El Miedo, siempre el miedo
Viaje a Venezuela
Textos: Andrés Dunayevich
Fotografías: Fernando Mercado
En la anterior presentación de crónicas de viaje en Tierra Media, introducimos el tema del miedo y Venezuela. Lo que significa ir a un país del que se habla mucho y se sabe poco. Fuimos invitados a participar de la Primera Muestra Audiovisual Militante Venezuela Abraza a los Pueblos donde cineastas de Argentina, Venezuela y Cuba compartimos miradas y anécdotas, conscientes que la diversidad de acentos enriquecía la trama de nuestro encuentro en diálogo con el presente del cine documental latinoamericano. Allí surgieron preguntas sobre la vigencia de las luchas, sobre nuevas narrativas y formas de resistencia hoy.

Aprovecho para presentarme ya que en la última ocasión no lo hice. Mi nombre es Andrés Dunayevich, realizador audiovisual, dirijo una productora especializada en contar historias transformadoras. @Historiascamboyanas. Para "Los Camboyanos" en el viaje está el germen del documental, viajes internos, mentales, de descubrimiento, pero siempre transformadores. Cuando comenzamos un documental lo primero que pensamos es en la posibilidad de conectarnos con experiencias vitales para entender una época, comprender sobre los porqués de una sociedad que esconde lo que no quiere ver y por que como dice el sociólogo Zygmunt Bauman, "Cuando leo sobre ellos descubro algo sobre mí".
Sin dar más vueltas, arrancamos el viaje. Nos encontramos en el aeropuerto internacional Ingeniero Aeronáutico Ambrosio Taravella de la Ciudad de Córdoba. Demorados por la neblina. Esto le dio un poco de incertidumbre a la poca claridad que ya teníamos. Perdimos la conexión vía Panamá lo cual nos permitió conocer ese país. El casco antiguo, el ron e ir comprendiendo un poco del espíritu centroamericano.
Salir de la realidad cotidiana es reencontrarnos con nuestras vulnerabilidades, dijo Mitshell uno de los realizadores cubanos que participó del encuentro. Lo imprevisto, lo que simplemente sucede. Es lo que le da cierta magia al documental.


Aterrizamos en el aeropuerto de Caracas. Los temores y fantasmas volvieron. En migraciones todo es nerviosismo, preguntas y más preguntas. Comienzan a hacerse llamados entre ellos, lo cual inexorablemente nos hace sentir sospechosos. No tendría que haber dicho que era periodista justo el día anterior a las elecciones internas en Venezuela. "Que yo sea paranoico, no quiere decir que no me estén siguiendo" es la frase que tengo en el whatsapp. Todos los prejuicios con los que cargamos parecen confirmarse. Cagamos, acá quedamos detenidos. Por otro lado, pienso, cuando uno entra a los EEUU o a Europa es más o menos lo mismo.
Nos llama Ernesto la persona que nos invitó al Festival para preguntarnos porque estábamos tan demorados. Preocupado nos dice "esto es un atropello que no puede ser. Somos invitados del Gobierno". Luego de un llamado a Cancillería todo se resuelve. Se acerca el personal. Nos saludan, nos sacan una foto todos juntos no sabemos por qué. Nos aseguran que a la vuelta no tendremos ningún problema.

La Ciudad de Caracas es como un gran estadio de fútbol cuyas tribunas son miles de casas que circundan y se ubican a lo largo y ancho de las montañas. Abruma e impresiona. Pero lo que más impacta es el tremendo caos del tránsito. Siempre pensé que una sociedad se puede analizar por su forma de conducir. Nos pasaron trescientas motos por los costados sin respetar un solo semáforo. Así y todo, nadie se insulta y parecen inmutarse. El conductor que nos llevaba se cruzó intempestivamente frente a un colectivo, me acurruque esperando el impacto, pero al final no pasó nada. Seguir las reglas del tránsito parece ser lo más peligroso. Hay un enfrentamiento explícito entre autos, motos y colectivos. La pugna es permanente. Las motos, aunque parecerían las más débiles ganan en número y son más poderosas.





Llama la atención las filas y filas para cargar nafta. Según nos dicen son hasta dos tanques por mes por vehículo subsidiado. Luego cada uno paga. El taxista nos contó que una amiga que trabaja en una estación de servicio le carga gasolina gratis y solo así le cierra el negocio. Igual está estudiando fisioterapia para en el futuro vivir de eso. Todos estudian en Venezuela. Tienen uno o dos títulos por persona, aunque después trabajen de lo que sea. Hugo Cháves y Simón Bolívar están presentes en todos lados. En los murales, carteles y en el corazón de la gente

Lo primero que hicimos fue visitar el corazón vibrante de Caracas. Aquella arteria palpitante que es la parroquia de La Vega, un barrio muy numeroso y popular donde pueden verse tres chimeneas abandonadas de una ex fábrica de cemento. Arrumbadas, son el símbolo del barrio y pueden distinguirse desde cualquier lado.
A mediados de los años 50 la gente migró del campo a la ciudad para trabajar en fábricas aprovechando el boom del petróleo. Cuentan que hubo un derrumbe en la cantera que dejó gran cantidad de heridos y aceleró así el cierre definitivo de la cementera dejando a mucha gente sin trabajo.
El día que llegamos a Venezuela habían concluido las elecciones. Las nuevas formas de democracia participativa proponen que cada comuna formule sus proyectos. Luego se vota el que se va a realizar. Hay un proyecto para que las chimeneas de La Vega sean transformadas en objetos artísticos identitarios para el barrio. Me gustaría volver a Venezuela y ver esas chimeneas transformadas.



El lugar es tranquilo mucho más tranquilo que en muchos barrios populares de Argentina. Los niños se acercan a saludar. Empiezan diciendo "che boludo" con un exagerado acento porteño. Preguntan por Messi, sin faltar la frase "Qué mirá, bobo", que les encanta. Es impresionante ver esa cancha de fútbol elevada en la altura. Unos chicos juegan baseball con un simple palo de escoba y me sorprendo al ver cómo impactan con una pelota de tenis desgastada haciendo un tremendo home run, sacando la pelota de la cancha. Festejamos todos juntos espontáneamente como si fuera un gol.



De a poco se fueron integrando el resto de los documentalistas que llegaron de Cuba. En un salón comunitario nos esperan para comer. Unas viandas, envases de plástico con pollo, arroz y plátanos fritos. Comemos juntos hasta que irrumpe una delegación del partido del presidente Nicolás Maduro. Una mujer joven e imponente con actitud militar se acerca con un grupo de seguidores y cámaras para saludarnos. Noto una cierta tensión. Otra vez vuelven los fantasmas que nos suelen llegar desde los noticieros. El exceso de querer convencernos de la revolución es algo que no me cierra. Quizás es que estamos recién llegados y quieren contarnos toda su pasión de una vez. Y por eso me parece que es hora de comenzar a preguntar.

¿Quién fue el comandante supremo Hugo Rafael Chávez Frías?
Chávez, fue un militar que emergió en 1992 en un fallido golpe de estado. Luego lideró el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200. El número 200 hace referencia al bicentenario del nacimiento de Simón Bolívar. Hugo Rafael más tarde crea el Movimiento de la Quinta República (MVR), la idea de la "Quinta República" surge como una crítica a la Cuarta República, considerado un sistema corrupto e inequitativo. En 1998 Chávez ganó las elecciones presidenciales democráticamente. Comenzó a viajar por todo el mundo ofreciendo petróleo. Este elemento pasó de los 6 a 100 dólares en 4 años.

El periodo del presidente Chávez fue de un crecimiento y bienestar nunca antes visto –"pero aún no éramos conscientes de lo que estábamos viviendo" nos comenta Jhon, "el Capi", director del Parque Industrial Tecnológico Karicuao Karibe donde paramos y nos alojaron durante nuestra estadía.
-Si bien ya tenían una cultura solidaria dada por la militancia de la negritud y lo comunitario se dice que Chaves organizó lo que ya existía-.
Jhon asegura que Chávez fue asesinado por la CIA, que le produjeron cáncer. Pregunto si no es una justificación ante el dolor por la muerte de su líder. Chávez ya es un mito. Es pueblo. Es amor y nunca podrá ser olvidado.
Entrevista a Jhon "el Capi": Una mirada política interna sobre Venezuela.
Para que se entienda mejor, desde mi punto de vista el Chavismo es lo más parecido al Peronismo. Un proyecto político de justicia social, participación popular, inclusión y soberanía. Todo fue amor hasta el 5 de marzo de 2013. El sueño terminó con la muerte del comandante.


La pregunta que sigue es: ¿qué pasó entonces, que venían tan bien y de repente se cayeron tan fuerte?
- Es indudable que Nicolás Maduro no tiene el mismo carisma de Chávez. Pero Nicolás recibió los embates que ningún otro presidente de la historia de un pueblo puede haber recibido-. El boicot fue abrumador. EEUU planificó hambrear a un país para que cayera "el dictador". Tomársela con el pueblo, es lo más desalmado que se le puede hacer a un país.
Entre el 2015 al 2019, literalmente no había para comer. Entender lo que significa el boicot requiere un capítulo aparte. No es fácil de entender que un pueblo entero se quede sin comida. No es que no tenían plata, "es que ibas al supermercado, y directamente las góndolas estaban vacías. Era salir a buscar y comer cuando se podía".
- Los sueldos estaban para el quinto perro, pues. Sobreviví casi un mes comiendo sopa Maggi. Yo hoy en día no puedo comer Guyana o Calabaza, me saturé y me quedó un trauma. No había que ser pobre, la clase media tampoco accedía a los alimentos.
Me gustaría que cada persona que esté leyendo esta crónica se imagine que haría si de repente no hubiera comida en ningún lado. Como si estuviéramos en el libro El Eternauta de Héctor Germán Oesterheld o en la reciente serie original de Netflix y debemos enfrentar un mundo distópico. La gente se acostumbró a comer una vez al día mono alimentos, siempre la misma comida, arroz y frijoles.
Fue el bloqueo más grande del mundo. El gobierno venezolano repartía en los supermercados MERCAL que aún se los puede ver en las calles. Escucharlo de la propia gente es realmente angustiante. Por suerte los pueblos sufridos tienen el humor para digerir los momentos más dolorosos y así lo transmite magníficamente, a pesar de su corta edad, Eliezer. Una persona sensible que trabajó en un importante cargo durante la gestión de Hugo Chávez.



Volviendo de la playa, la consigna fue hacer una ronda con relatos de fracasos. Cada uno debía contar una historia de amor malograda. Después de contar la propia, Eliezer cuenta que durante la época del bloqueo la cosa estaba bien difícil y con tan mala suerte que la novia queda embarazada, vaya momento a tan solo un mes de iniciar la relación. Sin dinero, Eliezer tendrá 24 horas para obtener la pastilla "del día después" y lograr que su novia la tome para evitar el embarazo. El tiempo corría y se le hacía cada vez más difícil dar con la bendita pastilla.

El viaje del día después
Eliezer cuenta: Conocí a una Jeva, (una muchacha). Una relación intensa, tú sabes, fue burda de explosiva, y yo estaba entrando a la universidad. Nos hicimos muy cercanos. La chama era muy bonita. Me llevó a su casa y bueno, las cosas pasaron, nos divertimos. Y bueno, lo que empezó siendo esporádico se fue regularizando. Hermano, estamos hablando que esto sucedió en plena crisis. Había veces donde uno no tenía ni pa cuidarse. Además, que uno es muchacho, no es consciente, uno no siempre se cuida y un día me viene y me dice: mira, sabes que no me viene. O sea que tengo como un atraso. Que discutimos, mira que yo soy pro pañuelo verde pero aún no habíamos llegado ni a los dos meses de relación. Va y me dice todo esto es mental porque estoy pasando por mucho estrés. Como a los dos o tres días vamos a hacer una prueba. Y va y le da positivo.
Era muy chico para ser padre. Me senté a llorar en Plaza Venezuela en la Sabana Grande. Mierda la cagué, preñé a esta jeva ¿qué voy a hacer con mi vida?
Vuelvo y le digo: Mira, vamos a hacer una cosa, le dije bueno, toca pastilla de emergencia. Entonces arranqué a buscar esa pastilla de mierda que en esa época no se conseguía aquí en La Hoyada de Caracas.

Bueno, y me fui caminando allá por Parque Carabobo, en Bellas Artes. Eran como 10 kilómetros a pie porque ni para el colectivo tenía. Así que camine y camine, y llegué al Chacao, a la farmacia del Locatel totalmente exhausto. Cuando consigo arribar finalmente el tipo de la farmacia estaba bajando la persiana. No le digo, así la Santa María y el tipo va y me dice, estamos cerrando. No le digo, ¿cómo que está cerrando hermano? Chamo es que yo necesito una pastilla de emergencia, por favor. Me dice que no tiene stock de medicamentos. A mí me dijeron que aquí venden la pastilla, es que mi mujer está embarazada, en serio hermano la necesito. Sí, me dijo, pasa, pasa. A la masculina, pasa, pasa, se ve que el tipo me entendió y se solidarizó. Esta es la pastilla hermano. Bueno, está bien. ¿Cuánto cuesta esa mierda? 60.000 bolívares la gana. No dije yo. Tenía como 5000. Me faltaban como 50.000 huevón. Entonces yo llamando a todo el mundo pidiendo plata presentada. No sé cómo, pero llegué a comprar la bendita pastilla. En esos momentos no solo no había medicamentos, sino que tampoco había transporte. El tiempo pasaba y la bendita cada vez tenía menos efecto. Ya habían pasado las 24 hs para su uso efectivo. Entonces era urgente la vaina. Aquí en ese momento no había autobús como te dije. Aquí uno tenía que caminar, es la que hay. Yo vivía en la zona de la Llave, esa chama vivía bien para el lado del Coto, todo un cerro mediante. Me dio un parqueadero de la madre, una huevona. Como le llevo yo esta mierda de pastilla para allá. No había camioneta, se estaba haciendo de noche y el tiempo va contando hermano. Mientras más avanza el tiempo, menos efectivo es esta vaina. No me puede estar pasando esto. ¿Qué hago con esta mierda corriendo así? y de repente veo un tipo y le digo hermano, ¿para dónde vas? Voy para Coto. ¿Me llevas le digo? No, no, no, yo no te conozco, me dice. ¡Pero bueno le digo, chamo voy a entregar una pastilla de emergencia! Bueno me dice, pero te vas en la Cava, (en una especie de camioncito destartalado enganchado al auto) - de una le digo. Y acaba por ser un carro de pollo. Así es "Zanahoria" voy en la parte trasera de un remolque que llevaba un tufo a podrido que no te imaginas. Conectado a un puto gancho por la autopista, marico con dos pastillas en el bolsillo y con la vida en el cuello.

Llego a Cotto con unas náuseas de no creer. Al fin la tengo en frente a la chama y le digo:
- La pastilla. Toma esta mierda.
-En un rato me la tomo, me dice.
-Qué no es joda, buscame un vaso de agua ya. Saca la lengua, trágate esa mierda.
- Amigo, que yo me la tomo más tarde.
- No joda, ¿estás loca? Y me viene con que es el estrés.
-Que eres intenso, me dice.
Al final se tomó la pastilla y le digo bueno, no quiero saber más nada, ya basta, marico.
Porque ella también tenía complejo de conejo, bueno los dos. Una responsabilidad mutua. Pero no, era toda una vaina. Y la relación ya no daba para más se había deteriorado. La vida no era fácil por ese entonces con el bloqueo que vivimos. Una situación que nunca nos imaginábamos que podía suceder.
Esta es mi historia fracasada para compartir con el humor que nos caracteriza a los venezolanos, concluye Eliezer.
Parte del boicot fue el miedo que se construyó en el mundo sobre Venezuela.
Esa fue la época de mayor migración de los venezolanos. Se estima que hubo una diáspora de más de 6.000.000 de venezolanos a todas partes del mundo. Es así como todas las personas tienen algún familiar o amigo fuera del país.



El miedo. Vuelve esa bendita palabra a esta crónica. Así es como se va alimentando al monstruo.
Por otro lado, veo que los supermercados en Venezuela están llenos. Su abastecimiento es total, ya no dependen de otros países, tienen sus propias frutas y verduras que por cierto son únicas y deliciosas. Probé un jugo de guanábana, tardé mucho en aprender el nombre para poder pedirlo.
La gente te invita a comer en la calle. Por qué es un pueblo que sufrió hambre y sabe de lo que habla. Me emocioné muchas veces cuando gente que no conocía se acercaba para regalarme un agua mineral o directamente te ofrecen agua de coco bien helada que es deliciosa. Así sin preguntar nos ofrecían unos besitos de coco, unas galletitas de coco muy ricas. Pero el trago privilegiado del pueblo es el Cocui, una bebida alcohólica fermentada que se remonta a tiempos prehispánicos, donde las poblaciones indígenas, ya utilizaban la planta de agave cocui en rituales y como medicina. En la crisis del bloqueo el pueblo no tenía ni para tomar una cerveza y comenzaron a hacerse sus propias bebidas recuperando ese saber ancestral. En las calles se veía a la gente tomando en botellas de plástico. Antes Chávez ya había promovido esta bebida, que luego fue reconocida como Patrimonio Cultural y Ancestral de Venezuela, con denominación de origen, destacando su importancia cultural y económica en la región.







Quiero destacar y lo voy a hacer las veces que pueda, lo maravilloso que es este pueblo. El buen humor, el arte, la música que llevan dentro. El respeto y su nivel de educación. Aunque se les nota un cierto cansancio y las ganas de salir adelante que lamentablemente no llega. Tienen fe que esto va a mejorar y realmente dan muchas ganas de que así sea.
Somos las historias que nos contaron y nos contamos
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