Parábola de un gaucho cordobés

10.08.2025

Ascasubi de Fraile Muerto a Bell Ville*


Matías Rodeiro


[*Adaptación de fragmentos publicados en Ascasubi, Leandro Calle y Matías Rodeiro (editores), Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba y Agencia Córdoba Cultura, julio de 2025. El libro contiene la traducción –a cargo de Calle- de la biografía de Hilario Ascasubi, Quelque mots de biographie et une page d'histoire. Le colonel don Hilario Ascasubi (1863), escrita por Bénédict Gallet de Kulture —hasta ahora inédita en español—; una selección de textos de Ascasubi; y dos ensayos: "Ascasubi, un cordobés errante", autoría de Leandro Calle. "Parábola de un gaucho cordobés: de Fraile Muerto a Bell Ville" por Matías Rodeiro]

De Fraile Muerto a Montevideo

En la posta Fraile Muerto, lugar de frontera, aduana seca y fiscalización en el antiguo Camino Real —y de reposo en el trasiego entre Córdoba, Rosario y Buenos Aires—, nació Hilario Ascasubi. Protagonista de una vida tupida en anécdotas que lo anudarían a los avatares de la historia nacional. Desde su participación en los ejércitos de la independencia, su vida como navegante de ultramar, su origen afrodescendiente, sus contribuciones en la erección del Teatro Colón de Buenos Aires y en el tendido de un ramal ferroviario; hasta su consagración como autor del género que narró y disputó la patria: la literatura gauchesca. ¿Existe una tradición de la literatura gauchesca en Córdoba…?

A 150 años de su fallecimiento, Ascasubi se rememora en este libro a través de una selección de su vasta obra. Y de una biografía ―quizás nunca antes publicada en español―. Por varios motivos compendiar parte de la obra de Ascasubi no es tarea sencilla. Por su extensión: solo su Santos Vega o los Mellizos de la Flor. Rasgos dramáticos de la vida del gaucho en las campañas y praderas de la República Argentina (1778-1808), está compuesto de 13.179 versos octosílabos, divididos en 64 cantos y un epílogo. Por las unidades que comprendieron sus publicaciones: hojas sueltas, gacetas, folletos, periódicos, recopilaciones diversas, la edición de sus Obras Completas en tres tomos en 1872, nuevas compilaciones. Por la expansión de su autoría en varios pseudónimos: Un gaucho cordobés, Justo Palma, Anacleto Reventosa, Paulino Lucero, el Lujanero, Anastasio el Chileno, Santos Contreras, Jacinto Cielo, Aniceto el Gallo, etc. Por las mutaciones de esas mismas obras, verbigracia, cambios en los títulos de sus escritos. "Indirecta, encaminada a cierto agente norteamericano que dijo en Montevideo, que, teniendo dudas sobre si Oribe tenía o no derecho…". "Nunca falta un Güey Corneta". "Nunca falta un buey corneta: indirecta a cierto agente público que recidia en Montevideo". "La indirecta, dirigida a cierto agente diplomático norteamericano afecto al general Oribe sitiador de Montevideo"; es el mismo escrito retitulado por Ascasubi entre 1843 y 1872 en sus diversas apariciones. Por las variaciones en el uso de múltiples subgéneros: cielitos, romances, medias cañas, redondillas, décimas, indirectas, diálogos; que a su vez se traducían en una versión de la gauchesca. Cuyo léxico en varias ediciones suele ir anotada con un glosario. Acaso como toda lengua la de la gauchesca siempre fue una lengua extraña.

Julio Schvartzman (Letras gauchas, 2013) ha subrayado el "caos fascinante" que plantea la edición en la obra de Ascasubi. Y con esa observación quizás ofrezca una figura que pudiera aprehender el lugar de Ascasubi en la cultura política del Río de la Plata en el siglo XIX: editor. "Se la pasó editándose". Editor, inventor de periódicos y recreador de una forma de intervenir en la vida (y la lengua) pública. Que tenía a sus espaldas los ejemplos del oriental Bartolomé Hidalgo y particularmente los del iracundo padre Castañeda. Y en el bando rival contaba con el espejo de Luis Pérez, forjador de las páginas de El Gaucho, La Gaucha, El Torito de los Muchachos.

En esa estela, Hilario Ascasubi cultivó una forma singular de opinar rimando en lengua gauchipolítica. Forma que se tensaba entre el comentario editorial sobre la realidad histórica, el humor sarcástico y la poesía. Y se lanzaba impresa ―y con imágenes― desde los moldes de la prensa periódica del siglo XIX. Asunto, por cierto, que fue tema central de las creaciones y personajes de Ascasubi. Su gaucho Jacinto Cielo era gacetero y soldado. Aniceto El Gallo también era gacetero y gauchi-poeta. El primer número del periódico Aniceto El Gallo. Gaceta joco-tristona y gauchi-patriótica abrirá sus páginas con "Prosa del trato entre el imprentero y yo"; una meta-reflexión sobre la prensa iniciada con un diálogo entre un gaucho pobre y gacetero y un patrón que financiaría la impresión de la gaceta. "(…) Para eso quiero largar / cada semana un papel / pensando decirle en él / la verdá…".

Sobre complexión general de la prensa durante nuestro siglo XIX (a la que se denominó como prensa periódica y luego diarismo), se podría decir que no solo imprimía y difundía noticias o información. Entonces era un importante mecanismo de trasmisión de ideas y del conocimiento que existía en aquella sociedad, pero también una pieza fundamental de la política, es decir, de la disputa por el poder.

Juez y parte de la arena política en una sociedad en revolución y guerra, al decir de Halperin Donghi, aquella prensa mayormente encarnaba "boletines internos de las facciones". Por ello se la catalogó como prensa facciosa. Sus "reglas de juego hacían que el diario se limitara a dar voz a la facción apoyada y a combatir a las demás. La mayor parte de sus páginas estaban ocupadas por comentarios editoriales, había poca información y nula objetividad" (Sanguinetti y Valenzuela, Sarmiento periodista, 2012). Sus escrituras, en su nacer, su decir editorial, su financiamiento estaban directamente vinculadas ―además sin mayores intenciones de ocultarlo― con partidos políticos, cuando no con Estados y con suscriptores que adherían a sus respectivas líneas, claras desde su fundación. Moviéndose como pescador en río revuelto, Ascasubi, cada vez que podía se dirigía a su público. "Proclama de Paulino Lucero a sus suscritores. [Proclama del gaucho Lucero a sus suscritores]".

Desde las imprentas de las facciones se catapultaban manifiestos editoriales que a modo de panfletos políticos propiciaban candidaturas apologéticas tanto como campañas detractoras. José María Ramos Mejía en Rosas y su tiempo (1907), a través de sus pinturas sociológicas, atrapó como pocos la estructura de sentimiento de la época, traducida y tallada por la prensa: vulcanismo social y político. Aquella prensa era portadora de "un tino y un instinto nativo para tocar las bajas pasiones de la plebe", su "estilo, métrica y onomatopeya"; anunciaban: "…el paroxismo en que la sensibilidad, ya de tiempo atrás irritada, va pronto a entrar. Todo era bravío, hipertensivo, furibundo; los sentimientos, los colores suaves habían perdido sus virtudes encalmadoras, y apaciguantes. Dentro de este marco de vulcanismo social y político, traducido por la prensa, aparece Rosas, látigo en mano, como un bellísimo Luzbel, pronunciando el quos ego restablecedor de la calma sepulcral que duraría veinticinco largos años… La prensa unitaria usaba el ridículo de una manera tanto más eficaz cuanto que sus formas literarias correctas y sutiles la hacían de mayor penetración y trascendencia….".

Sin embargo, no habría que dejar de señalar que entre el malón de "las mil sensaciones vulgares que desfilaban entre las hojas mal impresas", en el atropello de injurias y loas, se interpolarían algunas de las principales polémicas culturales del momento; se dibujarían viñetas costumbristas que por goteo filtraban programas civilizatorios; y se publicarían anticipos poéticos y literarios, lanzados a modo de folletines. Como observara Ricardo Rojas en uno de sus apartados ―Las empresas editoriales― de su Historia de la literatura argentina (1917-1922), "no hay poeta ni prosista de los estudiados en este volumen que no haya pasado por nuestros periódicos".

Desde allí surgirán los escritos de Ascasubi que se inscribirán en la variante de la prensa gauchi-política. Florencio Varela, desde la dirección de El Comercio del Plata, principal órgano de opinión de los unitarios en Montevideo, sobre ese género consideraba: "Si la prensa ha de tener influencia sobre nuestros campesinos, ha de ser solamente bajo esas formas pintorescas y animadas puestas a su alcance por el lenguaje, por los caracteres y por esa clase de versos que les hace reír y que luego se complacen en cantar al son de su guitarra en las pulperías y en los fogones (16-11-1846)".

Su continuador en el cargo, Valentín Alsina, complementaba: "como este género tiene tanta aceptación en cierta clase inculta de nuestras sociedades, puede ser un vehículo que una administración sagaz sabría utilizar para instruir a esas masas y trasmitirles sucesos e ideas de los que, de otro modo, nada saben ni nada se les importa (El Comercio del Plata, 12-8-1848)".

Entonces, retomando el hilo sobre las dificultades de la compilación de Ascasubi, decir que la inscripción de su literatura en el diarismo suma para el lector actual el escollo de su apego a las coyunturas. Cuestión, esta última, que hace manifiesto uno de los propósitos que él mismo asignara a sus ediciones: la lucha política, la militancia en el partido unitario (y sus derivaciones), la propaganda; la guerra contra Rosas y contra las ideas del partido federal.

Por caso, sus escritos publicados y luego compendiados en su Paulino Lucero, resultan un diario, una crónica rimada en gauchesca sobre los sucesos de la Guerra Grande (1839-1851). Litigio por la soberanía geopolítica y geocultural ―también por el sentido de la palabra gaucho― de la Cuenca del Plata que enfrentó a blancos y colorados en Uruguay, a unitarios y federales en la Confederación Argentina, e involucró a las principales potencias europeas y sudamericanas: Inglaterra y Francia y el Imperio del Brasil. Algunos de los títulos de esos escritos: Noticias mashorqueras y de moquillo, que circularon en el campamento de Oribe el 11 de junio de 1843. Media caña gaucha, para que la bailen los italianos armados en defensa de la libertad oriental y argentina [Media caña gaucha, para que la bailaran los italianos armados en defensa de la libertad oriental y argentina]. Al triunfo de los patriotas en el Cerro de Montevideo, sobre los soldados de Rosas en 1843. Carta de un gefe asustado del Restaurador Rosas, dándole cuenta de cierto funesto encuentro que tuvo con las fuerzas del general Rivera, en el Departamento de Maldonado en la Banda oriental [Carta en la cual un jefe rosín asustado le da cuenta a su amo Rosas de un funesto encuentro, que tuvieron los rosines con las fuerzas del general Rivera en campaña] Cerrito de Montevideo a 23 de julio de 1843. Felicitación al cumpleaños del Presidente Legal don Ciriaco Alderete [Felicitación gaucha al cumpleaños de don Manuel Oribe, alias Ciriaco Alderete, general sitiador]. Agosto 8 de 1843…

La imbricación de la literatura de Ascasubi con la realidad política era tanto programática y de brocha gruesa como de pincel finito y en clave para la época. Sus escritos reunidos Paulino Lucero, decíamos, se concentran en las luchas de los exiliados unitarios en Montevideo contra Rosas y Oribe. Así, en sus versos se evocaban a esos nombres propios, se referían actores concretos como los italianos armados (en referencia a los mercenarios acaudillados por Giuseppe Garibaldi), y también se hacían alusiones satíricas (don Ciriaco para referirse a Oribe). Ascasubi seguía casi en simultáneo, minuto a minuto, las vicisitudes de la batalla que tenía por objetivo a Rosas. Retruco a Rosas por una infame calumnia que publicó en Buenos Aires respecto al señor general don José María Paz [Retruco a Rosas]. "Gaucho embustero, mentís / brutalmente en cuanto hablás / contra del general PAZ, / y en lo demás que decís. / Pues de balde te aflijís, / ya tu carta es conocida, / y en todas partes sabida / la aflición en que te hallás; / y para apurarte más / yo te buscaré la vida". Cielito gaucho, compuesto en la ciudad de Montevideo en febrero 1843, a la salud del coronel don Melchor Pacheco y Obes, por el soldado José Crudo, de la división Medina. "… LA LEY DE LA LIBERTÁ...! Cielito, cielo, y más cielo, / cielito de la despedida, / muera Rosas y seremos libres por toda la vida!".

Buscarle la vida a Rosas o proclamar su muerte en nombre de la libertá; la literatura argentina, sostiene una tesis clásica, nace con Rosas. O más bien desde la prensa en la guerra contra Rosas. Escrituras alimentadas en los tinteros rojos de las pasiones bajas (o tristes). "Tengo otras razones más para odiar a Rosas, y la publicación de estas Rimas es mi venganza…", escribía Mitre en la "Carta-prefacio" a la 1° edición de sus Rimas (1854). ¡Muera Rosas!, simple y claro nombre de uno de los periódicos, editados desde el exilio en Montevideo entre 1841 y 1842 por Esteban Echeverría.

De Montevideo a Caseros (o los misterios del Paraná)

Amo a mis versos cómo se ama a los hijos que consuelan en las horas de pesar; y si de joven, cuando los publiqué como arma de guerra contra los opresores de la Patria, pude tener la vanidad de creer que fueron de alguna utilidad a ese objeto. (Hilario Ascasubi, "Al lector", en Santos Vega o los mellizos de la flor Rasgos dramáticos de la vida del gaucho en las campañas y praderas de la República Argentina, 1872)

Como buena parte de los letrados del siglo XIX, Ascasubi también era soldado. Soldado con la pluma o la palabra. Su literatura gauchesca buscaba intervenir en la guerra civil que se desató en lo que sería la Argentina ni bien culminara la guerra por la independencia hasta 1880, cuando Roca federalizó Buenos Aires y el puerto, eliminó a los indios y les agrandó la pampa a los estancieros hacia el sur.

Guerra, prensa y literatura gauchesca, Ascasubi participaría con las armas en la mano, colaborando en el financiamiento de la campaña de Lavalle en 1839. Editando gacetas desde 1833: El Arriero Argentino. Diario que no es diario. Escrito por un gaucho cordobés (apenas llegado, en 1830), El gaucho en campaña (1839) y El gaucho Jacinto Cielo (1843).

Como buena parte de sus congéneres y compañeros de causa, ante la consolidación de la Confederación y una estadía en la mazmorra; se exilió en Montevideo. Donde participó de todas las batallas de colorados y unitarios contra blancos y federales, hasta la derrota de Rosas en Caseros. Conflictos en apariencia locales, guerras civiles, que no obstante formaban parte de un complejo entramado internacional y en la mayoría de los casos terminan por involucrar a todos los países de la Cuenca del Plata. Así, las contradicciones del antagonismo entre Buenos Aires y las otras provincias resonaban en el Uruguay también fraccionado en dos bloques políticos, blancos y colorados, en parte como una prolongación de las disidencias que se verificaba internamente en la Confederación Argentina. "Incluso Río Grande del Sur no escapó al cisma y a la conflagración, seccionado por los estancieros que se sublevaron contra el gobierno del Imperio, apoyándose en la plebe rural, los farrapos…" (Moniz Bandeira, La formación de los Estados en la Cuenca del Plata, 2006).

El historiador brasilero Moniz Bandeira encuentra y acentúa un corte estructural en la lógica de los conflictos en la Cuenca del Plata. Los intereses de la producción ganadera representados en una alianza entre masas rurales (montoneras o farroupilhas sustentadas por la economía nativa) y estancieros saladeristas como facción dominante. Se enfrentarían a la burguesía comercial e importadora abroquelada en los puertos de Buenos Aires y Montevideo. El Imperio del Brasil, por su parte, intervenía (la mayoría de las veces) a favor de los partidos vinculados a los puertos, la burguesía comercial y los intereses europeos, caramurus en Río Grande do Sul, colorados en Uruguay, unitarios en la Confederación Argentina.

