Rosendo Ruiz y La Zurda
Cuarteto, cine y ciudad
Paula Arancibia Bravo
Tras su exitoso estreno en BAFICI y salas comerciales, la nueva película de Rosendo Ruiz se abre a la mirada crítica: un policial negro con cuarteto cordobés que hoy, mientras recorre festivales y salas del país, nos invita a reflexionar sobre la película, su universo y la ciudad que la habita.

La Zurda cuenta la historia de jóvenes cordobeses que tienen una banda de cuarteto. ¿Qué te atrajo de ese universo para decidir contar esta historia?
Lo que me atrajo fue algo que conocí trabajando en barrios marginales, en un comedor comunitario en la zona del Tropezón, en Villa del Sauce. Ahí descubrí que hay muchos pibes que estudian, que trabajan, que tienen sueños, que quieren dedicarse a lo que les gusta. A veces pensamos de manera estigmatizante, como si esos jóvenes solo terminaran en la delincuencia o las drogas, pero la realidad es mucho más amplia.
Conocí chicos que veían en la música, y en particular en el cuarteto, un camino posible. El cuarteto es un arte rentable en Córdoba: hay músicos que viven de eso, algunos muy bien, otros con más dificultades, pero sigue siendo un camino accesible. En otras disciplinas artísticas —plástica, cine, literatura— es mucho más difícil sostenerse.
Entonces me pareció interesante mostrar esa realidad: pibes que viven en condiciones materiales precarias, pero que tienen un deseo enorme de hacer lo que aman. Y lo lindo es que, a los pocos minutos de película, uno se olvida de esas condiciones materiales y empieza a conectar con ellos como personas, con sus sentimientos, sus vínculos, su amistad. Ese fue el motor de la película.
Con respecto al guion, ¿cómo fue trabajar el cruce entre lo musical y el género de acción que propone la película?
No quisimos trabajar el género "musical", donde los personajes cantan lo que les va pasando. Lo que hicimos fue incorporar escenas de gente cantando, pero siempre dentro del género de la acción, el policial.
Con Alejandro Cozza, que coescribió el guion conmigo, teníamos claro que el gran marco iba a ser el policial negro, el film noir, pero con libertades. No queríamos hacer una película encorsetada en ese género, sino mezclarlo con lo que la historia pedía. Entonces aparecen los elementos clásicos —el policía corrupto, la mujer fatal, los excesos, las peleas—, pero tratados desde un realismo actual y desde Córdoba.

Todas tus películas tienen como locación a la ciudad de Córdoba. Siempre hay un registro muy presente en ese sentido. ¿Cómo planteás ese registro y qué querés decir al filmar la ciudad de ese modo?
Siempre me interesó ubicar mis películas en lugares reconocibles de Córdoba: barrios, zonas de la ciudad universitaria, la costanera, Alta Córdoba, Cofico, el Mercado Norte. Según el tono o género de cada film, pienso cómo mostrar esos espacios: con planos generales, travelling, contrastes de luz, con o sin gente.
En La Zurda predominaba la noche y los espacios vacíos, porque así lo pedía el género. Pero siempre trato de respetar la geografía real. Si un personaje vive en Cofico y va a un baile en la Sala del Rey, no lo voy a hacer pasar en moto por el aeropuerto solo porque quiero mostrar un plano aéreo. Nuestro primer espectador es el cordobés, y para mí es clave que sienta verosímiles esos recorridos.
Claro que a veces se hacen excepciones —la ficción lo permite—, pero en general busco esa organicidad: que la ciudad sea un personaje más y que lo que vemos tenga coherencia con los movimientos de los protagonistas y el tono de la historia.
En la película vimos varias escenas de acción. En el rodaje, ¿cuál fue la más difícil de filmar?
La más compleja fue la primera escena, porque el espacio era enorme, con corridas y mucha exigencia para el equipo de cámara. Teníamos que movernos a la velocidad de los actores, de noche y con frío, cargando equipos caros. Fue un despliegue grande y arriesgado.
Después, por ejemplo, hubo una persecución en una playa de estacionamiento que terminaba en una golpiza. Eso lo fuimos trabajando en etapas: primero con los actores, improvisando cómo entrarían, cómo reaccionarían, qué haría cada uno. Luego, con Pablo González Galetto, el director de fotografía, íbamos desglosando la acción con una cámara pequeña, coreografiando cada movimiento.
No todo estaba escrito. Había una línea general en el guion, pero los detalles se descubrieron en el ensayo. También hubo decisiones prácticas: por ejemplo, dejar fuera de plano un disparo, porque requería efectos especiales que acá en Córdoba son difíciles de conseguir. Al final, cada escena de acción fue el resultado de mucha prueba, ensayo y adaptación en la locación real.
La Zurda tuvo su estreno mundial este año en el BAFICI y desde ahí inició un recorrido enorme: salas comerciales, festivales, muestras. Después de viajar tanto con la película y recibir devoluciones, ¿cómo te llevás con la crítica, tanto del público como la especializada?
Yo hago películas para que se vean. Me interesa tanto lo que opina el verdulero de la esquina como lo que dice un crítico especializado. Obviamente los críticos tienen más herramientas de análisis, pero ambos me importan por igual.
A mí me apasiona crear mundos, esas diégesis que existen mientras la película está en pantalla y después siguen viviendo en la cabeza de quienes la vieron. Ese es mi primer objetivo: inventar esos universos con los actores, los técnicos, el guión, y ponerlos en la pantalla.
Después viene lo que pasa con el público. Y ahí conviven el entusiasmo y el miedo. Me encanta cuando alguien me dice que la película le generó algo lindo, que lo hizo pensar o emocionarse. Es un momento mágico. Y también sé que puede pasar lo contrario: que alguien no conecte, que se aburra o critique aspectos que no le convencieron. Eso puede suceder y también es válido. Son los riesgos.
Por suerte hasta ahora nunca recibí una devolución del tipo "tu película no sirve para nada". Siempre hubo matices, y me parece bien. Yo hago cine porque me gusta hacerlo, porque disfruto escribir, rodar, trabajar con actores, imaginar mundos. Y después, lo que le pase a cada espectador, está fuera de mi control y son las reglas del juego.
Dejá tu comentario: