oigo cuando canto, creo que eso nos pasa a todos ¿no? La voz, yo escribí una vez sobre la voz y digo, la voz es un río que nos corre dentro y tiene la esencia de los sentimientos, entonces yo creo que sí, que uno, incluso por los resonadores propios, uno cuando va articulando, va cantando, uno siente otro sonido, vive otra intensidad, cuando uno escucha, escucha otra cosa ¿no? Me ha costado mucho llevarme bien con la voz que me tocó, reconocerla, admitirla, reconciliarme con ella y eso han sido horas, largas horas de trabajo en estudios de grabación. Y sí, siempre me ha gustado alguna que otra colaboración, en mis trabajos, a partir del cuarto, quinto disco empecé a tener alguna que otra colaboración y de lujo además. En el del Verso a la Mar, que es mi disco del año 98, 99, estreno una canción que ha sido muy importante en mi carrera, que canté con Silvio Rodríguez, Ausencia. Canté con Miriam Ramos, una gran cantante y compositora cubana, la canción Ángel y Habanera. Fui también integrándome a trabajar con músicos invitados, como el maestro Chucho Valdés, en ese mismo disco del Verso a la Mar, entonces, así han sido los discos ¿no? Todos diferenciados, he tratado de diferenciarlos y me gusta el hecho de colaboración, de tener colaboraciones, siempre me gusta. De hecho, tengo un disco que es mi disco infantil más trabajado, que es Travesía Mágica, tiene muchísimos invitados, trovadores muy queridos, colegas queridísimos y mi producción anterior a la más reciente, Para Volverte a Ver. La anterior se llama Vidas Paralelas y me llevó tres años, cuatro, prepararla porque fue un trabajo monumental, un disco, digamos que una colección, una antología, homenaje a la canción de autor, donde yo comparto con muchísimos cantantes un disco precisamente de dúos. Por supuesto, la tecnología permite poder grabar con personas que viven muy distantes y dediqué un tiempo muy largo a su realización. En el último trabajo estuve una vez más, por tercera vez, con una de las grandes cantantes cubanas, Omara Portuondo, de manera que siempre me gusta, me ha gustado poner mi pincelada, mi compartir con personas que admiro y son parte de mi entorno y de mi mundo sonoro.

Mencionabas tu disco Para volverte a ver. ¿Fue en la etapa pos pandemia?

Es un disco que comencé a organizar en el confinamiento. Hay unos cuantos temas escritos en ese momento, por supuesto hablando no solo del confinamiento, sino de muchísimos temas y con estados de ánimos muy diversos. Aparecen temas escritos en los años 2017/18/19. Los que escribí en el 20, incluso terminando ya el disco, hice una canción en 2022. Entré al estudio a finales del 2020, con un solo músico y el ingeniero, por el tema de la pandemia. Y se fue gestando un disco un tanto diferente a la forma que tengo yo de trabajar. A mí me gusta mucho pulir los discos antes de llegar al estudio. Y de alguna manera lo hice, pero no como a mí me gusta realmente. Con horas de ensayo, con intercambios, dejando un espacio para probar, volver, escuchar. Aquí fue un poquito más decisivo el momento en el estudio. Y así empezó a grabarse ese disco. Seguimos en el 2021. Ya a mediados del 2021 ya estaba terminado el disco, grabado. Y la masterización y la mezcla se terminó en 2022. Y cuando se estaba terminando se me ocurrió poner otra canción que escribí justo ese año, que se llama Así es tu amor. Pero es un disco con diferentes géneros, como siempre. Siempre aparecen elementos un tanto diferentes. Hay sones, hay canciones, una dedicada a la Virgen de la Caridad del Cobre, la patrona de Cuba, otra dedicada a la Virgen de Regla y Yemayá. Hay dos viejas canciones que yo nunca había grabado. Una del año 86, que hice siendo una muchachita, dedicada a mi abuela María, mi abuela materna, que se llama Nunca olvido. Y siempre por una razón u otra no entraba en los discos. Y esta otra que se llama Serenata bendita, que es también del año 2003. El resto son canciones más recientes. Y una nuevecita que también está, como te decía, del 2022, que es Así es tu amor. De eso se compone el disco. Hay elementos caribeños en el disco, rítmicos. Yo creo que hay un poco de la Roma del Caribe, porque estuve viviendo varios años en la República Dominicana. Y ahí está una consecuencia de lo que vive, de lo que escucha, de todo lo que se mueve en su entorno. Y ahí está en ese disco. Hay arreglos de jóvenes muy buenos y muy diversos. Trabajos vocales extraordinarios. Y tengo una invitada de lujo, que es nuevamente, por tercera vez, la señora Omar Portuondo. Tuvo la gentileza de estar. Un tema que se llama Valga que sé, Valga que soy. Un canto de gratitud a mis maestros, a mi cultura. Una canción que es un canto de... no de despedida, como dicen algunos, pero sí quizás un testamento de vida, más bien. Entonces, bueno, más o menos por ahí se mueven las cosas en este disco.