El afamado ministro Thiers (protagonista fundamental del período: periodista, historiador, político, y hasta presidente de Francia), al opinar sobre la política francesa en el Río de la Plata, no daba muchos rodeos. En 1844, en los prolegómenos de la batalla de Obligado, Thiers dejaba por escrito en el periódico Le Constitutionnel, "¿Cuál es nuestro más grande interés?" Que Montevideo y Buenos Aires "no estén en las mismas manos; porque si ellas tuvieran un solo dueño nosotros estaríamos desarmados, no podríamos hacerles la guerra, no podríamos hacer nada en ese país, ni siquiera comerciar allí".

Lejos del arte por el arte, los versos de Ascasubi siempre se alistaban y seguían la corriente del conflicto. Desde Montevideo, con su pluma contribuiría a develar "Los misterios del Paraná o la descripción del combate de Obligado [Los misterios del Paraná, o la descripción del combate naval de la Vuelta de Obligado (río Paraná)]".

¿Ni por qué a un barco extranjero, / le han de privar dende allá / que ande por el Paraná? / ¿O es el río su potrero? / Se engaña el gaucho muy fiero: / las aguas del Paraná / son también de propiedá / de los pueblos costaneros, / de balde los mashorqueros / niegan esta realidá. […] Y estos pueblos, a la vez, / por más que Rosas se aflija, / se le han de alzar a la fija / colijiendo su interés. / Luego, a estos puertos verés, / que de Uropa en derechura / se vienen con su fatura / las gentes y barquería, / y correrá pesería /como haberá baratura. […] De consiguiente vendrán / a levantar poblaciones / gentes de todas naciones, / que sus familias trairán, / y se desparramarán / por los campos y ciudades; / y hasta en las inmensidades / de costas del Paraná / dentro de poco no habrá / desiertos ni soledades. […] Pues los barcos de vapor y multitú de otras clases, / traerán a estos Paranases / prendas lindas de mi flor, / y lo más fino y mejor / en paño, lienzo y zaraza, / que en cambio por sebo y grasa, / nos darán más que de prisa: / ¡y hoy comprar una camisa / mirá cuánto nos atrasa! / "Estos barcos concluirán (dijo) la obra de Cornejo / subiendo por el Bermejo/ desde el Paraguay a Orán; / de allí a Salta anunciarán / por los ecos del cañón, / que por primera ocasión / saludan a esas riberas / las naves y las banderas / de la... ci...vi...liza...ción!" (en Paulino Lucero).

Troya por cuña. Para definir a su base de operaciones Thiers no apelaría a la utilitaria figura de la cuña que había empleado su par sajón Ponsonby. Quizás más refinado y literario hubiera preferido la metáfora creada por Alejandro Dumas, quien para imaginar el destino geopolítico y geocultural de la uruguayidad, acudió a las fuentes greco-romanas de Troya. Montevideo o la Nueva Troya se llamó la novela histórica-panfleto que publicó en París en 1850, también para relatar a la Guerra Grande, con datos "que le fueron facilitados por el General Melchor Pacheco y Obes", como alegato en favor de los "heroicos" montevideanos, sitiados entre 1843 y 1851 por las tropas de Rosas y Oribe. La novela estaba firmada: "Alejandro Dumas, escritor al servicio de Montevideo y adversario de Rosas". Fijada la metáfora, en la biografía de Mujica Láinez dedicada a Ascasubi (Vida de Aniceto el Gallo, 1943), para referir a nuestro personaje durante este período se utilizará el título "El panadero poeta de la Nueva Troya".

Por las dudas, Ascasubi, también le dedicaba al ministro francés unas líneas para que no negocie con Rosas. Carta ensilgada que le escribió el gaucho Juan de Dios Chaná, soldado de la escolta del general Rivera para don Antonio Tier, ministro que fue de la ciudad de Francia en 1840 [Carta ensilgada que le escribió el gaucho Chaná a don Antonio Tier, ministro de la ciudá de Francia, en el año 1840].

Casi como un silogismo de esta cadena lógica de significantes, la batalla de Caseros, lejos de poder reducirse a una lucha casera entre unitarios y federales, habría que interpretarla como un conflicto internacional, que involucraba al puerto de Montevideo, y más allá, a las siempre atentas y nunca neutrales flotas de la corona británica y de Francia. Sin descontar los libros que como balas se lanzaban desde la prensa de Chile. Para sintetizar un punto de la lógica de aquellos conflictos, José María Rosa, interpreta que Caseros significa el desenlace de la "Segunda Guerra argentino-brasilera" (Historia Argentina, T. 5). "Pareciera que el objetivo del Ejército Grande, consistía más en entregar los ríos que en derrocar a Rosas". En el Tratado de Montevideo ―por el cual se pactó la alianza contra la Argentina, que culminó en Caseros― quedó claramente establecido que, los Gobiernos de Entre Ríos y Corrientes (vale decir, Urquiza), se comprometen a emplear toda su influencia cerca del Gobierno que se organice en la Confederación Argentina (es decir, el mismo Urquiza, como había quedado entendido) para que este acuerde y consienta en "la libre navegación del Paraná y demás afluentes del Río de la Plata (art. 14 del Tratado contra Rosas de noviembre 21, 1851; concordante con el 18 del Tratado contra Oribe del 29 de mayo de ese año)".

Los versos de Ascasubi, develaban los misterios del Paraná y definían su programa de ci...vi...liza...ción: libre navegación de los ríos de toda la Cuenca del Plata desde el Paraguay para acabar con la "soledad" de los "desiertos", exportación de materias primas, importación de manufacturas, inmigración europea.

[…]

De Paraguay a Bell Ville

Una de las medidas de Mitre al atribuirse las potestades de Ministerio de Relaciones Exteriores fue reconocer los servicios prestados por el coronel-poeta-gacetero Hilario Ascasubi, quien será enviado a Europa en misión diplomática. Si bien había tenido un viaje previo para tantear el territorio recorriendo Versalles y las Tullerías, en 1862 su viaje adquirirá credenciales oficiales y un contrato.

Como mencionamos, desde París una de las gestiones de Ascasubi se inscribía en el plan de Mitre para engrosar al ejército nacional. Así, junto a Rufino Varela en Francia formó parte de las comisiones de reclutamiento de mercenarios para la guerra contra Paraguay y para custodiar la frontera con el indígena (Lucas Codesido, Armar el Estado, construir la Nación. La nacionalización de las fuerzas armadas en la Argentina y su vinculación con el proceso de construcción del Estado, 2016). Entusiasmar la venida de mano de obra inmigrante completaba su nueva tarea diplomática. Sin contar algunos emprendimientos personales.

Acaso como necesaria bienvenida y presentación en sociedad, en 1863 Ascasubi sería biografiado por Benedict Gallet de Kultur, secretario de Mariano Balcarce (yerno del general San Martín y embajador en Francia) y hermano gemelo de Achille Gallet de Kultur, quien según los datos provistos por la Biblioteca Nacional de Francia era secretario de la legación argentina en Paris y cónsul de Uruguay.

Benedict Gallet de Kultur, el autor de la biografía que acompaña la presente edición, nació el 17 de octubre de 1815 en Francia, en Morsang (Seine-et-Oise). Escribió varias obras, entre ellas L´etendard de Pizarro et le cercueil du Général San Martín (El estandarte de Pizarro y el féretro del general San Martín), Bruxelles, impr. de Vve J. Van Buggenhoudt, 1861. La Biblioteca Nacional de Francia, entre otras, también registra Une tragédie au naturel, Nancy, impr. Hinzelin, 1846; Une leçon de philosophie, París, De Vigny DL 1851.

Quelques mots de biographie et une page d'histoire, le colonel don Hilario Ascasubi, par Bénédict Gallet de Kulture, Paris, Librairie parisienne 1863. Es el título de una de las primeras biografías de Ascasubi, la que además daba pormenorizada cuenta de su obra. Consideraba: El suelo argentino. – Pampas y gauchos. – Fraile Muerto. – Aniceto el Gallo. – Infancia de Ascasubi. – Los granaderos a caballo. – Rosa Argentina. – El triunfo de Ayacucho… El sitio de Troya. – Hazme amar. – Doña Laureana Ascasubi. – El general Villagrán. – Cinco flores. – Lamartine. – Uno no muere. – Monte Caseros. – Un álbum. – El coronel Duchâteau. – América del sur. – Una aspiración y una esperanza…

Breve biografía y una página de historia el coronel don Hilario Ascasubi de Gallet de Kultur, más allá de su carácter hagiográfico es un documento de sumo interés. Tanto por tratarse de un escrito salido de los ámbitos diplomáticos como por las consideraciones de la obra literaria de Ascasubi, leída desde Europa luego de la consolidación del mitrismo en el poder. Cuestión, esta última, que también es apreciada en el documento que evidencia familiaridad con la historia política argentina.

(…) Quiroga, Dorrego, Ibarra, Bustos, habían izado la bandera de la rebelión contra Rivadavia, y contra las ideas unitarias de las que aquel ciudadano se había vuelto la personificación refulgente; ideas a medias realizadas hoy, de una manera práctica, a través de los esfuerzos del vencedor de Pavón; del autor inspirado en la bella Historia de Belgrano; de un presidente de república, elegido por unanimidad absoluta; reuniendo en sí la triple aureola del político, del poeta y del soldado; a la vez, religioso y filósofo; no queriendo la guerra sino para conseguir la paz, y realizando una, para conquistar la otra; en pocas palabras, el general Bartolomé Mitre.

Sobre su valía literaria, que además recoge juicios previos de Juan María Gutiérrez, Vicente Fidel López y un paneo general sobre las letras argentinas, el árbitro francés sentenciaba:

Aniceto el Gallo, en suma, es el divulgador original de un género completamente nuevo del género indígena… Como originalidad, Paulino Lucero, la Tartamuda, la Encuetada, los Mellizos, los Misterios del Paraná y una multitud de otras obras que se volvieron populares, son el producto de una inspiración que no pide nada prestado a las añoranzas del viejo mundo, a las reminiscencias de sus modelos, ni al perfume de sus glorias. Es la verdadera poesía del campo, es la literatura gauchesca, tan libre en sus movimientos como en las costumbres que expresa.

Pero, Gallet de Kultur ponderaba a la literatura de Ascasubi desde su performatividad política. Como agente de "la civilización del desierto". Él "ha sido en el rancho, el pionero de las vías férreas, el representante autorizado de la agricultura y de la industria". Para el francés, la literatura de Ascasubi combatía la condición de posibilidad de la existencia material de los gauchos.

No más pampas, llanuras; no más gauchos, campesinos; no más tierras desoladas, tierras cultivadas; no más ignorancia, escuelas; no más extranjeros, hermanos; no más supersticiones, creencias; en una palabra, la Europa con su progreso y menos los vicios, eso es lo que quiere Ascasubi y ha puesto sus inspiraciones poéticas al servicio de esa voluntad.

Concluyente, el biógrafo francés profetizaba: la literatura gauchesca de Ascasubi, enancada a los artefactos de la civilización ―como el Puerto, el ferrocarril y el Estado―, eliminaría aquello que los poemas del cordobés buscaban eternizar: los gauchos y a sus huellas.

Lo dijimos, este mundo extraño y pintoresco se va. El progreso agronómico introducido en el campo; la inmigración, cuya marea creciente llena ya los vastos espacios; las vías del tren que lo invaden todo y que en poco tiempo atravesarán el país de un extremo a otro, de Rosario a Córdoba y de Buenos Aires a las Sierras del sur, elementos materiales traídos del viejo continente para perfeccionar el nuevo que están llamados a cambiar todo. Nivelaremos las costumbres; borraremos el color local; romperemos la guitarra del gaucho y quién lo sabe si el mate, el mismo, no se desecará algún día como una hierba mala en los campos del Paraguay en donde abunda.

Sin perder el tiempo y por las dudas, en julio de 1867 Ascasubi junto a Héctor Orión Varela lanzaba en París la candidatura presidencial de Sarmiento durante una visita del sanjuanino a la capital francesa, en el marco de la Exposición Universal de ese año. Una de cuyas atracciones era la sección destinada a los gauchos maniquís.

El periódico El Inválido Argentino, en su número del 1º de diciembre de 1867, condenaba la violencia de la guerra contra el Paraguay y publicaba un comentario de dos páginas sobre "el impacto que habían producido en el púbico europeo" los gauchos de tamaño natural sobre los caballos embalsamados.

La madera no es la carne, la inmovilidad no es la vida y sin embargo, al contemplar en esta imitación relativamente imperfecta, a estos paisanos argentinos, de pintoresco traje, teniendo en la mano el mate reparador que le presenta la paisana con su sayo flotante y el brazo desnudo; y las temidas bolas, que jirando en el espacio detienen su carrera, al caballo o al novillo y el lazo con que los enlaza para el corral o el matadero, parece que se siente aspirar el aire tónico de la pampa...

En la revista Hilario, Laura Malosetti Costa reconstruyó los pormenores y significados de aquella Feria. Sobre el artículo en cuestión ampliaba, "seguía una larga disquisición sobre la belleza e inmensidad de la pampa", sobre la inminente desaparición de las modas y costumbres gauchas de la mano de la civilización y los ferrocarriles, y los elogios de militares ingleses como el Capitán Page y el Capitán de Marina Francis Head a la valentía y entereza de esos gauchos que el progreso condenaba a desaparecer, para concluir: "En resumen, esos gauchos son una de las más felices curiosidades de la Sección Argentina que admiran, atraen y retienen a la muchedumbre" (Laura Malosetti Costa, "París 1867: escenificación de gauchos rioplatenses en la exposición universal", en la revista Hilario. Artes, letras, oficios).

La Exposición Universal de 1867 fue inaugurada por el emperador Napoleón III el 1 de abril con un inmenso despliegue de construcciones en 48 hectáreas en el Champ de Mars y 21 hectáreas más en la vecina isla de Billancour, para demostrar la grandeza y el poderío del imperio francés. "Recibió más de 16 millones de visitantes, numerosos monarcas y mandatarios europeos y asiáticos, entre ellos el príncipe de Inglaterra y el Zar de Rusia". Sarmiento dejó testimonio de su paso por la Exposición en una fotografía ataviado con uniforme militar. Luego se fueron de banquete con Ascasubi y otros integrantes de la comitiva de recepción.

En 1871, inspirado por la Exposición Universal parisina, Sarmiento trasplantaría la idea y organizaría la Exposición de Artes y Productos Nacionales en Córdoba. Iniciativa eslabonada a las fundaciones de la Academia Nacional de Ciencias, el Observatorio Astronómico de Córdoba y la inauguración de un nuevo tramo de las vías del Ferrocarril Central. Al transitar por aquel camino de fierro, ordenó cambiar el nombre de la estación de Fraile Muerto (por anticuado y colonial) y remplazarlo por el de Bell Ville.

París

En su prolongada estancia parisina, asustado por otro sitio (doble sitio por la Comuna y el ejército prusiano), enlutado por la muerte de su hija y adentrado en la senectud; Ascasubi culminaría su Santos Vega

El canevas o red de los Mellizos de la Flor, es un tema favorito de los gauchos argentinos, es la historia de un malevo capaz de cometer todos los crímenes, y que dio mucho que hacer a la justicia. Al referir sus hechos y su vida criminal por medio del payador Santos Vega, especie de mito de los paisanos que también he querido consagrar, se une felizmente la oportunidad de bosquejar la vida íntima de la Estancia y de sus habitantes, describir también las costumbres más peculiares a la campaña con alguno que otro rasgo de la vida de la ciudad (1872).

El libro ponía a los gauchos en un brumoso pasado idílico y reconciliado tras la confesión de los pecados del gaucho malo atrapado por el sargento de la partida. Se publicaba en el marco del proyecto de su última voluntad de edición. De los folletines y las hojas sueltas escritas en la pícara lengua gauchipolítica a su Obra Completa, encuadernada en tres tomos y publicada en París a través de la imprenta de Paul Dupont.

En el mismo 1872 en la Argentina también se publicaba y comenzaba otra historia, El gaucho Martín Fierro de un tal José Hernández.




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