Una pareja de artistas al cotidiano
Intenciones y consecuencias
Parte I
Aníbal Buede
Las parejas de artistas cargan con algo singular de lo que poco se habla, muchos tabùes presentes quizás.
En esos caldos se cocina y se pone a prueba lo más variado de la condición humana, y de la condición del ser artista. Miserias, influencias, virtudes, carencias y fortalezas emergen cotidianamente para poner en juego el juego del poder.
Nadie, en el mejor de los casos, sale indemne de allí (si salen). El obrar de cada integrante de la pareja termina por contaminarse amorosamente (o no) del obrar del otro.
Por estos días accedimos a unos chats de audio por wsp de una de esas parejas, Aleja Beltrán y Pablo Peisino.
Compartimos con ustedes en esta primera entrega los de los dos primeros días. Una "entrada en calor". Para la segunda se viene la parte más áspera.
Día 1
P – nunca hablamos de la intención de la obra, de la importancia de las intenciones, todo lo que conlleva la obra, ya sea sentimiento, procesos, convicciones, inconscientes y la energía de la obra. Lo importante al final, pienso, es la intención, porque si sacamos la intención solo nos queda un cascarón bonito.
A - Me gusta pensar la intención como ese algo al cual no podemos escaparle. Que, esté compuesta la obra de las formas y materialidades que esté compuesta, no puede escaparle y que va a estar atravesada por esa verdad, como plantea Rubin en "El acto de crear", que es una lectura compartida que estamos haciendo, que habita en nosotros y que indefectiblemente se va a trasladar a la obra o a la producción o al proyecto o a la intervención artística. Y dice algo también: que un proyecto acabado consta de nuestra intención y de los experimentos que haya requerido. Me pareció alucinante pensar en ese entre como un intersticio en el que quizás sucede lo sustancial de una obra o de una intervención. Me pasa también, quizás no se aplique literalmente, pero me pasa con las películas, que las que más me gustan son aquellas de las cuales no recuerdo el final. Pensaba en el entre como ese estado de incertidumbre adrenalínico en el que quizás sucede lo sustancial de una obra.
P - Bueno, sí, coincido bastante en muchas de estas cosas que decís. Lo que pasa es que a mí lo que me sucede a veces es que me encuentro en un momento de incertidumbre, que no sé si todo lo que hacemos tiene algún sentido. Entonces yo me inventé como un jueguito que sería como una consigna que me propongo a mí mismo. Por ejemplo, si yo me estuviera por morir y me queda un revólver con una última bala, cuando encaro una obra digo, voy a disparar esa bala y qué voy a decir, qué va a llevar esa bala, qué va a contener esta bala, es la última que me queda y es lo más importante que tengo que decir. Y a veces encaro con ese nivel de exigencia la obra, después obviamente no queda plasmado en la obra, o sí, a veces.
A - es algo que hemos conversado muchas veces y bueno, me sale pensar que vivenciás el arte como una secuencia de videojuegos, que de hecho tiene mucha influencia en tu obra. Y me pasa que, en cambio, yo me detengo y me entretengo más en los procesos y quizás encontrando en ese tránsito, en el entre, cómo quiero decir lo que quiero decir, me hace pensar en la diversidad de modos de producir, de intervenir, de crear.
P - Sí, bueno, hay que agradecer en verdad que exista la diversidad, porque si no seríamos todos iguales y seríamos todos como clones. Por supuesto que está bueno que exista y hay que celebrarla, y también las diferentes formas de encarar y de producir y de ver. Y bueno, sí, aunque sucede igual que a veces nos repetimos entre todos, o replicamos, o rebotamos, o nos reflejamos.
Si bien no es que estoy en contra de la diversidad, porque va a sonar como eso, pero para mí, yo como lo veo yo, la obra tiene que ir más al hueso y tiene que impactar. Y bueno, y me cuesta a mí detenerme en todos esos procesos. Sé que tu obra trabaja más en base a los procesos. Pero para mí la obra tiene que ir al hueso, al quiebre, a los bifes, como se dice.
A - A mí me gusta la idea de tener la posibilidad y permitirme la posibilidad de virar y agarrar otro rumbo. Si nos define nuestro quehacer, alguna disciplina, vamos a llamarle así, sea el bordado, el textil, la fotografía, la performance, la pintura, me gusta también poder explorar cosas que no, digo, procedimientos que nunca experimenté o combinarlas también, hacer como un maridaje entre disciplinas. Me parece que eso está bueno y que también está bueno no apegarse como a las fórmulas que funcionan o que medianamente funcionan, que también hace a esto de no repetir y no repetirse. Y me di cuenta que una de las cosas que me gusta explorar en ese salto interdisciplinar es la disposición del cuerpo, cómo el cuerpo se dispone de diferente manera, ya sea para hacer fotografía, para hacer autorretrato, en los diferentes procedimientos. Por ejemplo, haciendo una escultura blanda, cómo el cuerpo se dispone de otra manera totalmente diferente a la que se dispone para hacer otra cosa, o para bordar, o para dibujar. La disposición del cuerpo mismo para llevar a cabo la acción y además para desplazarse en el espacio. Eso me parece como súper atractivo de explorar y se me hace manifiesto cuando voy cambiando de una disciplina o procedimiento a otro.
P - entiendo lo que me decís, pero te estás refiriendo más a las técnicas o las disciplinas. En cambio yo, volviendo al inicio, de lo que quiero hablar un poco es de la intención, más allá de las disciplinas, las técnicas, ya sea performance, dibujo, bordado, escultura, pintura… la intención, qué queremos decir o qué venimos a aportar al mundo con la obra que estamos haciendo. Estoy planteando un poco eso, preguntándome a mí mismo sobre cuál es el objetivo de lo que hacemos, más allá de vendernos y comer, sino de que para qué hacemos esto que hacemos.
A - Y a mí lo primero que me sale de decir es que hacemos lo que hacemos porque no podemos dejar de hacerlo. Es como una necesidad de decir eso. Hay una necesidad que va a surgir y no importa mediante qué. Me sucede en realidad que voy como incorporando modos de decir de acuerdo al requerimiento, a lo que me vaya sirviendo para decir lo que quiero decir. No sé si me importa tanto el qué como el cómo.
P - Por ejemplo, cuando hago las obras de las frazadas intervenidas con frases, las pienso como estandartes de guerra. Me gusta hacerlo, primero lo hago para mí, porque me gusta a mí tenerlo en mi casa y verlo. Y después, bueno, los llevo a la galería para tratar de venderlos. Pero me gusta también la idea de que otras personas tengan esos estandartes hechos por mí en sus casas, como formando una alianza entre un grupo de personas, un grupo combativo.
Día 2
P – aquí transitando territorio pampeano, pasando General Pico. Anoche no podía dormir en el ómnibus y me quedé pensando algo que dijo el gran poeta Ricardo Iorio, "pobre no es el que no tiene dinero, pobre es el que no tiene deseos". Ese es un lindo combustible, una linda forma de pensar hacer arte, los sueños, las ilusiones.
A – aquí en plena plaza San Martín, me gusta eso que citás de Iorio, aunque generalmente Iorio no me gusta. Por estos últimos tiempos pienso que el arte es ese espacio donde Convergen las angustias, las obsesiones y el deseo con la creatividad, mientras eso exista vamos a seguir haciéndolo. Y el capricho, que no se me olvide el capricho.
Continúa en la próxima edición
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