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¿Cuál es tu método, tu dinámica creativa a la hora de componer?

El proceso creativo lo llevo de una manera muy tranquila, no me obligo a hacer canciones. A mí la vida se me presenta en canciones, lo digo siempre. Yo no cambiaría un momento importante de vivencia, no lo rompería por irme a buscar la guitarra y componer una canción. Sin embargo, llego a las canciones cuando ellas ya tienen ideas que se me repiten en la mente. Yo escribo la música con la letra, o en todo caso primero la música y luego la letra. No al revés, no escribo textos que luego musicalizo. Entonces para mí la canción es una consecuencia de la vida, una manera de tener un contacto con la realidad que me acompaña. A través de símbolos, quizás es la manera que encuentro de expresarme, más a través de símbolos, hablando de sentimientos, de esencias humanas, las preguntas que nos hacemos todos, a partir del amor, el desamor, los miedos, las preocupaciones, el canto a la felicidad, el derrumbe de la tristeza, o sea, todo eso que puede llevar a preguntarnos. Y por supuesto, y por suerte, además, tengo la dicha de haber tenido cerca géneros muy diversos y también eso me ha permitido no solo cantar canciones, sino hacer ritmos diferentes como el son, la guajira, la habanera, el bolero, el reggae, hasta el chachachá he hecho a través de mis canciones. Eso ha sido una bendición realmente.

Con una producción tan importante de canciones, ¿Cómo seleccionas el repertorio para tus presentaciones?

Para mí el repertorio es algo fundamental, ¿no? El hecho de elegir, y es difícil porque las canciones son como hijos. Entonces vas a un concierto y dices, bueno, esta canción ya es conocida y me la van a pedir, y esta otra es importante porque tal… Cuando tienes varios discos tienes ese problema. Lo que sí te aseguro es que cuando voy a elegir no pienso en mí. Yo me siento imaginariamente en una butaca de un teatro y puedo imaginar, o trato de imaginar, ponerme en la piel del que va a estar allí y pienso qué pudiera necesitar escuchar esta persona dentro de lo que yo he creado, qué temas abordar. Entonces ahí empiezo a crear un guion. El 99% son mis canciones y siempre me gusta buscar un clásico latinoamericano, un referente importante, alguien que deben o tienen que conocer los que van a un concierto de cantautores. Y te puedo decir Violeta Parra, te puedo decir María Elena Walsh, Atahualpa, Silvio, te puedo decir el hecho de poder recordar obras de Serrat, obras realmente que son necesarias para sentir por qué estoy aquí parada cantando.

¿Cuál ha sido tu experiencia como mujer música dentro del ambiente artístico?

Francamente, el mundo está diseñado, no solo en la música de autor, para los hombres de manera general. Es una cuestión histórica. Y nuestro continente latinoamericano realmente es bien machista. Pero como uno hace uso de lo que le pertenece, yo siempre he transitado con toda tranquilidad por mi espacio, siguiendo el ejemplo de mis maestras de siempre, Violeta Parra, Chabuca Granda, todas las grandes mujeres que han hecho música, Chabela Vargas, todas, todas. Eladia Blázquez. Pienso en todas las tantas mujeres que han hecho arte y que han hecho arte con mayúsculas. Yo creo que no hay que hacer nada para parecernos a los hombres, sino ocupar el espacio que nos corresponde. Y siempre desde la calidad, el respeto, la feminidad, lo que realmente somos nosotros, sin transformar nada para buscar nada. Yo creo que siendo auténticos es como somos de verdad. Y eso lo recibe el público, lo recibe la gente. Yo también reconozco que he sido privilegiada porque he podido trabajar con grandes cantautores, hombres, mujeres y todos han sido muy amables conmigo. Realmente, en un terreno donde me he sentido muy de igual a igual y no he tenido que hacer ningún esfuerzo mayor, la verdad. Porque como yo pienso que es un terreno que es de todos, yo no entro en análisis de separaciones. Yo sí tengo un espacio, por ejemplo, dedicado a la mujer creadora. Alma Creadora es un evento que tengo para potenciar el trabajo de mujeres creadoras porque es lo que menos se encuentra en los mercados. Y hay que buscar un espacio que es de nosotras, abrir más puertas para que se escuche más nuestra voz. Para que se escuche, no más que la de nadie, sino para que se escuche igual que se escucha la de los hombres. Repito, para mí es un espacio que es muy de todos y hago uso de él. Por eso Alma Creadora, donde también van hombres, en muchos casos, acompañantes, a participar, con temas muy particulares dedicados a la mujer, en fin. Pero de eso se trata. Yo me he sentido muy bien en este trabajo y de verdad que tengo que agradecer a todos los caballeros que he tenido cerca, que me han apoyado y que me han acompañado con tanto cariño siempre. Estoy muy agradecida con todos ellos.




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