Néstor Pousa y la década ganada del rock cordobés
Maxi Carranza
Como buen periodista de tierra adentro, Néstor Pousa, oriundo de La Falda, nos lleva a recorrer escenarios de la provincia para reavivar la llama de conciertos como si hubiéramos estado allí. Y si no fuiste a esos shows, te coloca entre el público (lector) para que te sientas parte de la cuestión, en su nueva obra titulada Siempre en los conciertos (pasan cosas raras). La publicación es una edición independiente de autor y la tercera de su cosecha personal, que comenzó en 2009 con La Falda en tiempo de rock. El nuevo material contó con el diseño de Pablo Dutto e incluye fotografías de Lucía Seguí, Carlos Alberto Roberto Pasos, Ezequiel Giardelli, archivo del XL Abasto, Simon Templar (foto de solapa), archivo de La Falda Blues Band y del propio Pousa. El ejemplar está dedicado a la memoria de Lucía Seguí y Patricia Perea, esta última más conocida como Peperina, aquella periodista pionera que se destacó desde Córdoba y falleció en 2016.

Década recitalera
El periodista especializado en rock y escritor faldense rescata reseñas que abarcan el periodo que transcurre de marzo de 2008 a noviembre de 2018. La selección de crónicas va de Bob Dylan a La Falda Rock, de Silvina Garré a Christine Hynde, de Metallica a M.A.G.M.A. Más de 30 notas sobre grandes momentos para retornar al pasado recitalero del mapa mediterráneo. Y como bonus track se despide con Pappo & La Falda Blues Band. Una fiesta con amigos de verdad. Se trata de la historia contada por sus propios protagonistas, desde la ciudad que homenajea y perpetúa el recuerdo del gran Norberto "Pappo" Napolitano. Esta última es una de las notas inéditas del material, ya que la mayoría salieron en el semanario Ecos de Punilla (La Falda) y en Prensarock, el blog del comunicador. Recordemos que La Falda cuenta con las calles Miguel Abuelo, Luca Prodan y, desde 2015, el tramo de una arteria dedicado al Carpo. La contratapa de Siempre en los conciertos (pasan cosas raras), dice lo siguiente: "en el despuntar de este nuevo milenio se experimentaba en Argentina un resurgimiento de la cultura rock en sus múltiples variantes y Córdoba se erigía como un factor esencial para su desarrollo, a la vez que se confirmaba como la segunda plaza en importancia en lo que a espectáculos musicales se refiere", señala el texto.
Corazón (rockero) de mi país
Córdoba, por su estratégica posición geográfica y tierra fecunda para Festivales de todos los géneros —folklore, rock, cuarteto y tango— se erigió como una meca para los peregrinos musicales de todo el país. En ese contexto, el prólogo del libro de Pousa expresa: "hubo algunos hechos fundamentales que coadyudaron para ratificar esta impronta que desde hace varias décadas posee la provincia mediterránea. Uno de ellos fue la inauguración, en febrero de 2001 del Festival Cosquín Rock en la folklórica plaza Próspero Molina de dicha ciudad, que sembró la semilla de un evento que creció exponencialmente y se multiplicó con inusitada vigencia hasta nuestros días". Cabe recordar que el Cosquín Rock de las sierras cordobesas festejó en su última edición los 25 años de vida, un récord que comparte con el Festival Vive Latino de México, uno de los más importantes de Latinoamérica. En la obra, solo un relato ocurre en Buenos Aires y es el paso de Roger Waters interpretando a The Wall en el estadio de River Plate, pero es la excepción que confirma la regla, según Pousa. El periodista ejerce la profesión desde 1987, cuando hizo el programa de radio Los Elegidos por FM Edén 107.5, pionero en La Falda y el Centro del Valle de Punilla. Además, fue corresponsal del diario La Capital (Rosario) desde 1992 a 2000 y publicó los libros La Falda en tiempo de rock (2009) y La Falda en tiempo de rock. 2da Edición ampliada (2016). Siempre en los conciertos (pasan cosas raras) es su tercer ejemplar sobre rock. Desde hace varios años, Néstor Pousa es parte del jurado que vota en los Premios Gardel de la Música.

Hubo un tiempo con un Orfeo que fue hermoso
Las notas del periodista viajan por emblemáticos escenarios de la provincia, algunos ya desaparecidos, como El Pungo (La Cumbre), el estadio Mario Kempes, el anfiteatro municipal de La Falda, la cancha de Instituto, el Cosquín Rock de Santa María de Punilla y, mucha presencia del Orfeo Superdomo de Córdoba. El estadio multieventos albergó conciertos memorables y cerró sus puertas tras la pandemia. Durante la cuarentena, el Orfeo sirvió como centro de vacunación y cuando esta terminó, algunas de sus butacas se vendieron a la Fiesta Nacional de la Cerveza de Villa General Belgrano (Calamuchita), entre otros destinos. "Hay un tributo implícito al Orfeo, ya que no se ha dimensionado lo que perdió Córdoba con el cierre definitivo, lo que es inentendible. No es un homenaje porque sería injusto con los otros sitios, pero está puesto en un lugar de honor, porque fue clave. Babasónicos dijeron que en Latinoamérica no había un lugar como ese para tocar", comentó el autor. Otro gran admirador del Orfeo fue Gustavo Cerati, quien dijo durante un recital que en Buenos Aires no se conseguía un sitio como ese para actuaciones.
Selección difícil
"Fue muy difícil y complicada la selección de notas. Algunas eran indudables, por ejemplo, Bob Dylan en el Orfeo, 2008, porque fue uno de los grandes conciertos que inició esa década. Luego vinieron Metallica, Iron Maiden, Ringo Starr, Joe Cocker y Paul McCartney. Otras pasan por el criterio de cada uno, más subjetivo. Es variado, en el plano nacional están: M.A.G.M.A. (banda faldense), Claudia Puyó, Palo Pandolfo, La Renga (dos veces), Eruca Sativa, Charly, Andrés Calamaro y Spinetta (nota inédita), entre otros", comentó Pousa. Cabe destacar que Siempre en los conciertos (pasan cosas raras) fue lanzando oficialmente el 25 de abril en la Biblioteca Popular Sarmiento de La Falda, un lugar caro a los sentimientos del escritor. En este histórico espacio cultural del Valle de Punilla supo ser presidente de la comisión de la Biblioteca y también organizó varias presentaciones de libros y documentales sobre música. En cuanto al rock, Córdoba sigue teniendo quien le escriba, para que la memoria no desaparezca o bien sucedan cosas raras con los archivos. Porque los recitales pasan, los documentos quedan y los relatos ayudan a revivirlos.
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