Llevo el acento de Córdoba Capital
El Beto Montoya - Capítulo II
Alejandro González Dago
Apenas Silvina se bajó del Vento blanco la tomé por los brazos, la levanté como si fuera un maniquí, y la senté sobre el auto.
Le digo: ¡¡¡Silvina qué hacés en este auto de transas peligrosos!!!, y la moza del bar, achinando los ojos y rechinando los dientes, me metió un patadón en los güevos que me dejó sin aire.
Me dice: ¿Qué hacés?, soltáme golpeador, machirulo, femicida, cagón, imbécil, bajáme ya ¿quién te has creído que sos?
Le digo: Oficial principal Alberto Casimiro Montoya, Policía de la provincia de Córdoba. No te resistas a la autoridad que puede ser peor. Decime qué hacías en este Vento blanco.
Me dice: ¿No me digas que sos cobani, vo?
Le digo: DNI, Carné de conductor, Tarjeta verde o azul según corresponda, permiso para circular, constancia de pago del Seguro del automóvil, constancia de pago de patente, e ITV.
Me dice: ¡¡¡Bajáme, imbécil!!!, y apenas la bajé, el inspector Sepúlveda vestido de trava se abalanzó sobre los dos, la tomó por el cuello, y le puso los ganchos con los brazos para atrás, como indica el protocolo policial.
Le digo a Sepúlveda: Qué hacés, Sepúlveda. Qué te pasa…
Me dice Sepúlveda: Cómo qué hago, hago lo que tengo que hacer, la estoy deteniendo por atacarte, sabés bien que esto es resistencia a la autoridad. Además venía en este Vento blanco que está bajo sospecha.
Le digo a Sepúlveda: Bueno loco, detenéla, pero tratála bien…
Me dice Sepúlveda: Beto, todo Asuntos Internos y nosotros ya sabemos que esta piba es tu novia. Hace más de un mes que el Jefe ordenó seguirte porque le llamaba la atención tu cambio de conducta. Todos nos preguntamos qué te podría estar pasando porque de pronto te volviste un tipo callado y solitario, siendo que antes eras un ají. Tenemos videos tuyos de cuando venís a este bar, de cómo la mirás a ella, de cómo te emborrachás, de cuando hiciste marcha atrás y te llevaste puestas tres motos que estaban estacionadas. En fin, quedáte tranquilo que por ser mina tuya vamos a cuidarla, pero que va en cana, no tengás la menor duda. Ya viene una Juana de Jefatura y se la lleva.
Me dice Silvina: Rati decime qué está pasando, quiénes son estas personas, qué quieren de mí, decime quién carajo sos vos.
Le digo a Silvina: Mirá Silvina, yo te digo lo que vos quieras pero primero decime qué carajo hacías en ese Vento blanco y dónde están los mellicitos venezolanos que estabas por vender…
Me dice Silvina: ¿Lo queeee? ¿Mellicitos venezolanos? Te pasaste de mambo, cobani, cambiá de dealer. No tengo la más puta idea de qué me hablás. Fui a buscar el auto a la cochera porque un jovato amigo tuyo me dio un billete de 2000 para que se lo trajera hasta la puerta del bar.
Me dice Sepúlveda: Ahaaaa, aclará antes que oscurezca Beto porque sino, vos también estás hasta las manos…
Le digo a Silvina:- ¿Un jovato amigo mío te pagó para que trajeras el auto? ¿De qué me hablas, Silvina? ¿A qué jovato te referís?
Me dice Silvina: - A ese chabón de muñeca quebrada que usa camisas floreadas. He visto como te mira, rati. Ustedes son amigos, o pareja, a mi no me la vengas a contar.
Le digo a Sepúlveda: Sepúlveda ¿vos no vas a creer esto que está diciendo esta tumbada, no?
Me dice Sepúlveda: Yo no creo ni dejo de creer, Beto. Está clarito lo que dice esta piba sobre tu cómplice. Ya nos parecía que tenías que andar en algún bardo porque con esa pinta de rockero mal y de zurdito setentoso te quedaba grande la institución. Demasiado prolijo para ser cana. Entregáte, carajo. No me obligués a disparar, Montoya.
Le digo a Sepúlveda: ¿Pero vos sos o te hacés? De qué carajo me estás hablando Sepúlveda. Quienes son "ustedes" los que creen que yo soy un zurdito setentoso. Sabés qué, Sepúlveda. Ahora entiendo todo. Ahora vienen los ascensos y querés hacer mérito y que me caguen a mí. Vos sabés bien que esta zona es Zona de Pizza Libre. Pero yo no ando en esa, Sepúlveda. Yo soy cana pero no ando en la transa.
Dice Silvina: Mirá yuta, allá va tu amigo el jovato comilón que me pagó para que le trajera el auto hasta acá.
Le digo a Silvina: ¿A dónde que no lo veo?
Me dice Silvina: Allá, allá, el que le hizo señas al taxi
Le digo a Silvina: Pero ese… ese es el fiscal Sayavedra !!!
Apenas dije el apellido del fiscal, un par de juanes que andaban de civil se tomaron el palo para el lado del Patio Olmos. Mi compañero, el inspector Sepúlveda, me apuntó con su arma reglamentaria mientras con el dedo se cruzaba los labios como diciendo silencio, no digas ni mu. Tomé a Silvina entre mis brazos y la apreté fuerte. La piba que había entendido todo, alcanzó a decir ¡¡¡corruptos de mierda!!! y también ella tuvo miedo por la situación en plena zona liberada. Habían tirado el anzuelo de los mellicitos para poder transar una merca traída de Rosario.
Me dice Silvina: Beto, sacáme de esta mierda, por favor.
Le digo a Silvina: ¿Te cabe un chori de dorapa en El Dante?
Me dice Silvina: Dale. Y después lleváme a tu casa. Quiero dormir con vos. Espero que seas un cana decente y no una basura como estos hijos de puta que andan en la joda.
Le digo a Silvina: Hey…qué te pasa, mariposa.
Cuando estaba a punto de explicarle quién soy y por qué me metí de cana, escuché en la radio de la repartición que tengo en mi Palio blanco, que el Fiscal Sayavedra había dictado orden de captura para mí y para ella. Entonces, en lugar de ir al Parque Sarmiento, pasamos por la San Luis, compramos una muza con fainá, un vino sin soda porque así pega más, y nos fuimos a uno de los amueblados que están camino a Pajas Blancas. Qué iba a saber yo que en la habitación de al lado estaba el fiscal Sayavedra con un curita del interior. Antes que amaneciera sonó un cuartetazo de Rodrigo. Y cuando me fui, le reventé dos cubiertas al Vento blanco del fiscal y llamé a Canal 12 para que los escracharan. No pudieron ir. Ese día había muerto Mario Pereyra. Por la tarde me presenté y quedé detenido. Todavía estoy adentro. No sé de qué se me acusa, si yo siempre anduve con documentos.
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